El 21 de febrero nos movilizamos en Santa Rosa alrededor de 2000 docentes de distintos lugares de la provincia junto a trabajadores de ATE, estudiantes secundarios y universitarios en reclamo de aumento salarial y otras reivindicaciones. Fue una de las marchas de trabajadores más grande de los últimos años. Cada escuela era encabezada por una pancarta con su nombre o número, algunos con reclamo por salarios dignos y mejores condiciones laborales, otros por aumento de salario igual a la canasta familiar equivalente a $1.580 por cargo, y presupuesto educativo sobre la base del no pago de la deuda externa y la derogación de la Ley Federal de Educación.
Al grito de “se siente, se siente, se viene con los paros, otra lucha docente” llegamos a Casa de Gobierno y los dirigentes se prestaron a ingresar para presentar su petitorio, fue en ese momento que un sector importante de la movilización exigió que se ponga a consideración. Si bien se hizo oídos sordos al reclamo de asamblea y luego se llamó a desconcentrar mientras desplegaban a su cuerpo de matones, un docente logró conquistar el micrófono y dio inicio a la asamblea, planteando que teníamos que seguir el ejemplo de los compañeros de subterráneos, que enseñaron que hay otra forma de pelear a la que propone la burocracia: toda acción fue debatida y votada en asambleas por los trabajadores. En la fila de oradores había estudiantes secundarios y universitarios que se habían cansado de pedir el micrófono para acercar su solidaridad. Sin embargo, no tuvieron suerte, les arrancaron el micrófono de las manos, y al verse desbordada por la insistencia de los presentes la conducción se fue tan apurada que se olvidó la inmensa bandera que flanqueaba la movilización. Pero los docentes no nos dimos por vencidos y acordamos impulsar un repudio al secretariado provincial de la UTELPA por haber impedido una asamblea general. Hace falta la unidad en un plan de lucha nacional.