logo PTS

Internacionales

Bush en Londres

Multitudinaria movilización contra la guerra

24 de noviembre 2003

Mientras el gobierno de Tony Blair y la reina Elizabeth II –jefa de Estado– recibían con bombos y platillos al presidente George Bush el 20 de noviembre, casi 300 mil personas salieron a la calle a manifestar contra la guerra y repudiar la visita de Bush. Fue una de las marchas más numerosas en la historia de este país realizada durante un día de semana ya que tradicionalmente estos eventos se realizan los fines de semana.
En medio de un enorme operativo de seguridad, que le va a costar a la población británica unos 19 millones de libras esterlinas (casi 30 millones de dólares) la visita de Bush no hizo más que exacerbar la protesta contra la guerra y fue vista como un acto de provocación. Gran Bretaña es el único país que envió tropas a Irak y sin su apoyo Estados Unidos no hubiera podido embarcarse en esa guerra, por ello la marcha es muy significativa, ya que los blancos fueron los líderes de los países que encabezaron la ofensiva militar.
Una vez más se repitieron las imágenes del 15 de febrero. La cita era en Malet Street, en la esquina del sindicato de estudiantes de la Universidad de Londres y horas antes las cuadras alrededor estaban taponadas por una masa compacta de personas, carteles, pancartas, caras pintadas, instrumentos musicales, una barrera imposible de atravesar, lo que creaba un ánimo estupendo. Esperamos dos horas para empezar a marchar y cuando la cabecera llegaba al punto de destino –la plaza Trafalgar Square– el fin de la marcha apenas había empezado su recorrido.
Había universitarios que no asistieron a clases y se organizaron por facultades con banderas y carteles, miles de secundarios que se hicieron la rabona –al igual que cuando empezaron los bombardeos– encolumnándose con sus compañeros de colegio con sus pancartas caseras, las caras pintadas imitando sangre chorreando por sus rostros, otros vestidos de presos, con caretas de Bush y Blair, un destello de creatividad y energía. Pero también había una amplia gama de trabajadores: docentes, estatales, del sector público, de la salud, administrativos y una notoria participación de gente mayor.
Convocada por el colectivo Stop the War, la marcha fue el resultado de semanas de una intensa campaña y contó con el apoyo de sindicatos como T&G (Transporte y trabajadores de varios sectores), Unison (sector público) y la izquierda del Partido Laborista.
La marcha se destacó por su energía y entusiasmo. En las pancartas se leía: ¡Bush, Blair: una manga de mentirosos! ¡Fuera las tropas de Irak! ¡Alto a la ocupación ya! ¡La resistencia crece en Irak, crece en Palestina! ¡¿Quién lanzó las bombas?: Bush, Blair y Sharon! ¡Blair tiene que irse! ¡Alto a la guerra sangrienta! ¡Bush siembra odio! ¡Sin justicia no hay paz! Si la marcha del 15 tenía la esperanza de frenar la guerra, ahora frente a los desastres de la guerra el enojo era mayor. Tras varias horas de marchar se tiró abajo una estatua de Bush hecha de papel maché de cinco metros de altura en un gesto que imitaba el derribe de la estatua de Saddam Hussein.
La visita de Bush tuvo el carácter de visita de estado, por eso se hospedó en los lujosos aposentos del palacio de Buckingham, la residencia londinense de la familia real, y guardaba la intención de servir para lanzar su campaña electoral. Pero detrás del protocolo, de tomar el té con la reina, dar un discurso en el Parlamento, desfilar pomposamente en el Pall Mall y asistir a un banquete en su honor, la visita no pudo ocultar el caos y la oleada de crisis que recibe la actual política en Irak. Como destaca la revista The Economist “Un evento planeado como un desfile de la victoria luego de Irak terminó poniendo al presidente y al primer ministro en el banquillo de la opinión mundial, cuando la mayoría del jurado ya los había declarado culpables” (Editorial- 22 al 28/11).
La gira de Bush se topó con marchas a cada paso, el martes –cuando llegó– cientos se congregaron para darle la ‘malvenida’, el miércoles hubo un té de la resistencia en un lugar público, y cientos de manifestantes fueron a gritar al paso de su cortejo. Esto fue una entrada en calor para la gran marcha del 20. El viernes 21 antes de partir para EEUU había previsto un almuerzo típico en un pub del pueblo de Sedgefield –el distrito electoral de Tony Blair–, y allí también varios centenares de manifestantes contra la guerra fueron a “despedirlo”.
La colosal marcha del jueves además de ser un repudio a la guerra en Irak, representa un duro golpe a la política interna de Blair que viene decreciendo en credibilidad por la guerra y por el escándalo alrededor de la muerte del científico David Kelly y las huelgas espontáneas de los carteros. Además su proyecto de ley conocido como “Fundation Hospital” –a través de la cual se autorizaría la inversión privada en los hospitales de acuerdo a su rendimiento– se encuentra empantanada en el Parlamento, donde se ha discutido dos veces sin ser aprobada. De no aprobarse, la gobernabilidad de Blair estaría cuestionada porque significaría que no cuenta con el apoyo de su propia bancada.
Y como muchos comentaristas remarcaron la visita de Bush ha sido un mal consejo de los operadores de Blair, ya que sirvió para aglutinar la oposición cuando menos lo necesita. La crisis del gobierno de Blair, la campaña contra la guerra que sigue movilizando a amplios sectores de la población en Inglaterra cuyas consecuencias fueron advertidas por la izquierda, y la expulsión del diputado laborista escocés George Galloway abrieron una gran discusión dentro del activismo y la izquierda británica.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: