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Estados Unidos

Empezó la carrera presidencial

17 de febrero 2004



El desarrollo de las primarias demócratas está mostrando que además de la política exterior -en particular la guerra de Irak- la creación de empleo, las libertades civiles y otros temas sociales como salud y educación, emergen como preocupaciones importantes donde se está empezando a manifestar un descontento creciente con el gobierno de Bush.
Aunque faltan aún 9 meses para las elecciones el escenario que se perfila es el de una fuerte polarización, similar a las elecciones del año 2000, con el país dividido en mitades, y está planteada la posibilidad de un recambio demócrata en la presidencia.
Por tratarse de la principal potencia imperialista, los resultados de las elecciones presidenciales norteamericanas tendrá una gran influencia en el curso de la situación mundial.

Crece el sentimiento anti Bush

Bush empezó su mandanto hace tres años sin ninguna legitimidad, instalado en la Casa Blanca por la Corte Suprema a pesar de haber perdido la elección. Sin embargo, luego de los atentados del 11 de septiembre, alcanzó una popularidad sin precedentes. El terror ante la posibilidad de un nuevo atentado fue el handicap para las políticas más reaccionarias impulsadas por la administración republicana. Aunque la guerra contra Irak fue justificada ante la población con argumentos defensivos, constituía el primer paso de una estrategia imperialista agresiva que basada en el poderío militar y el unilateralismo buscaba recrear las condiciones para un "nuevo siglo americano", posicionando a Estados Unidos como la única superpotencia indiscutida.
Pero las dificultades de la postguerra iraquí, sobre todo la emergencia de una resistencia armada a la ocupación que ya ha causado más de 500 bajas entre las tropas imperialistas, sumado al escándalo por las mentiras de que Hussein poseía armas de destrucción masiva, están erosionando la popularidad de Bush. La crisis de credibilidad está afectando seriamente las aspiraciones reeleccionistas del actual presidente. La prensa corporativa que apoyó a Bush, ya captó este estado de ánimo y diarios como The New York Times o Washington Post han comenzado a atacar duramente al presidente.
Aunque sus índices de popularidad siguen siendo todavía altos, el apoyo a su gobierno viene cayendo sostenidamente. Según una encuesta que realizó el diario Washington Post el 10 de febrero, "una mayoría de norteamericanos cree que el presidente mintió o exageró deliberadamente las evidencias de que Irak poseía armas de destrucción masiva para justificar la guerra, (...) y por primera vez desde que terminó la guerra en Irak, menos de la mitad de los norteamericanos –el 48%- cree que la guerra estaba justificada". Según esta misma encuesta "el 54% desaprueba a Bush en el manejo de la economía, el 52% desaprueba su política hacia Irak y el 57% desaprueba su política para la creación de empleo". Y concluye que si las elecciones se hicieran ahora el precandidato demócrata Kerry derrotaría a Bush por 52% contra 43% (Washington Post 12-2).
Este descontento tiene raíces profundas en la división de la sociedad norteamericana. En sus tres años de gobierno la administración Bush no ha hecho más que exacerbar la ya enorme desigualdad social. El recorte de impuestos de 1,35 billones de dólares de 2001 y los posteriores recortes en 2003 beneficiaron al 1% más rico de la población que posee más del 40% de la riqueza. El fraude y la corrupción involucra a jerarcas de las principales corporaciones como Enron y a miembros del gobierno como el vicepresidente Cheney implicado en estafas millonarias. El déficit fiscal previsto para el año 2004 es de más de 500 mil millones de dólares, aunque esto no quita un aumento en los gastos de defensa a expensas de los programas sociales. Desde que Bush llegó a la Casa Blanca se perdieron más de 2,5 millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero. A pesar de la recuperación de la economía las cifras del desempleo no han cambiado, manteniéndose en un 5,6%.

