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Internacionales

Empantanamiento en Irak

10 de agosto 2006

En un año electoral, los “logros” de Bush en Irak duran menos que un hielo entre las manos. En mayo de este año se había alcanzado un acuerdo en el gobierno de coalición, sostenido por las tropas de ocupación. En junio, EE.UU. y Gran Bretaña presentaron la muerte de Al Zarkawi (líder de al-Qaeda en Irak) como el fin de la insurgencia y la violencia entre chiítas y sunitas.
Esto, entre cosas, le había permitido a Bush reunificar al partido republicano (que venía dividido y en crisis) y disciplinar a los críticos de su política en Irak, hecho concretado en el espaldarazo dado por el Congreso y el Senado a la guerra y la ocupación.
Mientras EE.UU. apoya el ataque criminal de Israel contra Palestina y el Líbano, un informe de la ONU reveló que la violencia, no sólo no disminuyó, sino que creció en Irak: durante mayo y junio murieron 6.000 personas, es decir, 100 personas por día. El empantanamiento militar llevó a EE.UU. a una política de “divide y reinarás” que exacerbó las divisiones étnicas y religiosas del Irak post-Hussein, que se vuelven en contra del objetivo de Washington de estabilizar el gobierno, y así poder retirar la mayor parte de sus tropas sometidas a un fuerte desgaste (además de Irak, EE.UU. se mantiene en Afganistán como parte de su “guerra contra el terrorismo”).
Las malas noticias llegan a tres meses de las elecciones, cuando se renovarán gran parte de los escaños parlamentarios y se votarán gobernadores en varios estados.
A este revés se le sumó el conocimiento de un memorando dirigido al primer ministro británico, Tony Blair, de su último embajador en Irak, William Patey, donde el funcionario dice: “la perspectiva de una guerra civil de baja intensidad y una división de hecho de Irak es más probable a esta altura que una transición sustancial y exitosa hacia una democracia estable”. Esta visión fue confirmada por las autoridades militares estadounidenses en Irak en una audiencia la semana pasada en el Capitolio. Junto a ellos se presentó el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que debió enfrentar las críticas de varios parlamentarios. Las críticas más duras vinieron de potenciales candidatos presidenciales para 2008, el senador republicano John McCain y la senadora demócrata Hillary Clinton. El primero intenta alejarse lo más posible de la baja popularidad de Bush, que ningún republicano quiere cerca en las elecciones, que serán un referéndum del actual gobierno. La segunda intenta sacar partido del empantanamiento en Irak, aunque sostiene una política tan imperialista como la de Bush, como lo demuestra su apoyo descarado al Estado de Israel.
La única salida es terminar con la ocupación de EE.UU. y Gran Bretaña y echar a las tropas imperialistas de Irak y todo Medio Oriente.

Prensa

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