Kirchner jugó una carta fuerte. Acaba de designar a Romina Picolotti al frente de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable. Picolotti es una abogada cordobesa que viene del mundo de las ONG y participó del staff oficial que defendió la posición argentina ante la Corte de La Haya en el pleito con Uruguay por las papeleras. La movida no es ingenua. Basta citar al recontralcahuete diario Página/12 para comprender la operación política, cuando dice: “el nombramiento confirma la decisión de Néstor Kirchner de convertir la problemática ecológica en una cuestión de Estado” (Página/12, 28/6/2006).

El buen negocio del ambiente
Para aclarar las cosas, la nueva Secretaria de Medio Ambiente no es María Julia. Ni siquiera es como Atilio Savino, el ex Secretario, que en su vida recicló una latita y se dedicó durante años a hacer negocios desde su despacho. La jugada de Kirchner no es burda. La Picolotti es una “militante ambientalista” y, según dijo la prensa, su plan es ambicioso: pegar en el corazón de la contaminación del país: el Riachuelo, una zona que abarca 64 kilómetros y conlleva riesgos para la salud de 4,6 millones de personas. Para ello se propone hacer un registro de las industrias contaminantes, lograr que Argentina adopte los estándares ambientales de la Unión Europea, dar plazos para que las compañías tomen medidas de “producción limpia”, pero siempre en la perspectiva de “convencer a las empresas de que el cuidado del ambiente no afecta su rentabilidad.” Como dijo a Página/12: “Lo que vamos a hacer es un acompañamiento de las empresas por sector para que vayan poniéndose al día y para que el ambiente sea un buen negocio (…) hay en el mundo un mercado de miles de millones de dólares que se está moviendo para aquellas empresas que se animan; nosotros vamos a promover eso.” (29/6/2006).
La nueva secretaria tendrá que tomar medidas urgentes para sanear el medio ambiente, como en el caso del Riachuelo, para que su designación no quede en un bluff. Pero eso será solo un buen comienzo, cambiar algo… para que nada cambie de fondo, sobretodo, en la “rentabilidad” de los capitalistas.

Cooptación ambiental y lucha independiente
En sus primeras declaraciones, la funcionaria agradeció a Kirchner y aseguró que “por primera vez” un presidente lleva adelante una “política ambiental”. Cierto es, al presidente le preocupa el cuidado del “ambiente”… pero el de los negocios capitalistas. Como lo demostró en su último viajecito a España, renovando su papel de “abogado de la Repsol” y negociando nuevos acuerdos con capitalistas mineros para que Argentina reciba sus “inversiones”… y su contaminación. Pero claro, los negocios no son buenos si hay cortes de rutas y pobladores reclamando contra las industrias contaminantes, como los vecinos de Gualeguaychú. Su estrategia sigue siendo desactivar la lucha contra la instalación de las papeleras de Fray Bentos. Por ello, el activo papel que tuvo la funcionaria en la asamblea de Gualeguaychú “será para el Gobierno un factor clave de ‘contención’ de los vecinos ambientalistas si la Corte de La Haya rechaza en todo o en parte el pedido de Argentina para frenar las obras de las plantas de Botnia y Ence” (Página/12, 2/7/2006).
Hay que reconocer que esta política incidió en el movimiento. Sin ir más lejos, luego del nombramiento de Picolotti, los ambientalistas de Gualeguaychú, dirigidos por el sector moderado –los partidarios de levantar los cortes de ruta a toda costa-, suspendieron una manifestación que iban a realizar frente a la Embajada de España para reunirse con “una del palo” en la Secretaría de Medio Ambiente e informarse de las discusiones en Europa.
Ante las medidas de cooptación impulsadas por el gobierno, los pobladores y activistas decididos a luchar verdaderamente por la vida y enfrentar a las empresas imperialistas, tienen que reorganizarse y seguir la lucha en forma independiente, sin depositar ninguna confianza en los buenos oficios del gobierno y su nueva secretaria de medio ambiente.