En ediciones anteriores leímos un artículo que contaba que a un año de la muerte de un compañero de la industria del plástico por un accidente laboral “evitable”, nada había cambiado. Esto me preocupa mucho. En el pequeño taller en el que trabajo tenemos que lidiar día a día con la inseguridad: cables con corriente trifásica atravesando los pasillos, máquinas que te aplican descargas eléctricas, falta de extractores y los días de lluvia se agravan los riesgos por las filtraciones y los charcos de agua por todas partes. En estas condiciones infrahumanas tenemos que trabajar. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que se produzca una fatalidad? ¿Donde están los que nos tienen que cuidar? ¿Quién controla a los que nos tienen que brindar seguridad?.
En seis años tuvimos dos visitas de la ART en las cuales se tomaron 15 minutos para firmar unas planillas con la patronal en la que seguramente decía que el lugar estaba en perfectas condiciones, sin preguntarnos y sin regular nada.
Parece que los trabajadores de los talleres no existen. Ni a las ART ni a los burócratas sindicales les importa la vida de un trabajador y menos de un taller. Por eso los trabajadores nos organizamos y le pusimos los puntos al principal culpable, el patrón.
Le entregamos un petitorio en la cual le exigimos seguridad e higiene, mejoras en la infraestructura, ascenso de categorías e incluso cambio de rama en el convenio, porque estábamos en la rama mas baja y no correspondía a nuestra labor.
Esto es un incentivo para todos los trabajadores de talleres y pequeñas fábricas. Para que no haya más muerte por negligencia patronal y para hacer valer nuestros derechos.