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Juanjo Alvarez en

El represor de Brukman

20 de enero 2005

Al enterarme de la tragedia de Cromañon, me vino un dolor y un sentimiento de bronca inmensos por tanta muerte e injusticia; pensar que mi hija de 19 años podría haber estado ahí. Una vez más la avaricia e incapacidad de empresarios y gobernantes se cobran con la vida de los hijos del pueblo. Seguimos siendo nosotros los que pagamos con nuestras vidas la ambición sin límites de un régimen político basado en los intereses monetarios, anteponiendo el capital y sus ganancias a la vida humana.

Nunca pensé que volvería a sentir esta bronca y tristeza. Sentimientos similares a los que viví aquel 26 de junio de 2002, cuando asesinaron a Maxi y Dario; o como cuando sufrimos la violenta represión del 21 de abril del 2003 en Brukman.

Pero, todo pareciera querer como empezar de vuelta.

Juanjo Alvarez asume tras la tragedia como Ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires y me dije: ¿cómo es posible que el mismo responsable del asesinato de Maxi y Darío y de la represión en Brukman se convierta hoy impunemente en el encargado de la seguridad de la ciudad? ¿De qué seguridad me están hablando? ¿Seguridad para quiénes? ¡Para los corruptos; para los hijos de los ricos. No para nuestros hijos!

Alvárez debe responder aún por las muertes ocurridas bajo su mandato; por qué mandó a reprimir a 60 obreras que luchaban por trabajo.

Horas antes del asalto policial a Brukman, los organismos de derechos humanos fueron al despacho de Alvarez, quien los recibió como Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos del presidente Duhalde. Había que conseguir garantías para evitar la represión y, fundamentalmente, exigir la retirada del ejército policial apostado en la puerta de la fábrica. Juanjo, muy simpático, les dijo que eso era “orden judicial”. ¡Pues llame a los jueces!, les dijeron los compañeros del Ce.Pro.DH. Disimulaba que marcaba por teléfono y decía "no están". Las cartas estaban echadas, había una decisión política de reprimir. Mientras los compañeros insistían, un asesor se acercó y les dijo al oído: "entre los manifestantes hay gente con bombas molotov". Estaba todo preparado. ¿Recuerdan la "molotov" que mostró el comisario luego de la represión y cacería? Una botella plástica con orina.

Kirchner e Ibarra avalan y fomentan a estos sujetos represores del pueblo. Nada bueno pueden esperar los familiares y amigos de los Callejeros. Alvarez, es la impunidad.

Contra esto, contra lo viejo, debemos imponer lo nuevo. En la juventud que marcha los jueves al grito de “¡Justicia!... ¡Ibarra y Chabán la tienen que pagar!” crece una parte de lo nuevo. En esos jóvenes, que salen a pelear enfrentando esta desgracia, vive y nace la fuerza para empezar a cambiar muchas cosas de esta sociedad.

Nosotras, obreras, madres, debemos apoyar estos gritos de justicia; acompañar esta lucha como lo hicieron otros jóvenes ayer con nosotras para recuperar nuestra fábrica. Por eso un grupo de compañeros de Brukman como yo estamos a su lado marchando y apoyando este pedido de justicia.

Sabemos de la injusticia de este sistema capitalista. Un sistema que nada da ni nada sabe de justicia, pero que le sobra corrupción e impunidad. Nada esperemos ni de Alvarez ni de los gobernantes a sueldo de los empresarios. Sólo nosotros, unidos y movilizándonos, ganando las calles, de forma independiente a este Estado represor y corrupto, podremos lograr que nuestros hijas e hijos muertos obtengan la justicia que merecen sus memorias.

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