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Escándalos políticos, transfuguismo y cambios en el gabinete de Kirchner

Los "setentistas" de Repsol y Techint

9 de diciembre 2005

La sucesión de escándalos políticos protagonizados por el gobierno en los últimos días, del “affaire Borocotó” a la seguidilla de renuncias de Bielsa (primero a su banca de diputado para asumir como embajador en Francia, y luego renunciar a la embajada para asumir la banca), mostraron que la recomposición del régimen capitalista encarada por los gobiernos de Duhalde y Kirchner es aún limitada, y se ve constantemente socavada por la podredumbre de un régimen al que ningún maquillaje puede modificar su naturaleza. Si las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 no contaron con la fuerza social y política para dar una salida a la crisis favorable a los trabajadores y al conjunto de los explotados, sí provocaron un salto en la desintegración del régimen de partidos en los que se basó la dominación capitalista durante más de medio siglo, con la literal implosión del radicalismo y un agravamiento de la fragmentación del peronismo. Pese a su victoria electoral y a la debilidad de la oposición, el “kirchnerismo” no expresa una superación de esa crisis sino a una heterogénea e inestable coalición, tributaria de los grupos capitalistas que ganaron con la devaluación, reclutada en gran parte en base al manejo de la “caja” de los recursos estatales, con mayor debilidad aún que la que tuvo el peronismo bajo liderazgo “duhaldista” para enfrentar alguna crisis seria.

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Estos hechos opacaron el intento gubernamental de presentar el cambio de gabinete, con la renuncia forzada de Roberto Lavagna como dato saliente, como un paso en la conformación de un gobierno más “progresista”, que estaría terminando con el lastre heredado del duhaldismo. Así los nuevos ministros fueron presentados desde el gobierno como una profundización de su perfil “setentista”, amparándose en el pasado de militancia en la izquierda peronista de Nilda Garré y Jorge Taiana y en la izquierda de Felisa Miceli. Pero lo cierto es que hace tiempo que los tres mostraron su plena disponibilidad para gestionar los negocios capitalistas.

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Pese a las ilusiones que busca generar el gobierno, no hay que esperar ningún cambio sustantivo respecto a los dos primeros años de gobierno “nacional y popular”. La clase dominante consolidó con la devaluación un nuevo piso salarial del que no piensa retroceder, y el gobierno no tomará ninguna medida que modifique tal estado de cosas. En medio de un crecimiento continuo de la inflación, y más aún de la canasta básica que creció un 106,2% de la devaluación a esta parte, una de las principales preocupaciones gubernamentales es cómo frenar las luchas salariales, para lo cual cuentan con Moyano y la dirección de la CGT (y de la CTA) como grandes aliados. “Moyano es un dandy. Si llegase a actuar siempre como esta semana, me saco el sombrero”, cuenta Página 12 que dijo Alberto Fernández en un artículo donde se afirma que el “camionero es, a esta hora, un aliado muy cercano del gobierno”, como mostró su actuación en la huelga de Aerolíneas y lo “moderado” de los reclamos planteados en la reunión con el gobierno. Pese a esto la combinación de crecimiento inflacionario y altas ganancias empresarias continúan alentando los reclamos salariales: “Noviembre, récord en paros desde 1989”, titulaba un artículo de La Nación dando cuenta que en este mes por primera vez en el año la suma de las huelgas en la industria (25% del total) y los servicios (37,5%) superaron a los estatales (37,5%).

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Sin embargo, la prueba más clara de que no habrá cambios de importancia es la actitud de los grandes empresarios ante el reemplazo de Lavagna. Aunque los editorialistas de la prensa de derecha cuestionaron los cambios en el gabinete, los principales empresarios no se inmutaron mucho. Ven que el nuevo gabinete es propicio para continuar haciendo grandes negocios (y negociados). Por ejemplo, gracias a beneficios impositivos y subsidios, entre el 60 y el 70% del costo de obra del Gasoducto del Norte que construirá Techint será financiado con fondos públicos. Los márgenes de ganancias de las principales empresas se ampliaron enormemente con el actual gobierno. Aluar pasó de una rentabilidad sobre ventas del 16,1% en 2001 a 22,8% en 2004. Siderar, en el mismo período, de pérdidas de un 3,5 % de su facturación a ganancias de un 37% sobre sus ventas. Y Repsol-YPF del 10% al 25%. Lo que se llaman “ganancias extraordinarias”, aún si lo contrastamos con el promedio de las 100 principales empresas, que pasaron del 0,3% en 2001 al 8% en 20041. Y es a estas empresas que vienen obteniendo estas “hiperganancias” a quienes han ido la casi totalidad de los $1100 millones que Kirchner otorgó por beneficios fiscales, favoreciéndose los proyectos presentados por Aluar (que sola acaparó un 62% del total), Siderar, Peugeot-Citroen, Cargill, Siderca, Louis Dreyfus, YPF, Fate, Volkswagen, Aceitera General Deheza y General Motors. Una línea de seguir subsidiando a los grandes capitalistas que se continúa con los anuncios de la nueva línea de crédito lanzada por el Banco Nación. Son datos que bastan para entender el porqué los grandes empresarios poco se inmutaron con el nuevo gabinete. Business are business, aunque Morales Solá se ofusque desde un editorial de La Nación con Pescarmona por su falta de crítica al gobierno debido (o mejor dicho, “De Vido”) a que en Venezuela acababa de conseguir un negocio de 200 millones de dólares...