La trampa del "mal menor"

Para amplios sectores de la sociedad la derrota de Bush y su camarilla neoconservadora se ha transformado en una "causa". Bajo la consigna "Cualquiera menos Bush" (campaña conocida en Estados Unidos como ABB –Anybody But Bush), publicaciones "progresistas", intelectuales, sindicalistas, dirigentes del movimiento antiguerra y actores de Hollywood llaman a apoyar a alguno de los candidatos demócratas. Uno de los columnistas de la revista The Nation llegó a plantear que "A tal punto quiero echar a Bush que votaría a Homero Simpson si los demócratas lo nominaran".
Dirigentes y activistas reconocidos del movimiento antiguerra se han visto arrastrados por esta marea de voto al "mal menor", alimentada por el espanto ante las políticas de extrema derecha de Bush y la falta de una alternativa independiente. El ex gobernador de Vermont, Howard Dean, era el candidato favorito de los activistas antiguerra. Pero a pesar de haber sido presentado como el candidato de la "izquierda" demócrata y de haber liderado las encuestas hasta antes de que empezaran las primarias, su candidatura prácticamente se desplomó. Dean resultó ser mucho menos "izquierdista" de lo que lo presentaron los medios. Su pasado como un fanático de la "disciplina fiscal" y su situación social privilegiada, ligada a los negocios de Wall Street, lo hicieron poco creíble como candidato anti-establishment. A su vez, el aparato del partido demócrata en manos del matrimonio Clinton realizó una operación destinada a destruir su candidatura, impulsando al general retirado Wesley Clark y al senador Edwards para que compitieran contra Dean, ya que lo considerado impredecible, porque no dependía del financiamiento directo del partido.
El senador por Massachusetts, John Kerry se viene imponiendo en la interna, como el candidato más apto para derrotar a Bush. Kerry es un "patricio" multimillonario que pertenece a la elite política educada en Yale. Su esposa, Teresa Heins, posee una fortuna de alrededor de 500 millones de dólares. Tanto Kerry como el senador J. Edwards, votaron a favor en el Congreso de la guerra contra Irak. Sin embargo, Kerry se está beneficiando de su pasado como Veterano de Guerra de Vietnam y de su oposición a dicha guerra. Y a pesar de ser millonario ha tomado temas sentidos como limitar el poder de los "grupos de interés" en la Casa Blanca y revertir el recorte de impuestos a los ricos. En los próximos días la central sindical AFL-CIO anunciará el aval a su candidatura.
La trampa del bipartidismo demócrata-republicano ya está en marcha recreando la ilusión de que la alternancia en el poder de uno de los dos partidos de los "lobbies" va a producir cambios fundamentales. Esta es una opción falsa. El Partido Demócrata –más allá de que su candidato se presente como "populista" o sea un millonario-, es uno de los principales instrumentos políticos del capitalismo imperialista norteamericano, que defiende el dominio de Estados Unidos en el mundo y el sojuzgamiento de los pueblos oprimidos. De ahí que haya apoyado mayoritariamente la guerra contra Irak y ahora esté buscando una resolución favorable a los intereses de la potencia ocupante. Al igual que el partido republicano, está financiado por las grandes multinacionales, al servicio de quienes gobierna. La ideología del "mal menor" es un callejón sin salida.
Miles de activistas habían empezado a sacar estas conclusiones cuando en las calles de Seattle salieron a enfrentar al gobierno de las corporaciones y de las "guerras humanitarias" del presidente Clinton y muchos planteaban la necesidad de crear una alternativa a los dos partidos patronales. Hoy se ha retrocedido. El movimiento antiguerra que valientemente se movilizó contra el ataque a Irak en medio de persecuciones y de un clima reaccionario, fue hegemonizado por el pacifismo y producto de la acción de direcciones burocráticas y del terror sembrado desde el gobierno, no emergió el movimiento obrero que con sus métodos hubiera sido capaz de detener la maquinaria guerrerista de Bush y sus secuaces. El movimiento antiguerra se vio impotente para detener la ofensiva en curso. Esto ha ayudado a que hoy prime la necesidad de derrotar a Bush y que esto sólo se vea posible votando al Partido Demócrata. Pero en los futuros combates, los sectores avanzados de la clase obrera que enfrenta a la patronal y a la burocracia sindical, como los trabajadores de los supermercados de California, los jóvenes que enfrentan el militarismo y la agresión a los pueblos semicoloniales y las minorías oprimidas tendrán que avanzar en construir una alternativa independiente que sea capaz de derrotar al imperio en su propio centro.









 



 

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