“¡No les tengo miedo!” gritó el lunes Kirchner ante miles de efectivos que ese día estrenaban el nuevo uniforme verde oliva en el Colegio Militar de la Nación en el acto por el día del Ejército. Al unísono, algunos se retiraron y otros le dieron vuelta la espalda, entre ellos del hijo de Videla. Son la misma escoria que hizo la lamentable demostración de fuerzas en la Plaza San Martín el 24 de mayo, reivindicando el genocidio y los crímenes de la dictadura, entre los que estaba el capitán retirado Walter Grose, denunciado por haber sido durante el 76 y el 77 jefe de inteligencia del Area de Seguridad 124, Olavarría y haber torturado en el campo de detención Monte Peloni. Sólo una muestra de lo que decimos cuando hablamos de milicos asesinos que caminan libres por las calles.
Mientras ciruclan versiones de “modernización” en las filas militares, el mismo lunes, Nilda Garré inauguró el Primer Curso de Internacional de Especialización en Derechos Humanos para los jefes de las Fuerzas Armadas de América Latina. “El objetivo es ampliar y profundizar los conocimientos fundamentales en materia de derechos humanos entendiendo que se trata de un tema clave en la agenda democrática”, reza la presentación. ¡Qué cinismo! ¡¿Tenemos que sacar la conclusión de que entonces a Massera, Videla, Viola y a todos los genocidas les faltó instrucción y conocimientos en derechos humanos?! Y para completarla, entre una serie de eminencias civiles que expondrán en el curso que se dicta en el Edificio Libertador, aparece, casi desapercibida, la presencia del Gral. (R) Juan Emilio Chayre, quien fuera desde 2001 hasta hace poco, el Jefe del Estado Mayor General del Ejército de Chile, acusado por organismos de ese país, de ser uno de los autores de la masacre denominada Caravana de la Muerte, en la que fueron fusilados 15 detenidos en la cárcel de La Serena en octubre del 73. Una joyita.
Mientras, las tropas argentinas, brasileras, uruguayas, chilenas, estadounidenses, etc., bajo el manto de la ONU, actúan como fuerza de ocupación contra el pueblo haitiano, donde ya sobran las denuncias que señalan que estas tropas se desempeñan junto a la policía haitiana en matanzas y violaciones contra la población. Perdón... ¿esta gente faltó a la clase de derechos humanos? Bajo esta misma modalidad, militares argentinos ofician de fuerzas de ocupación en Chipre, Bosnia, Medio Oriente, Ruanda, Croacia. 
Estos episodios ponen en evidencia que la cuestión de cómo recomponer a las Fuerzas Armadas y reconciliarlas con el pueblo y los trabajadores continúa abierta. Tanto las medidas –anulación de las leyes de impunidad, creación del Museo de la Memoria en la Esma, entre otras- como la retórica gubernamental en materia de derechos humanos, son, por un lado, una de las patas fundamentales del gobierno de Kirchner para hacer pie en sectores progresistas y, por el otro, mecanismos que pretenden expropiarnos la lucha contra la impunidad y la represión de ayer y de hoy.
No puede haber dudas de que aunque hoy se entretengan acumulando en sus curriculum galardones en defensa de la democracia, mañana, cuando sea necesario, volverán a empuñar sus armas para defender los intereses de los capitalistas. Hoy, esa tarea sucia la cumple Gendarmería que –junto con la policía– es el brazo ejecutor de la represión interna, y la larga lista de luchadores muertos en las rutas del país son el triste ejemplo delo que decimos. Durante el gobierno de Kirchner, el caso de Las Heras es paradigmático: acaban de mandar armamento para pertrechar hasta los dientes a los gendarmes que mantienen sitiada la ciudad.