Metrovías-Roggio jugó con la disputa entre el gobierno nacional y el de la Ciudad sobre quién le va a pagar los suculentos subsidios que venían cobrando desde 2005 por un decreto de Néstor Kirchner (unos 800 millones mensuales para Metrovías, lo que actualizado da la friolera de 62.300 millones de pesos desde 2005 a 2011). A fin de año, en el marco de la desaceleración económica y un creciente déficit fiscal, el gobierno nacional decidió empezar a ajustar y desarticular el enorme entramado de subsidios al transporte, un plan que integraba lo que Cristina dio en llamar la “sintonía fina”. Este plan incluye tirarles la carga de los subsidios a las administraciones municipales o provinciales, lo que incluye tarifazos como el que ya anunció Randazzo con la “segmentación” de las tarifas luego de la universalización del SUBE en el ˜área Metropolitana.

Es en ese marco que Cristina le intenta dar el Subte a Macri, éste lo acepta en enero con algunas condiciones económicas, pero la masacre de Once de aquél fatídico miércoles de febrero lo hace echar atrás. Ambos gobiernos parten de la “naturalización” de la privatización menemista. De Macri a nadie le puede extrañar. Pero el gobierno K no sólo no cuestionó jamás que haya un grupo concesionario que se la lleva en pala a costa de la plata del pueblo para garantizar un servicio público esencial. Peor aún, lo premió hace unas semanas dándole la concesión del Sarmiento y del Mitre.

Es evidente que estamos asistiendo a una gran crisis del esquema privatizador del transporte que bancó el kirchnerismo en todos estos años, que se manifiesta casi por semana con los descarrilamientos y accidentes ferroviarios, en un marco de quita de subsidios que terminará cayendo por vía directa o indirecta sobre las espaldas del pueblo trabajador. Es un tema muy serio, porque hablamos de la seguridad y la calidad de vida de millones de trabajadores. Tenemos que ser concientes que mientras esta situación siga en manos de distintas camarillas capitalistas, corre peligro la vida de millones de pasajeros y de los que mueven día a día los trenes y mantienen el servicio como pueden. Sencillamente, los trabajadores del Subte y el casi millón usuarios que diariamente utilizan el servicio terminan siendo rehenes de esta disputa, totalmente ajena a nuestros intereses. Por eso apoyamos y promovemos el planteo de FUERA ROGGIO y reestatización bajo la gestión de los trabajadores y el control de comités de usuarios, una cuestión que adquiere cada día más una importancia vital.

GP