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Comunicados de prensa

Inauguración del Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx

Prensa PTS

27 de junio 2005

Presentación de Christian Castillo

Estamos muy contentos de inaugurar el IPS con la presencia de tantos compañeros y amigos [...] Este “Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx” que estamos hoy inagurando1 busca cubrir un cierto vacío de las ideas socialistas y marxistas en la vida política y cultural nacional. Ello obedece a distintas razones, en gran parte por la situación de retroceso que internacional y nacionalmente sufrió la clase obrera bajo la ofensiva neoliberal y el descrédito al que el stalinismo y su derrumbe llevaron a las ideas socialistas. Y también a la “deserción de la intelectualidad”, para tomar la conocida definición de Petras, respecto de todo compromiso con la transformación socialista de la sociedad. Situación que se expresa en la paradoja de que una de las usinas intelectuales que más ha influido en la construcción de una intelectualidad completamente conformista con el orden existente, haya sido fundada por un núcleo intelectual que originalmente jugó un papel de gran relevancia en la difusión del pensamiento marxista. Nos referimos por supuesto al llamado grupo “Pasado y Presente”, núcleo clave del llamado Club de Cultura Socialista, que vista su orientación real debería ser rebautizado como “Club de Cultura anti-Socialista”. Una deserción de la intelectualidad que hoy vuelve a expresarse en la adhesión acrítica al gobierno de Kirchner de los representantes más destacados de la intelectualidad “nacional y popular”, que repiten lo que los intelectuales “social liberales” hicieron bajo el alfonsinismo.

Por último tenemos que considerar también el descuido de la intervención en este campo de muchas de las organizaciones políticas que se reivindican socialistas y marxistas, donde la lucha en lo que Engels llamaba el “frente ideológico” es vista como tema secundario o directamente innecesario para la práctica del marxismo revolucionario. En nuestro caso se trata de proyectar a un plano superior y más amplio actividades que hemos venido haciendo un poco a contracorriente, desde el impulso dado al CEIP “León Trotsky” a la edición de las revistas Estrategia Internacional y Lucha de Clases, o al desarrollo en las universidades de la Cátedra Libre “Karl Marx”.

Es indudable que en los últimos años la izquierda “obrera y socialista” de nuestro país, lo que en Francia se denomina la extr˜éme gauche, ha ganado nuevo protagonismo en la vida política nacional a partir de su influencia en los distintos movimientos sociales y de lucha que se han desarrollado. Mientras la centroizquierda o está en el gobierno o tiene casi nula influencia sobre los movimientos reales, tenemos hoy una importante presencia de la izquierda entre los trabajadores ocupados y desocupados -como mostraron el Encuentro de Trabajadores Combativos del 2 de abril y el acto del 1° de Mayo en la Plaza- y también en el movimiento estudiantil -como acabamos de ver en el II° Congreso contra la Ley de Educación Superior realizado en la Facultad de Derecho con la presencia de más de 1000 estudiantes de todo el país. Esto no extraña, ya que las distintas fracciones capitalistas que se han sucedido en el poder no han hecho más que desmejorar la situación del movimiento obrero y popular. Algo que está comenzando a percibirse también con el gobierno de Kirchner, aunque todavía mantenga altos los índices de apoyo en las encuestas. 

Después de casi tres años de recuperación económica, es claro que la clase dominante no va a entregar fácilmente lo que ha conquistado en estos 30 años de verdadera contrarrevolución económica y social. Hoy gobierna el sector “productivo” de la economía y las consecuencias para los trabajadores y el pueblo no son cualitativamente diferentes de aquéllas que se vivían bajo el menemismo. Cualquier indicador social que consideremos (niveles de desigualdad, pobreza, desempleo, salario promedio,etc.), aunque mejores desde el pico de caída de la economía a principios de 2002, muestra una situación peor para las clases subalternas que el promedio de los años ’90. Mientras, los sectores más concentrados de la economía están obteniendo verdaderas hiperganancias. Si en su conjunto la rentabilidad capitalista se encuentra un 60% encima de los tiempos de la convertibilidad, las cien principales empresas, que representan un 50% del PBI han visto crecer sus ganancias un ¡¡1500%!! más que lo que ha crecido el conjunto de la economía. Se han embolsado desde la devaluación un total de ingresos que superan los 40.000 millones de dólares. Las distintas empresas del grupo Techint (Siderca, Siderar, Siat, etc.), Repsol, Petrobrás, Shell, Solvay Indupa, Aluar, Acindar, Ledesma, Comercial del Plata, Pérez Companc, Cargill, Aceitera Gral. Deheza, Dreyfus, Glencore, Bunge, Nidera, Fate, son algunos de los nombres de las empresas más beneficiadas por esta situación, a los que debemos agregar a algunas de las grandes ganadoras también en los ’90, como Telefónica y Telecom, que pese al congelamiento de tarifas y la baja de la recaudación medida en dólares, con el boom de los celulares encontraron un nuevo nicho de grandes ganancias; la recuperación de las ganancias de los grandes supermercados como Coto y Disco; y la vuelta este año de las automotrices, las nuevas vedettes del crecimiento industrial junto con la construcción.

A su vez, del otro lado, estamos viendo un resurgimiento de la combatividad obrera y el surgimiento de un nuevo activismo combativo, que ha incluso ganado protagonismo mediático y dónde, como decíamos, hay una importante presencia de la izquierda obrera.

