logo PTS

Nacionales

Mientras coquetea con Chávez, el gobierno pide moderación a los reclamos obreros

Los trabajadores vamos por el salario

24 de noviembre 2005

Kirchner con Chávez

En la Cumbre de las Américas, Kirchner mezcló el coqueteo con el populismo y la confianza en que la buena letra con el imperialismo yanqui (caso tropas a Haití) le permitiría “negociar” la deuda externa en mejores condiciones. Fracasado el intento de conseguir apoyo de Bush -más preocupado por la buena sintonía con el G7- Kirchner se ve obligado a buscar la ayuda financiera del venezolano Hugo Chávez.
La explicación de fondo del encuentro con Chávez se encuentra en la crisis del imperialismo norteamericano como producto de la guerra de Irak y la crisis interna tras el Katrina, y de su política específica para América Latina (como se vio en la Cumbre en Mar del Plata). A raíz de ella Kirchner -y Chávez- cuenta con un cierto margen de maniobra para regatear con el imperialismo y el FMI. En última instancia, esta fue la razón política del viaje a Venezuela, llamando la atención del FMI y los EE.UU. para obtener una mejor negociación en torno a la deuda, en un momento en que la solvencia del Fondo está en discusión y la política regional de Bush, orientada por las preocupaciones geopolíticas que generan el chavismo y un posible triunfo de Evo Morales en Bolivia. Kirchner a la vez, se ofrece como un interlocutor moderado capaz de mediar en los conflictos regionales, como ya hizo en los dos últimos levantamientos bolivianos.

”Petrodólares” para pagar la deuda externa, negocios para los monopolios

No estamos ante un nuevo eje Caracas-Buenos Aires opuesto a EE.UU., como gustan ver los pseudo nacionalistas integrantes del oficialismo. El propio Kirchner lo aclara: «No hay ideologicismo. Somos pueblos maduros, más allá del pensamiento político de cada presidente. Nosotros conciliamos intereses: nunca vamos a anteponer a ellos ninguna actitud ideologicista»1. Claro está que la opresión imperialista no es un problema ideológico sino material y político, al cual Kirchner –ni siquiera Chávez- enfrenta.
Más bien, como señala el diario Clarín2, el objetivo del viaje fue otro: “Más allá de la buena química que pueda haber entre Kirchner y Chávez, o del empuje que pueda hacer una supuesta «ala izquierda» del Gobierno, el vínculo con Venezuela se sustenta en el realismo y la posibilidad de hacer buenos negocios”. En concreto, significó un negocio millonario para un grupo de empresarios argentinos “Impsa, de Menotti Pescarmona, cerró aquí un negocio con las venezolanas CVG y Edela por US$ 223 millones para la repotenciación de la central hidroeléctrica Macagua 1. Y la cámara de fabricantes de maquinaria agrícola colocó equipamiento por US$ 113 millones, una operación que podría ampliarse a los 500 millones en los próximos cuatro años”.3 Previo al viaje había sido decisivo el papel del gobierno argentino para lograr un acuerdo entre Sidor (Techint) con el estado venezolano. Visto los resultados, a Kirchner le cabe el mote de D’Artagnan que le puso Chávez, pero por su rol de lobbista de los grandes grupos capitalistas.
Argentina obtuvo además el compromiso de envío de gasoil para paliar la crisis energética y la compra de US$ 300 millones en bonos de la deuda por Venezuela, que se sumarían a los US$ 950 millones ya adquiridos. Como contraparte, se aceleraría el ingreso de Venezuela al MERCOSUR. Así, el gobierno con los “petrodólares” consigue financiamiento alternativo para cumplir con el pago de los vencimientos de la deuda. A su vez, el ingreso de Venezuela al MERCOSUR abriría un área de negocios a los capitalistas de la región y permitiría –sobre todo a argentinos y brasileños- contar con una fuente de provisión energética vital para el funcionamiento de su infraestructura. Más que un fortalecimiento de la integración regional, el viaje de Kirchner reforzó las posibilidades de los monopolios que actúan en la región (como la imperialista Repsol) para el saqueo de las riquezas venezolanas.

