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La estafa de los “copagos”

22 de febrero 2007

Los negociados de la salud
La crisis en el sistema de salud, tanto de los hospitales públicos como de las obras sociales, fue aprovechada por los capitalistas, que captaron a los trabajadores mejores pagos y la clase media para sus clínicas y sanatorios. Esto se desarrolló en los ‘90 con la proliferación de la medicina privada. Posteriormente, con la crisis económica generada por los planes neoliberales asistimos al cierre de muchas de estas instituciones y la concentración del sector, lo que arrojó a la calle a miles de trabajadores y dejó sin atención a miles de afiliados. En el 2000 De La Rúa avanzó con la desregulación de las obras sociales (comenzada por Menem) permitiendo en éstas la injerencia de las prepagas, lo que fue otro paso adelante en la privatización de la salud. Con la crisis de 2001, el gobierno de Duhalde decretó la “emergencia sanitaria”, que por ejemplo permite a clínicas y sanatorios postergar el pago de impuestos (incluidos los aportes jubilatorios y de obras sociales de los trabajadores). Hoy en día se estima que los capitalistas de la salud adeudan unos $ 1.000 millones, que Kirchner se prepara a refinanciar en cómodas cuotas y con un módico interés.
No conformes con su rentabilidad, los empresarios se preparan -con la anuencia del gobierno- para implementar nuevos planes. Estos son los “copagos”, que es un arancel adicional que debe pagar un afiliado cada vez que necesita atenderse además de la cuota mensual (ver recuadro “El valor de …”). Para quien no opte por esta opción, le corre un aumento del 22%. Como afirman todas las entidades de defensa del consumidor, el anuncio de los empresarios del sector junto al gobierno, de dar marcha atrás en el aumento a los copagos tuvo como objetivo embellecer este sistema para convencer a los afiliados a incorporarse a los mismos.
 
Un ataque a los trabajadores y el pueblo
Uno de los argumentos esgrimidos a la hora de justificar estos aumentos es que la medicina privada sólo afecta a los sectores más pudientes. Nada más falso, la secuela de los ’90 que se manifestó en salarios miserables y millones de desempleados, dejó en crisis a la mayoría de las obras sociales. A esto hay que sumar la posibilidad de traspaso de una obra social a otra (Decreto 9/93 de Menem), que dejaba en crisis a las obras sociales más pequeñas. De La Rúa (con el decreto 446/2000 y 1140/2000) permitió la entrada de la medicina privada a las obras sociales. En todo este proceso muchas obras sociales chicas desaparecieron dejando a sus afiliados en la opción de pasarse a otra o a alguna prepaga, mientras otras se asociaron a la medicina privada, ya sea mediante la atención de sus trabajadores o la prestación de servicios, previo pago de un arancel. Esto llevó a muchos trabajadores a afiliarse directamente a la prepaga porque así podían recibir una mejor atención. También las obras sociales grandes establecieron diversos acuerdos con la medicina privada. Otro sector que también se afilió a alguna prepaga fue el que directamente no tenía obra social, ya sea por trabajar en negro o por su cuenta. Así miles de trabajadores y sectores de la clase media baja terminaron en la medicina privada ya que era la única manera de cuidar su salud.
Hoy en día la situación no ha mejorado. La realidad es que no hay una política sanitaria que organice el sistema de salud, para garantizar la completa atención en primer lugar de los sectores más desprotegidos y de todos los trabajadores y el pueblo.
Hay que luchar por revertir esta situación impulsando un plan único de salud bajo control de los trabajadores, que comience por la ampliación del presupuesto para los hospitales públicos de todo el país, que permita mejorar las condiciones edilicias, de insumos y salariales de los trabajadores y profesionales para garantizar una atención adecuada, programas de prevención y remedios gratuitos para los trabajadores y el pueblo que asisten a estos centros sanitarios, y también construir más hospitales donde fuera necesario.
Asimismo, debemos impulsar la expropiación sin pago de todos los sanatorios y hospitales privados para incorporarlos a dicho plan de salud, lo que directamente ampliaría la capacidad de atención a los sectores más postergados. 
Otro gran negocio en la salud son los laboratorios, en su gran mayoría multinacionales, que lucran con los precios de los medicamentos que aumentan sin cesar. Hay que expropiarlos sin pago y ponerlos a producir bajo control de los trabajadores para garantizar medicamentos baratos para toda la población.
Las obras sociales son una conquista de los trabajadores, hay que imponer que se financien con el aporte exclusivo de los empresarios.
Por último, hay que afirmar que la burocracia sindical maneja las obras sociales sin ningún tipo de control y lucrando a su antojo. Así, muchas obras sociales se hundieron sin que burócratas den alguna explicación. También fueron cómplices de la desregulación de las obras sociales participando en el negocio de los capitalistas de la salud. Debemos luchar por el control de todas las obras sociales por trabajadores elegidos en asambleas de cada obra social.

Prensa

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