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Nacionales

FMI, deuda y gobierno

La "firmeza negociadora", según Kirchner

13 de agosto 2004

El FMI suspendió el acuerdo de entrega firmado en Dubai por el gobierno, pateando hasta octubre o diciembre las aprobaciones. Se congelan desembolsos y los escasos créditos pactados, y 500 millones de dólares que debía girar el Banco Mundial para “ayudas estructurales” quedaron en el aire. Exigen más ajuste y aumento en el volumen de pagos. El FMI, junto a los tenedores de bonos y los bancos, considera “insuficiente” el último plan de entrega presentado a los acreedores privados, y presiona utilizando a los bonistas para profundizar el saqueo.
Kirchner contestó a la ofensiva imperialista con la “audacia” de costumbre, y se dispone a seguir pagando y girar 2700 millones de dólares que restan de acá a fin de año mediante las reservas del Banco Central. El endurecimiento del FMI lo presenta como una táctica propia de su “dureza”, y “para rechazar sus condicionamientos” (Página 12, 08/08/04) continuará pagando. Curiosas formas de llevar adelante la “dignidad nacional”. En marzo dijo que no utilizaría las reservas. Días atrás, frente a esta situación, Aníbal Fernández afirmó que “estamos en condiciones de seguir cumpliendo; en una posición más aliviada que hace un año” (Clarín, 10/08/04). ¿Qué entenderán por una situación “más aliviada”?
Los kirchneristas tienen la gran facultad de presentar la entrega de la nación como un beneficio para el pueblo -según esbozan- amparándose en una “negociación dura y digna”. Como se ve las reservas han dejado de pertenecer a esta última categoría. Son absurdas -de mínima- las reflexiones de Horacio Verbitsky, que ante este escenario proyecta que “los planes de ajuste estructural que comenzaron a aplicarse luego del ’55 podrían llegar a su fin” (Clarín, 10/08/04), mientras se reafirma la voluntad de seguir honrando la deuda, se entrega el ahorro nacional y ahora parte de las reservas. ¿No implica, acaso, el pago -por mínimo que sea, cosa que no es- “ajustes” sobre el pueblo? Este periodista y paleontologo, que define a la izquierda como algo arcaico, parece encontrar en Kirchner los restos del “nacionalismo burgúes perdido”.
El ajuste se está aplicando y lejos está de su fin. ¿Qué es sino la Ley de Responsabilidad Fiscal votada hace unos días, que acogota los presupuestos y congela los salarios provinciales por un largo tiempo?; ¿de qué se trata sino los casi U$S 8000 millones girados sólo al FMI desde la devaluación? El gobierno viene cumpliendo a rajatabla y diseñó una forma de pago a través de un giro fiscal descomunal, sin precedentes en la era “democrática”. Cavallo sonríe cómplice. Las “metas” fiscales era una de las principales ambiciones del imperialismo.
Pero el FMI exige más: un aumento del 3 al 4% del superávit fiscal, ajustes en las tarifas de servicios públicos, la ley de coparticipación federal, la privatización del Banco Nación y Provincia y la apreciación de la moneda en más de un 20%. Lavagna piensa utilizar este tiempo para ajustar más concesiones sobre la propuesta presentada (que implica nuevos bonos por más de U$S 45.000 millones a tasas de interés superiores a la media mundial, la imposición de un superávit eterno y la hipoteca en más de 40 años de tres generaciones de trabajadores). Según Juan Alemann (La Razón, 12/08/04) , el gobierno mejorará esta oferta, a pedido del FMI, mediante el pago en efectivo de U$S 2.000 millones y la Corte Suprema aprobaría la compensación a los bancos por la pesificación antes de fin de año. A la vez, dan por sentado el canje de bonos con las AFJP y les darán el marco legal apropiado para legalizar la estafa, que derrumbará los ahorros de millones de trabajadores.

Ir a fondo contra el Fondo

El imperialismo no tiene límites y la cobardía de la burguesía nacional es inherente a su función de socio menor capitalista. La deuda es una herramienta de sometimiento y hambre contra el pueblo.
La propaganda oficial de Kirchner como un “duro negociador” no es más que la necesidad del capitalismo nacional de esconder otra liquidación para poder continuar realizando sus prósperos negocios y levantar las migajas que le deja un Fondo cada vez más buitre. La entrega y pago, que tiende a avanzar, no pueden seguir siendo ajenos al debate popular y continuar alejados de la decisión democrática del pueblo sobre cuestiones fundamentales que hacen al presente y futuro de millones de familias de trabajadores ocupados y desocupados. La lucha por imponer un referéndum, plebiscito o consulta popular vinculante para que el pueblo decida sobre el pago o no pago de la deuda toma más cuerpo y urgencia.
Para ir a fondo contra el Fondo, las organizaciones de izquierda, sindicatos y agrupaciones clasistas junto con los movimientos de desocupados y sociales combativos debemos encarar desde abajo una campaña política e impulsar y extender juntos la pelea contra el imperialismo.

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