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La "integración" que promueve Chávez y su doble discurso

27 de julio 2006

Si Kirchner buscó mostrarse junto a Lula como expresión de un “posibilismo progresista”, como lo denominó el Secretario de Cultura José Nun, Chávez tuvo un discurso diferente según quién fuese el interlocutor. Mientras en el acto realizado junto a Fidel Castro en la Ciudad Universitaria de Córdoba volvió a decir, citando a Rosa Luxemburgo, que la alternativa era “socialismo o barbarie”, en su intervención durante la reunión de presidentes puso como modelos a seguir los planteos de los ya fallecidos Celso Furtado y Raúl Prebisch, y del economista argentino Aldo Ferrer. Los tres se cuentan entre los principales referentes de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina, que fuera fundada a partir de una iniciativa de Naciones Unidas en 1948). Con variantes, los argumentos de estos autores tienen en común haber sido base de distintos planteos de tipo “desarrollista burgués”. Un ejemplo reciente de ellos se encuentra puede verse en nuestro país en el llamado “Plan Fénix”, que tiene a Aldo Ferrer (quien fue Ministro de Economía del breve gobierno militar de Levingston, entre la caída de Onganía en mayo de 1970 y el ascenso de Lanusse en marzo de 1971) como uno de sus inspiradores, un “plan” que comulga con lo esencial de la política económica de Kirchner. Desde los planteos originales de Prebisch, los “cepalianos” han sido sostenedores de la falacia de que las burguesías latinoamericanas son capaces de superar el atraso y la dependencia de nuestros países, cuestión que los hechos han desmentido una y otra vez.

Como vemos, la “integración” propuesta por el “bolivariano” nada tiene que ver con el socialismo de siglo alguno, sino es una donde permanecen intactas las bases capitalistas del orden social que, con excepción de Cuba, rige en los distintos países de América Latina. No extraña. En los años que lleva en el poder, Chávez, más allá de toda la retórica sobre la “revolución bolivariana”, no ha avanzado en tocar las fuentes del poder económico de la oligarquía venezolana, aún la de aquellos que manifiestamente organizaron el golpe imperialista de abril de 2002 o el posterior “lock out” patronal, ambos derrotados gracias a la activa intervención del movimiento de masas. De ahí que, aunque los altísimos ingresos logrados por la renta petrolera permitieron políticas de asistencia social a los sectores más pauperizados, mejorando sus condiciones sanitarias y educativas, los niveles de pobreza siguen siendo muy altos y la participación de los trabajadores dentro de la renta nacional no ha sufrido grandes variaciones.

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