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Italia

Los huelguistas sobrepasan a la burocracia

26 de enero 2004


Las luchas de los trabajadores del transporte en Italia cobran una nueva radicalidad. El 9 de enero los trabajadores del transporte, organizados en coordinadoras y por los llamados sindicatos de base (Cobas, Cub, RdB) y contra la voluntad de los sindicatos tradicionales (CGIL, CISL y UIL), realizaron un exitoso paro. Más allá de las reivindicaciones de los trabajadores (ver LVO 131) el gran hecho político es que por primera vez en decenios se logra una medida de fuerza nacional exitosa en un sector clave de la industria y los servicios, pasando por arriba a los burócratas sindicales. Esto pone en cuestión a la dirección del movimiento obrero de una de las principales potencias imperialistas.
Apenas hace un año y medio, Cofferatti, el ex Secretario General de la CGIL, organizaba manifestaciones de varios millones de personas y era presentado como una gran figura política. Pero lo que se vio actualmente en las movilizaciones fue la voluntad de lucha de la mayoría de la clase obrera italiana, más que el sostén al burócrata de turno. Hoy Cofferatti solamente llega a candidatearse como intendente de Bologna (lejos de transformarse en el gran referente para la "izquierda" reformista) y la CGIL está cuestionada en uno de los puntos centrales de la clase obrera italiana. No se descarta que esto pueda extenderse como una mancha de aceite.
La joven clase obrera italiana, que no está ligada orgánicamente a los "viejos sindicatos" ni a los "viejos partidos" (como lo estuvo hasta hace 15 años principalmente al PCI y a la CGIL) pero que está politizada, ve con simpatía y participa en el movimiento "antiglobal", es la que hoy empuja al conjunto de los trabajadores a luchar por sus reivindicaciones. Precarios y mal pagados, sin referentes políticos y sindicales entre los dirigentes "oficiales", los jóvenes trabajadores son uno de los elementos más explosivos de la situación política italiana actual.
Las "huelgas salvajes" de los trabajadores del transporte se iniciaron el 1° de diciembre y se expandieron desde Milán al resto de Italia. Después del paro del 9 se realizaron otras huelgas salvajes en Milán que duraron dos días y concluyeron con un aumento de sueldos para los transportistas de esa ciudad. Más allá de la campaña iniciada por la prensa burguesa, según las encuestas del diario La Repubblica, la mayoría de la población (52%) simpatiza con las medidas de los trabajadores, pese a que la centroizquierda, la centroderecha y los sindicatos las repudian. La justicia había hecho citaciones y amenazas a los transportistas milaneses en huelga pero no fueron respetadas. Los llamados "servicios mínimos" que deben ser garantizados en determinadas franjas horarias (algo que fue acordado entre las centrales sindicales y el anterior gobierno de centroizquierda), fueron violados por los trabajadores. El intendente de Milán, que amenazó con despidos masivos (las empresas de transporte en Italia son municipales), terminó por otorgar un aumento de sueldo.
No obstante este triunfo parcial (sobre todo porque es a nivel local), la coordinadora de trabajadores del transporte convocó a un nuevo paro nacional para el 30 de enero. Las direcciones sindicales oficiales han elegido el mutismo y ya no critican públicamente a los transportistas como lo hicieron el 1° de diciembre por el importante consenso con el que cuentan, y se dedican a negociar alguna concesión de las empresas de transporte, para intentar demostrar que las cosas se "ganan" en la mesa de negociaciones, mientras intentan calmar la furia de los choferes. Pero hay cosas que ya son obvias. Il Manifesto del 15 de enero titula "Luchando se puede" y explica en una nota de tapa que los trabajadores no son ningunos "salvajes" y se preguntan "¿a dónde va la CGIL?" (la vieja central sindical "progresista") después de que fue sobrepasada por los trabajadores. Igualmente el reaccionario Corriere della Sera del 10 de enero reconoce que "Los Cobas ya forman parte de la política nacional" después del suceso de la huelga del 9.
Las importantes huelgas de hoy en día, tanto en Alitalia o entre los precarios telefónicos de TIM como en la educación, tienen a los dirigentes sindicales oficiales manteniendo discursos "combativos" para evitar que se repita el panorama de los transportistas. "Nunca como ahora -responde Nannini de la coordinadora de la huelga- registramos una solidaridad de todas las partes". Fue instituido un fondo de resistencia, se multiplican las acciones de solidaridad, asociaciones de consumidores lanzan la "huelga del boleto". "Parecerá difícil, pero no parece que esta revuelta de base esté cercana a apagarse" dice Francesco Picccioni en Il Manifesto del 21 de enero. Es que la simpatía que genera esta lucha está basada en su radicalidad, la decisión de ir hasta el final, el cuestionamiento a la burocracia sindical y en el método democrático de acción decidido en asambleas y coordinadoras.
La crisis de los sindicatos en Italia y el crecimiento del los sindicatos "de base" coincide con una crisis mayor del reformismo en el Viejo Continente y con una crecimiento de la franja de "izquierda de la centroizquierda". Esto que en Francia se expresa electoralmente en los votos a la llamada "extrema izquierda", en Italia se dio a través del movimiento "antiglobal" y por los sindicatos "de base". Refundación Comunista, que se ubicaba a la izquierda de la centroizquierda, hoy está preparando la alianza con la centroizquierda del Olivo. Se acaba de crear en Berlín una corriente europea de todos los ex PC stalinistas, que se preparan para hacer alianzas con la socialdemocracia para que recuperen algunos gobiernos (como sería el caso de España e Italia). Pero en el caso italiano, los sindicatos están empezando a ser cuestionados seriamente por izquierda (en el caso de los transportes es de masas) y la juventud se ha venido politizando en los últimos años en el llamado "movimiento de los movimientos". Si Refundación Comunista se juega mucho en su proyecto de alianza con la centroizquierda, va a haber un importante sector de trabajadores y jóvenes (particularmente entre la nueva juventud obrera) que dan luchas que pierda un referente político entre los políticos "oficiales". Los Cobas, Cub, etc., solamente prometen ser más "consecuentes" que la burocracia sindical en sus luchas, pero no proponen una alternativa política que no sea "resistir" a los gobiernos de turno y no luchar por el poder de los trabajadores. No está descartado que si se instalan se transformen en una nueva burocracia "de izquierda" con un discurso más combativo. Ya para el paro del 30 llamaron a respetar los horarios "protegidos" por la ley antihuelgas (Il Manifesto, 21/1). Es a estos trabajadores y estudiantes de vanguardia, que están haciendo la experiencia con la burocracia sindical y la centroizquierda, que hay que proponerle una alternativa política, un partido de trabajadores revolucionario.

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