El sábado 9/4, cerca de 40 nazi-fascistas, con el pretexto de apoyar las opiniones homofóbicas y machistas expresadas en el programa CQC por el diputado federal Jair Bolsonaro (militar y defensor público de la dictadura, la tortura y los asesinatos), intentaron manchar con un acto público racista y homofóbico uno de los locales consagrados por la izquierda y el movimiento sindical, el conocido lobby del Masp (Museo de Arte de San Pablo), en la principal avenida de la ciudad (Avenida Paulista).

No lo lograron porque se encontraron con la resistencia organizada por la LER-QI, jóvenes activistas de los movimientos gay y negro. Durante tres horas cerca de 100 manifestantes tomaron el Masp, cercados por un cordón de policías militares que estaban para defender el “derecho democrático” de los nazi-fascistas a “expresarse”. Sin embargo, con palabras de orden contra la homofobia, el machismo, los asesinatos de negros y las campañas contra los nordestinos, los combativos compañeros impusieron una situación tal que obligó incluso a la policía civil (judicial) a detener cerca de 10 nazi-fascistas acusados de atentar con bombas la parada gay y agredir a homosexuales recurrentemente. Esta actitud de la policía civil, mientras la policía militar nos amenazaba, no fue más que una maniobra para lavarle la cara al gobernador Alckmin (PSDB)–derechista miembro del Opus Dei, secta católica golpista y que apoyó a la dictadura brasilera –, pues sería un verdadero escándalo político reprimirnos para defender a los nazi-fascistas que además de estar armados, tenían banderas denunciando a los “terroristas del gobierno”, con cantos contra la propia presidente Dilma, acusada de terrorista.

Vergonzosamente, los intelectuales y militares del PT y de la CUT, como guardianes del pacto de silencio e impunidad de la dictadura militar, no hicieron ninguna manifestación contra los fascistas y el diputado Jair Bolsonaro porque este es del Partido Popular que es parte de la base del gobierno de Dilma (desde el gobierno Lula). Con su política de conciliación de clases con los grandes monopolios nacionales e imperialistas y los militares, el petismo-lulismo allana el camino para el avance de la derecha y de los nazi-fascistas.

Infelizmente la izquierda tampoco dió la cara. El PSTU, que tuvo hace pocos días un militante homosexual agredido cerca de la Avenida Paulista (acciones recurrentes de los nazi-fascistas) y dirige varios sindicatos de Conlutas, no envió ni siquiera un militante de su juventud. El PSOL, mucho menos. Una vez más esta izquierda demuestra su pasividad y pacifismo.

Cantando “¡Gays, lésbicas, mujeres, negros, nordestinos, presentes!, fascistas no pasarán!”, cumplimos nuestra obligación combativa de no permitir que los nazi-fascistas puedan germinar libremente en nuestro país.