Sin embargo, como señalamos, a pesar de este mayor peso de la izquierda en los movimientos de lucha, la presencia en el campo intelectual de las ideas socialistas continúa hoy siendo muy marginal. Es cierto que los grandes medios de comunicación y las instituciones específicas de producción y reproducción de la vida cultural son reactivas a todo pensamiento más o menos cuestionador del estado actual de cosas. Pero también es cierto que el clima ideológico es más favorable para las ideas contestarias. Con todo lo ilusas que son sus tesis fundamentales, que hemos criticado desde un inicio, ya fue indicio de un cambio evidente que el best-seller político de comienzos de la década del 2000 haya sido Imperio, y no El fin de la historia de Fukuyama como fue a principios de los ’90.

Incluso los debates actuales sobre la características del imperialismo han superado el punto donde lo situaban Negri y otros para hacerlo más interesante, realista y preciso, ya que en cierta medida fue el propio Bush el que se encargó de terminar con las ideologías más ingenuas sobre la “globalización” que también ganaron peso en el campo de la izquierda. Ideas que llevan a nefastas conclusiones políticas como muestra el propio Negri haciendo campaña por el “sí” a la ultraliberal Constitución Europea en el plebiscito francés junto a lo más granado del stablishment político de la patronal imperialista francesa. 

Igualmente que lo ocurrido con las transformaciones de la economía capitalista, también están cambiando para mejor los ejes de la discusión acerca de la clase obrera. ¿Quién se atreve hoy a repetir, como hasta no hace mucho era frecuente en las universidades, que ya no existe? 

Es por ello que creemos que las fuerzas objetivas que debemos enfrentar no pueden de ninguna manera ser excusa para justificar que las ideas marxistas no encuentren un lugar mayor en la vida política nacional. Como nos gusta decir: es hora de que el marxismo pase a la ofensiva, y la puesta en marcha del IPS es parte de esa nueva actitud que queremos transmitir. No es que esto sea una tarea fácil pero es apasionante: hay una multitud de problemas a los que tenemos que responder con nuestras propias cabezas, cuestión para lo cual apoyarnos en forma no dogmática por lo elaborado por los grandes clásicos marxistas (Marx y Engels, Lenin, Trotsky, Gramsci, Rosa Luxemburgo, entre los principales), así como la confrontación con otros cuerpos teóricos, son puntos de partida imprescindibles.Y para ello tenemos en primer lugar que desmitificar la operación teórica realizada por los intelectuales del sistema que consiste en presentar al marxismo como una caricatura simplista, con la que en realidad ningún marxista más o menos serio se identificaría. Porque si algo caracteriza a los pensadores “pos”, es justamente hacer lo opuesto a lo que exigen las reglas del debate intelectual, que es polemizar con los argumentos fuertes del adversario. Repetimos: reconstruir el marxismo luego de la catástrofe que fue el stalinismo no es fácil, pero cuenta con la ventaja que de esto puede emerger una teoría marxista mucho más creativa y dinámica.

Lo que estamos planteando no es una tarea de corto plazo, es posible que los resultados no se vean inmediatamente: queremos apostar al desarrollo de una nueva generación de intelectuales marxistas militantes. En esta tarea, si bien ya está dando algunos frutos, no estamos aún en el tiempo esencialmente de la cosecha, sino todavía en el de la siembra. Pero no creemos que nuestro objetivo sea voluntarista. Más bien se afirma en la convicción que la hegemonía intelectual de toda una generación está llegando a su fin. Una generación que sacó como lección fundamental de la derrota de los ’70 el lema “si no puedes vencerlos, únete a ellos”, y proclamó de distintas formas la resignación ante lo inevitable del dominio del capital.

Si, como la mayoría de quienes están presentes conocen, Gramsci decía que todo obrero comunista era un intelectual para su propia clase por las funciones de dirección y organización que cumple, hay un sector especial de los intelectuales, los llamados “ intelectuales ideólogos” que tienen la función específica de jugar un papel en la creación de ideas. Dentro de ellos, el intelectual marxista se distingue por su compromiso político. Y aquí también queremos señalar un cambio respecto del paradigma intelectual dominante del período anterior, que hacía un culto de la escisión entre “el político” y el “científico” transformando en principio incuestionable esta discutible distinción weberiana, que facilitó el cómodo lugar del “asesor” y del “técnico” desentendido de los fines de la acción política y apto para cualquier cambio de bando. En el caso del intelectual revolucionario ciencia y política son inescindibles. Al contrario de lo que plantea el falso principio de la “neutralidad valorativa” de la academia, es precisamente ese compromiso con los fines de la acción política, lo que obliga al intelectual marxista a tratar de ser más riguroso en su análisis de los distintos procesos sociales.

Compañeras y compañeros, como ustedes saben este Instituto está impulsado por el PTS pero está abierto a compañeros de otras organizaciones de izquierda y a compañeros sin militancia orgánica. Pretende ser un ámbito de debate y elaboración, de formación y de nuevas discusiones. No nos creemos dueños de la verdad, aunque estamos convencidos del sustento de nuestras ideas. Queremos mejorarlas -o corregirlas- al calor de la confrontación con compañeros y adversarios y de la propia experiencia de la lucha de clases, porque es una necesidad para la clase obrera contar con las mejores teorías en la lucha por su emancipación. Quedan todos desde ya invitados a colaborar y ser protagonistas de este emprendimiento.
 
 

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