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El nuevo avance del imperialismo inglés en Malvinas

La plataforma de extracción de petróleo Ocean Guardian viene navegando hacia las Islas Malvinas. Salió en noviembre desde aguas inglesas, pero viaja a marcha lenta. Tan lenta como la respuesta del gobierno argentino, que recién esta semana ensayó un tibio repudio a la nueva estocada de los piratas británicos.

Lucho Aguilar

18 de febrero 2010

La plataforma de extracción de petróleo Ocean Guardian viene navegando hacia las Islas Malvinas. Salió en noviembre desde aguas inglesas, pero viaja a marcha lenta. Tan lenta como la respuesta del gobierno argentino, que recién esta semana ensayó un tibio repudio a la nueva estocada de los piratas británicos.

La nueva escalada de tensión entre Argentina e Inglaterra tiene además un capítulo diplomático: hace pocas semanas funcionarios ingleses presentaron ante la Comisión de Límites de las Naciones Unidas su pretensión de llevar más allá de las 200 millas la usurpación de la plataforma en torno a las Malvinas. ¿Por qué tanta urgencia, si hasta ahora venían saqueando el Mar Argentino sin hacer tantas olas?

Buscando una salida a la crisis

Si bien el interés por los recursos naturales en torno a las islas del Atlántico Sur viene desde hace décadas, hoy el imperialismo inglés tiene renovadas necesidades políticas y económicas. Como telón de fondo, la crisis económica amenaza a varios países de Europa. Pero además, Inglaterra es conciente del progresivo agotamiento de sus reservas petrolíferas del Mar del Norte. En la disputa por las fuentes de energía, las Malvinas aparecen así como una fuente de nuevos recursos. Por eso, en la nueva Constitución Europea las Malvinas y la Antártida ya figuran como territorios europeos.

Algunos diarios ingleses se ilusionan con crear una “pequeña Arabia” en los mares del sur. Exageran, pero ninguna de las estimaciones arroja cifras inferiores a los 5.000 millones de barriles de reservas, por encima de los 3.400 millones que hoy tiene Gran Bretaña y los 2.600 de Argentina.
Si bien los kelpers - puñado de pobladores británicos - vienen ofreciendo contratos de exploración desde los 90, en aquellos momentos el precio del barril era de 15 dólares, lo que hacía aventurado montar plataformas en la zona. Hoy el precio promedia los 75 dólares, lo cual hace el negocio más interesante.

Desire Petroleum será la primera en avanzar con las exploraciones, pero otras tres empresas están anotadas. Les pagan por los derechos de exploración a la Falkland Oil and Gas, una agencia con la que los kelpers entregan todo lo que tienen a su alrededor, empezando por la riqueza pesquera. Así se han convertido en uno de los ‘pueblos más prósperos’ del mundo, con una renta per cápita de 25 mil dólares anuales, mejor que el resto de los ciudadanos ingleses.

Desire en castellano quiere decir anhelo, deseo. Está claro cuál es el de los colonialistas británicos: saquear todos los recursos de las islas, por tierra y agua. ¿Cuál será el “deseo” del gobierno de los Kirchner?

¿Lobos cuidando el gallinero?

“Gran Bretaña no debe estar tranquila porque defendemos nuestros derechos” (El Argentino, 17/10). La amenazante frase salió de la boca del vicecanciller Victorio Taccetti, quien ha asumido la defensa (mediática) de la soberanía nacional ante el avance pirata. Que paradoja. Taccetti fue el subsecretario de Política Exterior de Guido Di Tella, el increíble canciller de Carlos Saúl Menem. Es como poner a Oscar Parrilli, miembro informante de la privatización de YPF, a informar una denuncia contra Repsol.

Pero, ¿se puede esperar del kirchnerismo una verdadera defensa de la soberanía y los recursos naturales? En los 90, Néstor tuvo un alineamiento absoluto con la privatización del petróleo, el gas y las minas. Socio de Menem y las multinacionales, sostuvo esa política a cambio de la provincialización de los recursos.