El frente interno. Crecimiento económico y lucha de clases

El frente interno del gobierno está cruzado por la tensión entre la creciente inflación y las demandas salariales. El cruce entre Roberto Lavagna y Hugo Moyano muestra un inicio de fricciones con la burocracia sindical y el fracaso de la política de Pacto Social que propuso la UIA.
La preocupación del ministro frente a las luchas reivindicativas es comparada por un analista con el Rodrigazo: “lo que el ministro le teme es a la secuencia subas de precios-aumentos salariales que sucedió al «Rodrigazo» de 1975. Más precisamente, es lo que quiere evitar, con independencia de la escala de cada fenómeno y de que él no sea Celestino Rodrigo, ni Moyano, Lorenzo Miguel”4. Esta comparación es exagerada, ya que “la escala de cada fenómeno” es completamente distinta. Recordemos que el gobierno de Isabel expresaba el fracaso de un intento bonapartista de derecha en medio del marasmo económico y político y la rebelión de la clase obrera; mientras que Kirchner se sostiene en un colchón de crecimiento económico y en el apoyo pasivo de las masas que aún mantienen ilusiones reformistas, y en una relativa recomposición del régimen político luego de los levantamientos del diciembre del 2001. Pero la comparación que plantea el analista de Clarín habla de la inquietud que genera en el gobierno la lucha de clases, ya que ven en ella un riesgo para el relativo equilibrio económico que lograron los capitalistas y un freno para las inversiones. La situación podría agravarse por el inicio de negociaciones paritarias de sindicatos como la construcción, alimentación, sanidad, Dragado y Puertos, trabajadores de AFIP y telefónicos (estos últimos iniciaron un plan de lucha), que fijen el piso salarial del 2006.
La situación hace visible las contradicciones de una burocracia sindical jugada a un kirchnerismo con poco margen para el reformismo, que tiene que hacer malabares para golpear al ministro y no al presidente y que impedida de frenar las demandas obreras intenta canalizarlas preventivamente hacia reclamos corporativos y aislados, sin buscar el apoyo popular o incluso generando enfrentamiento con los usuarios como en el caso de los gremios de servicios aceptando canjear aumentos salariales a cambio del incremento de tarifas. La burocracia es un factor de división cuando está planteado unificar la demanda salarial de toda la clase trabajadora efectiva, contratada o desocupada, en pos de un salario básico indexado según inflación de $1800 y un subsidio universal de desempleo de $800, así como rechazar cualquier aumento de tarifas y exigir el control de precios por comités obreros y populares.

Organizar la lucha
 
Es en el terreno de la lucha de clases donde los trabajadores tienen que actuar para torcer la relación de fuerzas a su favor y recuperar conquistas. Pero es necesario comprender que el gobierno es un agente de los patrones y que la burocracia sindical es un límite enorme para llevar adelante cualquier lucha. En febrero del 2005 la huelga de los subtes mostró que con asambleas y participación activa de la base se pudo obtener un básico de $1600. En esta nueva fase de conflictos que se avecina es necesario fogonear y extender la recomposición de la fuerza obrera democráticamente y desde abajo. Para ello, hay que recuperar las organizaciones de base –comisiones internas y cuerpos de delegados y mediante asambleas arrancar a los sindicatos verdaderos planes de lucha por el salario, contra la precariedad laboral, contra cualquier intento de tarifazos y por la defensa de los derechos y causas populares. Para tal fin, es imprescindible coordinar a los sectores combativos como se hizo en el encuentro del 2 de abril y rodear las luchas de solidaridad.
La clase obrera necesita romper la trampa corporativa de la burocracia sindical y su política de subordinación al gobierno y la política patronal y elevarse al plano de la lucha política independiente para avanzar. Hay que poner en pie una dirección política que prepare consecuentemente las luchas contra el gobierno y los capitalistas y que busque recomponer la alianza obrera y popular. Los socialistas revolucionarios del PTS llamamos a los luchadores a impulsar este objetivo. Para este fin los llamamos a suscribirse y colaborar con la difusión de La Verdad Obrera.

1 Clarín, 22/11/05.
2 Clarín, 20/11/05.
3 Clarín, 22/11/05.
4 Clarín,19/11/05.



Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: