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Internacional

La “Misión” del Papa en Brasil

17 de mayo 2007

¿Cuál fue el motivo de la visita del Papa a América Latina?
Su principal objetivo, según el Papa, era presidir en Aparecida la sesión de apertura de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño:

“Este país deberá servir de cuna para las propuestas eclesiásticas que, Dios quiera, podrán dar un nuevo vigor e impulso misionario a este continente” (Folha de S˜ão Paulo, 10/05). Sin embargo, su agenda no se limitó a esto. Sus encuentros con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y con el gobernador de San Pablo, José Serra, expresaron la necesidad de que la Iglesia Católica intervenga en el escenario político latinoamericano para salvaguardar sus intereses, debido a cuestiones candentes, como la legalización del aborto y la eutanasia; mayor inserción de la Iglesia en el territorio brasileño, sobre todo en los territorios indígenas y, en el campo religioso, la batalla por los fieles, hoy en disputa con las Pentecostales (movimiento cristiano con un importante impacto dentro del catolicismo). El Papa pretende promocionar los valores católicos, sea en el ámbito privado (familia) como en el público (Congreso).
Bajo el discurso de impulsar la “paz” Joseph Ratzinguer hizo una apología del papel asistencialista de la Iglesia, como vía para responder a la inmensa explotación y miseria a la que está sometida la mayoría del pueblo y los trabajadores brasileños. “Si las personas están en una situación de pobreza, es necesario ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad, para que se sientan amadas de verdad”. Con eso, busca hacer que la Iglesia cumpla de manera más eficaz su papel de apaciguador de la lucha de clases.

Como no podría dejar de ser, Joseph Ratzinguer vino a defender los valores retrógrados de la Iglesia, que condenan la homosexualidad; están contra el derecho al aborto, contra el uso de anticonceptivos -alegando que éstos conducen a la promiscuidad-; están en contra del divorcio y defienden la castidad como un principio moral; dicen estar a favor de la vida, pero condenan el uso de células madre para salvarlas; defienden la asistencia a los pobres, pero cobran el diezmo de sus fieles, en su gran mayoría, provenientes de las clases explotadas, mientras tienen riquezas incalculables por todo el mundo, siendo el Vaticano su símbolo, donde toda cruz es bañada en oro.

Lula recibió al Papa con alfombra roja y mucha diplomacia, intentando ubicarse por encima de las cuestiones polémicas. En su declaración, decía estar personalmente en contra del aborto, pero como presidente de la República, ubica la cuestión en el ámbito de la salud pública, intentando evitar roces con los sectores más reaccionarios y con los más progresivos, a favor del aborto. Mientras tanto, el Papa dice lo que quiere, critica el aborto y la eutanasia en sus discursos, alegando “respeto por la vida, desde su concepción hasta su natural declive” ((Folha de S˜ão Paulo, 10/05). Respecto a México, donde recientemente fue legalizado el aborto en varios casos la Iglesia amenaza con excomulgar a los parlamentarios que votaran la legalización, el Papa fue contundente, afirmando que apoyaba la excomunión no sólo de los políticos sino de cualquier individuo envuelto en la práctica del aborto.

De acuerdo con una encuesta publicada en 2006 por la Organización Mundial de la Salud, cada año cerca de seis millones de mujeres practican abortos clandestinos en América Latina; 1,4 millones de estas mujeres son brasileñas y una de cada 1.000 muere como consecuencia del aborto.

Estos números ponen en jaque la demagogia que está detrás de los valores pregonados por la Iglesia, que condena el aborto “en defensa de la vida”, mientras miles de mujeres mueren por abortos clandestinos, sobre todo aquellas que viven en situación de miseria y de hambre y no podrían mantener más de un hijo.

A pesar de entender el derecho al culto religioso como un derecho democrático, no podemos dejar de decir que en el marco de este sistema que esclaviza a los trabajadores para enriquecer a una ínfima minoría, estamos en contra del papel reaccionario que cumple y siempre cumplió la Iglesia a lo largo de la historia, introduciendo valores intolerantes y teniendo un importante peso en un Estado supuestamente laico.

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