Durante estos 6 años de gobierno, la entrega ha continuado, extendiéndose a niveles vergonzantes. Hace pocas semanas, prorrogó sin licitación y hasta el año 2047 (¡!) la concesión de Cerro Dragón, el principal yacimiento argentino, que seguirá siendo explotado por la British Petroleum, asociada al JP Morgan Chase Bank. La asociación entre bancos y petroleras es más común de lo que parece. Si lo sabrá el kirchnerismo: uno de los bancos que contrató para gestionar el canje de bonos, el Barclays, es dueño de la petrolera que empieza a explorar Malvinas, pero también de Minera Alumbrera. Una patriada que no puede estar ausente en el próximo debate de Carta Abierta.

Este esquema ‘noventista’ ha llevado a una disminución de las reservas energéticas, y a la incapacidad del Estado para llevar adelante la exploración de nuevas fuentes, empezando por la zona marítima hoy codiciada por las grandes petroleras.

El menemismo fue el colmo. Primero disfrazó su política antinacional con el pomposo “paraguas de soberanía” (1990). Luego fue la “política de seducción” hacia los kelpers, para finalmente impulsar el “acuerdo de explotación conjunta” firmado por Menem-Major en 1995, una concesión política y económica inaudita que encima el imperialismo nunca cumplió.

Asentada en la desmoralización sembrada en el pueblo luego de la derrota de 1982, la ‘desmalvinización’ fue durante años la política conciente de los partidos burgueses, para fijar la idea de que nunca más deberíamos enfrentarnos al imperialismo.

En ese marco, este gobierno no ha tenido ninguna política de defensa de los intereses nacionales ante la permanencia del enclave colonial y el saqueo. La pelea por la soberanía se basó más en los discursos ante las Naciones Unidas que en medidas concretas, al punto que Néstor Kirchner recién anuló el acuerdo menemista de 1995 semanas antes de irse de la Casa Rosada.

Como la política del gobierno no ha sido ni nacional ni popular, los piratas siguen viajando hacia las Malvinas sin prisa pero sin pausa. Y desafían: "no tenemos ninguna duda sobre su soberanía sobre las Falklands ni sobre la legitimidad de la exploración petrolera" (La Nación, 17/10).

¿Quién defiende los recursos y la soberanía?

En ambos países, la tensión por las islas está cruzada por la disputa entre la oposición y el gobierno.

En las últimas horas, el periódico Financial Times titulaba: “Británicos piden enviar buques de guerra para reforzar defensa en Malvinas”, haciéndose eco de las presiones de los conservadores ingleses al premier Gordon Brown. El gobierno laborista por ahora evita la encrucijada pero deja claro que “la búsqueda legítima de petróleo en las aguas de las Islas Malvinas no se verá afectada por amenazas injustificadas o la interferencia de Argentina”.

Ante esto, la estrategia de los Kirchner se limita a presionar con medidas que llevan a entorpecer el abastecimiento en puertos del Mercosur y el envío de insumos, para así ‘encarecer’ el negocio petrolero y forzar una nueva negociación. Complicado. Como se sabe, los empresarios ‘nacionales’ no tienen bandera. Por eso Techint ya tenía preparados los tubos sin costura en el puerto de Campana, para ayudar a la plataforma a llegar tan hondo como requiera el oro negro.

El reclamo por la soberanía de Malvinas y la recuperación de las Islas es un reclamo legítimo, sentido en la población. Pero la provocación inglesa no va a ser frenada con decretos ni reclamos ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas (las mismas que avalan la base militar de la OTAN enclavada en las islas). Mucho menos se puede esperar de la oposición burguesa, que se desvive por mostrarse razonable ante los organismos extranjeros.

Como en Haití, como en las bases de Colombia, la expulsión del imperialismo y la recuperación de los recursos naturales es una tarea de los trabajadores, los jóvenes y los pueblos de toda América Latina.

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