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Neuquén

La crisis capitalista mundial en Neuquén y la respuesta de los sindicatos

PTS Neuquén

4 de abril 2009

Llegó para quedarse

Hemos vuelto a escuchar el discurso del ajuste, la responsabilidad ante la crisis, “no pidamos imposibles”: a marzo, ya son 1200 las empresas que pidieron suspensiones y despidos, 32.000 ya se concretaron. Desde el punto de vista de los Estados, la crisis significa aumento del déficit y falta de crédito. Esto repercute en los gobiernos provinciales, que normalmente cubren con deuda su déficit fiscal –que en 2009 sería de $6000 millones. Pero también la política de “no hay plata” puede ser más o menos mentirosa -exageran los egresos y ocultan los ingresos recurriendo a todo tipo de maniobras contables y financieras . Sin embargo, tarde o temprano, como tendencia, la crisis económica se traducirá en crisis fiscal. Este es el nuevo escenario, veamos ahora las posiciones de los sindicatos.

Pereyra: salarios por empleo

Según reconoce Guillermo Pereyra ya son más de 3.000 los suspendidos y 1300 los despidos anunciados por las empresas, amparadas en el convenio que él firmó. Estas medidas responden a un esquema: la crisis estaría generada por los “costos salariales” excesivos de las empresas. Este es el argumento que las empresas usan para descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Este argumento, falso e interesado, pretende que sea el salario obrero la variante de ajuste en el esquema de las decisiones empresarias. ¿Y por qué no ajustar sus ganancias acumuladas y defender el salario y el empleo? En boca de la burocracia tiene, además, consecuencias políticas, ya que facilita la política patronal de mantener la producción superexplotando a los obreros que “quedan adentro”.

Si la crisis tiene la magnitud esperada, los despidos y suspensiones no van a frenarse porque se acepten rebajas salariales, que sólo van a redundar en aumento de la pobreza de los desocupados y de la explotación de los ocupados. El único resultado de esta política patronal-burocrática es que se desarticulen las posibilidades de una respuesta de los trabajadores, profundizando la división y desmoralización: al cierre de esta edición, bajo amenaza de un paro, se dictó la “conciliación obligatoria” que freno por 10 días los 1300 despidos programados.

CTA: aumento del consumo

La situación de la CTA es diferente, en principio, porque ATE y ATEN, sus gremios de base, sostienen luchas defendiendo el salario y el empleo. Mínima y descoordinada, esta resistencia contrasta con la actitud de la misma CTA en la industria (neumático por ejemplo) donde aceptó suspensiones y despidos. Veamos lo que dice Horacio Fernández, secretario general de Neuquén: “los grupos dominantes en nuestro país sobreactúan las consecuencias de la crisis económica global”. Así, mientras las empresas acumularon ganancias, los salarios crecieron menos que la inflación. Y agrega: “no podemos aceptar la extorsión que ya vivimos en la década del ´90 cuando con la promesa de conservar puestos de trabajo querían que se tolerara cualquier tipo de precariedad
laboral, baja de salarios y disminución de las condiciones de empleo.” Por un lado está la correcta definición de que la crisis no la paguemos los trabajadores; por el otro la supuesta “sobreactuación” de la burguesía –también se ha escuchado a referentes de ATE y ATEN decir: si hablamos de crisis, los compañeros se asustan...

Esta idea es engañosa y peligrosa: 1) la crisis va a tener proporciones históricas y catastróficas: desocupación, caída del comercio y desvalorización de activos, etc. No decir esto es beneficioso para la clase dominante. 2) la supuesta “sobreactuación” podría ser algo cierta en cuanto a las finanzas públicas pero, tarde o temprano, la crisis llegará a los estados. La actitud de Sapag es preventiva: defiende los intereses capitalistas. 3) es incorrecta porque quiere ver una contradicción entre ganancias y crisis.

