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La DAIA contra la izquierda universitaria

7 de septiembre 2006

Como es de conocimiento público, las autoridades de la DAIA y un grupo anónimo acusaron a diversas agrupaciones estudiantiles de izquierda y docentes de la cátedra libre de Estudios ˜árabes de incitar una campaña antisemita en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Estas graves acusaciones fueron desmentidas rotundamente por el CEFyL, Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, en su comunicado de prensa del 30/08/061. Sin embargo, hace pocos días una serie de empresarios y periodistas como Guillermo Grobocopatel y José Eliaschev secundaron las denuncias de la DAIA, y reivindicaron el “legado moral” del Estado de Israel en oposición al “terror” de Hezbollah y Hamas. Evidentemente, en su afán de defender al Estado sionista, las autoridades de la comunidad judía y sus lacayos se proponen desacreditar como antisemita a todo aquel que cuestione el terrorismo de Estado y reivindique tanto el legítimo derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino como la lucha de los pueblos árabes en pos de su emancipación del imperialismo, más allá de la ideología reaccionaria de movimientos islámicos radicales como Hezbollah y Hamas. 
Muy por el contrario, en realidad fueron las autoridades de las instituciones sionistas argentinas las que resolvieron lanzar una campaña de calumnias con el objeto de silenciar las voces que cuestionan la política de exterminio inherente al Estado sionista, demostrada una y mil veces durante los 34 días de guerra contra el Líbano. Desde el programa La Voz y la Opinión, autodenominado “periodismo judío independiente”, estas autoridades calificaron al premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, y al escritor Jose Saramago como “antijudíos” y “judeo-fóbicos”2 por denunciar las penurias atravesadas por los niños libaneses. Las acusaciones de antisemitismo alcanzaron el ridículo cuando tacharon de “judíos vergonzantes” a numerosos periodistas como Marcelo Zlotogwiazda y Ernesto Tenembaum por manifestar su oposición a la brutal guerra. Pero fue el embajador del Estado de Israel, Rafael Eldad, quien llevó al extremo este curso, acusando al analista de orígen judío, Pedro Brieger, de ser antisemita, agente de Al Qaeda y amigo de Hezbollah, solicitando a las autoridades de Canal 7 y Radio Nacional considerar la rescisión de su contrato3. Con justa razón, el decano de Filosofía y Letras, Hector Trinchero, declaró que “a veces no se distingue la crítica a un Estado con la crítica necesaria al racismo y las prácticas racistas”4. En la misma dirección, un editorial del diario Clarín observó que “los defensores de ese Estado (por Israel) atribuyen las críticas políticas a razones raciales … con el propósito de debilitar los argumentos políticos”5 de sus adversarios.
A su vez, esta campaña de calumnias pretende abroquelar a todos los judíos como un bloque homogéneo identificado con las necesidades del Estado hebreo. Pero varias personalidades eludieron la trampa, y denunciaron públicamente el origen terrorista del Estado de Israel y sus consecuencias sobre los acontecimientos recientes. Juan Gelman señaló con precisión el terrorismo de Menahem Beguin y las bandas paramilitares del Irgún como elementos fundantes del Estado6, sobre la base de la expropiación territorial del pueblo palestino. Horacio Verbitsky narró un episodio conmovedor, trazando una analogía entre “el niño gris”, uno de los 40 niños entre las 60 personas asesinadas en la masacre de Qana, y el niño judío de 5 años que marchaba hacia un campo de concentración nazi con las manos sobre la nuca, captado en una célebre fotografía que pasó a la posteridad7. Igual de valientes fueron las actitudes de Leon Rozitchner, Alejandro Horowicz y otros, quienes firmaron una solicitada titulada “no al genocidio del Estado de Israel”8, denunciando las atrocidades cometidas por el ejército israelí. Quienes calumnian a las agrupaciones estudiantiles de izquierda como antisemitas arrastran sobre sus espaldas la complicidad con Rubén Beraja, la SIDE y el menemismo de ser partícipes del fraude y encubrimiento del atentado a la AMIA, un crimen impune que demanda justicia hace más de 12 años.
Augusto Bebel, el gran dirigente obrero del partido socialdemócrata alemán, decía que el antisemitismo era “el socialismo de los imbéciles”. Siguiendo el legado de Marx, Bebel, Guillermo Liebkneckt y Carlos Kautsky desmitificaron los prejuicios ideológicos que estereotipaban a los judíos como dueños de la riqueza y señalaron su carácter como minoría oprimida. Así explicaron a los obreros que los patrones judíos eran sólo una pequeña parte de la burguesía, y que su lucha debía ser focalizada contra toda la burguesía como clase explotadora de conjunto. Los marxistas revolucionarios luchamos contra el antisemitismo, así como contra cualquier otra forma de racismo, una excrescencia propia del desarrollo capitalista, y defendemos a brazo partido los derechos democráticos de todas de las minorías oprimidas. Sin embargo, denunciamos el carácter reaccionario del Estado de Israel quien hace casi 60 años se erigió en un ejército de ocupación permanente sobre el pueblo palestino, manteniendo una guerra perpetua con los pueblos árabes del Medio Oriente para imponer los designios del imperialismo norteamericano.
1 Ver LVO 202.
2 Programa emitido el 19/08/06.
3 Secretaría de Prensa-UTPBA, 11/08/06.
4 Clarín, 31/08/06.
5 Clarín, 04/09/06.
6 Página 12, 30/07/06.
7 Página 12, 06/08/06.
8 Página 12, 06/08/06.

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