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Están por cumplirse cuatro años de las jornadas de diciembre de 2001. Por momentos el papel amortiguador de las contradicciones sociales que juega el crecimiento económico hace parecer que la clase dominante logró superar la “crisis de hegemonía” que evidenció la irrupción de masas. Pero no debemos confundirnos. El gobierno de Kirchner debe permanentemente dar cuenta de la nueva relación de fuerzas que crearon aquellos hechos. Se apoya en una coalición inestable precisamente porque es producto de un desvío y no está asentado sobre derrotas de magnitud, como sí fue, por ejemplo, el caso de Menem en los ’90, que se “estabilizó” luego de derrotar las luchas contra las privatizaciones. El “olvido” de esta diferencia por parte del gobierno, con una llamativa falta de “tacto” para medir la reacción popular, es la causa última de la sucesión de torpezas evidenciadas en los últimos hechos significando un importante desgaste para un gobierno que gusta presentarse como expresión de la “nueva política” pero no puede evitar día a día destilar la pestilencia de lo “viejo”.
Antes o después, las aspiraciones de los trabajadores, que todo este año tensaron sus músculos en centenares de luchas reivindicativas -según el artículo antes mencionado hubo en lo que va de este año 830 conflictos-, chocarán directamente con el gobierno de Kirchner. Este régimen político no tiene nada que ofrecer a la clase trabajadora. Pese a los parches, su podredumbre salta periódicamente por todos los poros.
Los debates actuales en la izquierda apuntan justamente a si la estrategia es buscar un lugar de reparto menor dentro del mismo o a si crear la herramienta que pueda jugar un papel en enterrarlo y llevar a un gobierno de trabajadores. Un gobierno que sea expresión de una verdadera democracia de los trabajadores y las masas explotadas, donde el “transfuguismo” endémico de los regímenes de las “democracias” capitalistas sea eliminado mediante el simple expediente de establecer que los representantes electos sean revocables por sus electores y ganen lo mismo que un docente o una enfermera. Y donde los trabajadores, terminando con la dominación imperialista y expropiando a los capitalistas puedan, a partir de la nacionalización de los principales medios de producción, planificar democráticamente la producción y reconstruir la sociedad sobre nuevas bases, empezando la construcción del socialismo. Desde el PTS nos proponemos construir el partido de trabajadores revolucionario necesario para materializar tal perspectiva.

1 Ver Horacio Verbitsky, La palabra justa, Página 12, 4-12-05.

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NOVENTISTAS


Felisa Miceli trabajó por años en Ecolatina, la consultora de Lavagna, de mano de quién llegó al Banco Provincia primero y luego a la presidencia del Banco Nación. Mientras los medios oficialistas pretenden darle una imagen de “militante social”, la verdad es que desde el Banco Nación jugó a favor de empresarios “emblemáticos” en esquilmar al estado como los Yoma y Sergio Taselli. Según denunció Jorge Lanata el marido de Miceli, Ricardo “Pacha” Velasco, un protegido de Julio De Vido, gestionó en el caso de Emir Yoma una reducción sustancial de su deuda de 80 millones de dólares con el banco. Y en el caso de Taselli, Miceli y Velasco remataron el frigorífico Santa Helena impidiendo que pase a manos de la cooperativa de trabajadores y permitiendo que se lo embolse el empresario1. Asímismo, el Secretario de Finanzas designado por Miceli, Alfredo J. Mac Laughlin, tiene en su currículum haber sido funcionario de la dictadura, del menemismo y gerente de empresas privatizadas.

• Taiana fue embajador menemista en Guatemala y miembro del equipo de relaciones exteriores de la gestión de Guido Di Tella, el ministro de las “relaciones carnales”.

• Nilda Garré fue Viceministra del Interior en el gobierno de la Alianza, cuando desde ese ministerio, al mando de Federico Storani, se ordenó a la Gendarmería reprimir a quienes cortaban el puente que une Corrientes con Resistencia y que produjo la muerte de Ojeda y Escobar, los primeros manifestantes asesinados del gobierno de De la Rúa.
Como dijo Margarita Perceval, la senadora mendocina del PJ en referencia al nombramiento de Nilda Garré como Ministra de Defensa: “me pregunto por qué, así como nos adjudican ser setentistas, no nos mencionan como noventistas, ya que durante esa década participamos en política y ocupamos cargos”2.

1 Ver Jorge Lanata, Felisa, me muero, Perfil, 4-12-05.
2 Página 12, 29-11-05.

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SALARIOS

• Los sueldos están, en promedio, un 10% debajo de la inflación.
• El de los privados la superan en un 7%.
• Los trabajadores no registrados han perdido un 27%.
• El sueldo de los empleados públicos ha caído un 28%.


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