El capitalismo recompone sus ganancias por medio de crisis y, en el siglo XX, guerras; se desenvuelve por medio de ellas, cada una más destructiva que la anterior. Ganancias y crisis no son contradictorias de manera absoluta: a los capitalistas les importa no sólo el cúmulo (masa) de sus ganancias, sino, preponderantemente, cuánto ganan en relación al capital invertido (tasa). Fernández defiende una política de redistribución de la riqueza: “de la crisis no se sale subsidiando grupos empresarios y bancos. El mercado interno y la economía avanzan si lo que se subsidia es la demanda. Es decir hay que poner los recursos en los bolsillos de los sectores populares”. Para lo cual plantea una “asignación universal” para los jóvenes, aumento de jubilaciones y salarios. Cualquier conquista obtenida por medio de la lucha es un paso, pero decir que con esas medidas de “subsidio de la demanda”, “avanza el mercado interno” y “se sale de la crisis…” es completamente erróneo. Supone, en primer lugar, que la causa principal de la crisis, es la diferencia entre producción y consumo, que la venta de los saldos de bienes de consumo reactivaría la economía. Supone que ante una caída de las ganancias, una redistribución significativa del ingreso nacional –que de ser progresiva saldría de las ganancias de los capitalistas- no repercutiría sobre los niveles de empleo e inversión. Error. Es suponer que los capitalistas aceptarían aumentos de los salarios o de impuestos, al tiempo que mantendrían la inversión para seguir desarrollando la producción. Imposible, la producción capitalista tiene un solo fin: el lucro. Además esta explicación fuerza conclusiones reformistas, considerando que las crisis pueden tener resoluciones favorables a los trabajadores en los marcos del capitalismo: “no habrá una nueva matriz distributiva que termine con la pobreza si lo que no se discute es un nuevo modelo productivo para el país”. ¿Cómo? Construyendo la Constituyente Social que luche por un nuevo modelo e impulsando “medidas de acción directa para frenar, sino ganar frente a la emergencia que vive nuestro pueblo”. Lo cual queda en letra muerta cuando en Neuquén los docentes y estatales ya están en lucha y la CTA se niega a unificar un plan de lucha para imponer su programa.

El problema es “el sistema”: la “matriz distributiva” en el capitalismo incluye a los pobres. No puede haber capitalismo sin que millones de asalariados estén en la pobreza, o bien sientan la amenaza de caer en ella. Y esto no va a cambiar con la “oposición” de un “modelo” diferente, sino con una revolución social que otorgue el control de la producción a los trabajadores, que liquide al capital para liquidar su reverso, la pobreza.

Un programa para enfrentar la crisis

En teoría la CTA lucha por la redistribución de la riqueza, en la práctica separa las luchas reales (salario y empleo) de una futura lucha contra la pobreza. Para enfrentar la crisis hay que unificar las luchas y levantar un programa acorde: no al chantaje, apertura de los libros de contabilidad de empresas; que la crisis la paguen los capitalistas: nacionalización sin pago de las empresas petroleras, expropiación de los terratenientes y capitalistas agrarios, no pago de la deuda externa nacional y provincial; ante los despidos y suspensiones: reparto de las horas de trabajo manteniendo el salario; expropiación y puesta en funcionamiento bajo control obrero de toda empresa que cierra y despida, impuestos progresivos a las grandes fortunas, etc. Un programa que indique dónde está la plata, que dé una perspectiva, que una los objetivos que los trabajadores están dispuestos a defender ahora con la perspectiva de una lucha anticapitalista, la única perspectiva para que la crisis no la paguen los trabajadores. Que las luchas por demandas básicas (salario) triunfen en un contexto de crisis capitalista depende de un correcto análisis de la situación, de un programa que plantee una salida favorable al conjunto de los trabajadores -que logre “el apoyo de la comunidad”-, de una organización democrática y combativa y, finalmente, de la capacidad de superar el marco corporativo, sindical, para articular “su” lucha como una causa de “todos”, para que los gobiernos prefieran dar “algo” para no “perder todo”.

El análisis, la política y la práctica de la dirección de los sindicatos en Neuquén no abonan la perspectiva de que la crisis la paguen los capitalistas, al contrario, una defiende una variante patronal reaccionaria, la otra es reformista y por lo tanto impotente. Es necesaria otra perspectiva.


1 Miguel ˜ángel Fuks, Diario Río Negro, Suplemento Económico, 15/03/09, edición on-line.
2 Escuchar en www.oyr.org.ar el análisis de Juan José Gonzáles del Presupuesto neuquino
3 Horacio Fernández, “Editorial: ganarle al hambre y construir un nuevo modelo de sociedad”, Memoria 2008, CTA Neuquén, s/f, p. 2. A continuación todas las citas provienen de esta fuente.
4 La política de “constituyente social” de la CTA ya ha sido criticada tanto en La Verdad Obrera (nacional) como en sus versión del Neuquén y Alto Valle, a esas criticas nos remitimos.

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