Hace pocos días los trabajadores vimos por los medios de comunicación, el colorido y restringido acto (ya que entre los presentes sólo se encontraban funcionarios y punteros) realizado en el Teatro Argentino de La Plata, la Primera Dama, doña CFK, comparó a Eduardo Duhalde con “El Padrino”. Intentando, de esta forma, mostrar al kirchnerismo como algo distinto y opuesto a la “mafia” bonaerense del PJ.
La respuesta no tardó en llegar; el duhaldista Eduardo Camaño replicó llamando a que renunciaran los que “llegaron” al gobierno de “mano de la mafia” y señaló a José Pampuro (ministro de Defensa y compañero de lista de la Primera Dama) y a Roberto Lavagna. Aldo Rico fue más allá y recordó que “la mafia” era quien había entronado a Kirchner en el poder.
Los trabajadores no necesitábamos que tan lamentables personajes nos hicieran esta aclaración, basta con ver las “notables” presencias en el lanzamiento de la Primera Dama -o mirar con atención a los candidatos de sus listas- para darnos cuenta de la continuidad entre “mafiosos” y “transversales”: De La Sota, Reutemann, Solá, los Fernández, Parrilli, los moyanistas Recalde y Palacios, Ubaldini. Y los 16 gobernadores, más los intendentes peronistas del conurbano, hasta hace poco parte del aparato bonaerense. Todos sin excepción fueron anteayer menemistas, ayer duhaldistas y hoy “renovados” kirchneristas.
Los trabajadores no estamos asistiendo a un cambio en la conciencia y el rumbo de los políticos peronistas. Duhaldistas y kirchneristas, no se pelean por la “construcción de un nuevo proyecto de país”. Se pelean por el manejo de las cajas del estado y el uso discrecional de la chequera y el clientelismo para comprar votos.
Los trabajadores nada podemos esperar de la pelea de estas camarillas patronales, tenemos que tener presente el daño que produjeron al país y el retroceso que significó para nuestras condiciones de vida, el dominio de esta casta política corrupta y entreguista. Los “mafiosos” o “transversales”, acuerdan en seguir subordinados a los mandatos del imperialismo, el FMI, los grandes grupos económicos y los bancos. Aprobaron juntos, Duhalde, Kirchner y Lavagna el acuerdo con el FMI, mediante el cual hipotecaron el futuro de cuatro generaciones para seguir pagando la deuda externa. Tienen acuerdo en seguir sosteniendo a la burocracia sindical que le garantiza que las luchas salariales no superen el techo impuesto por la patronal y el gobierno. Acuerdan en dejar libres a los genocidas y a Maria Julia, mientras encarcelan y persiguen a los luchadores obreros y populares.
Contra el operativo “neorenovador” del kirchnerismo, está planteado luchar por la independencia política de los trabajadores para evitar que los mismos que el pueblo repudió en las calles en el 2001, salven sus ropas con un nuevo engaño.