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Cultura

34° FERIA DEL LIBRO

El libro como mercancía

Comenzó la trigésimo cuarta Feria del Libro en Capital Federal. Durante su transcurso habrá, como es habitual, nuevas publicaciones, debates y conferencias.

Demian Paredes

8 de mayo 2008

Comenzó la trigésimo cuarta Feria del Libro en Capital Federal. Durante su transcurso habrá, como es habitual, nuevas publicaciones, debates y conferencias.

En esta primera nota comentaremos acerca del carácter del evento y la intervención de José Nun.

Otras actividades, como charlas y ponencias, las iremos reflejando en las próximas ediciones de La Verdad Obrera, participando de las mismas y reseñándolas para nuestros lectores.

Feria de monopolios (editoriales)

Para cualquiera que haya podido pasarse por la Feria –porque la entrada no tiene un precio “popular”, accesible de verdad para las mayorías- habrá quedado claro el peso que tienen los grandes multimedios como Clarín y La Nación: sus enormes stands, en la entrada de la Feria, en el “Salón Ocre”, lo confirman.

La esencia de este evento es, sobre todo, publicitaria (“si no estás no existís”) y comercial (por ello los precios son iguales a los de las librerías). Para más datos del por qué se hace: luego del hundimiento económico de 2001/2002, la Feria viene convocando los últimos años a más 1.200.000 personas, y subiendo sus ventas alrededor del 18% por año, según dicen los propios organizadores. Argentina, como parte de la última oleada de internacionalización del capital –llamada por los periodistas y académicos burgueses “globalización”, y que incluyó la creciente mercantilización de áreas como la salud, la educación y la cultura-, entró en un proceso de fusiones y adquisiciones de editoriales y distribuidoras. Así ahora, entre otros ejemplos, Sudamericana se fusionó con Plaza y Janés, y Emecé con Planeta. En Latinoamérica, “cuatro grandes consorcios de procedencia española controlan las dos terceras partes del mercado del libro”1.

Este verdadero dominio de los monopolios decide qué se publica o no; promueve éxitos comercializables (vendibles), o deja marginados géneros como la poesía2 o el teatro, menos “consumidos” por el “público lector” (que ellos mismos moldean en muchos casos, a través de los miles que gastan en publicidades). Es una inversión entonces, en pos de la ganancia3.

Como respondió con crudeza el teórico del “multiculturalismo” Néstor García Canclini, a la pregunta de qué puede ofrecer (vender) nuestro país ante el peso de los monopolios españoles: “la producción de libros es más barata en la Argentina que en España, sobre todo en lo que tiene que ver con la producción intelectual; los salarios de los autores, de los traductores, del personal de las editoriales, son más bajos(…) todavía tenemos una posibilidad competitiva bastante buena que deberíamos explotar mejor: habría que apostar más a los recursos editoriales y académicos. Tenemos un personal desocupado y subocupado de alto nivel para la producción editorial en Argentina, más que en cualquier otro país latinoamericano, y eso permitiría, como sucedió ya en épocas anteriores, traducir libros con alta calidad, que es una deficiencia importante en las editoriales españolas”4.

Se habla este año del “espacio del lector”, pero más bien parece ser un buen espacio de ganancias. ¿Y el Estado? ¿Qué papel cumple?

José Nun y otros: Estado, monopolios y sociedad

Si por un lado está el interés empresarial en realizar la Feria todos los años, a los políticos burgueses también les sirve. Claro: van el primer día a realizar discursos, hablar de la cultura… y después de lavarse la cara se olvidan de ella todo el año.
El actual secretario de Cultura de la Nación, José Nun, dio un discurso de apertura este año. Reivindicó el plan “Libros y casas”, que ya lleva algunos años, consistente en otorgar casas con bibliotecas incorporadas –cuestión que le valió el año pasado en la Feria del Libro de Cuba el reconocimiento de Raúl Castro y su intención de copiarle el plan-. Y nada más. Lo mismo hizo el vicepresidente Cobos: prometió “triplicar” el presupuesto de educación… sin fecha ni montos determinados.

Macri, también presente en la inauguración, habló (disfrazó) este espacio, centralmente comercial y publicitario, como un “programa educativo” (!). Y sin embargo tuvo que reconocer –como reseñó un diario- que “la capital argentina padece de dos carencias centrales: la decadencia de la educación pública de gestión estatal y la del espacio público”.

Para poner otro ejemplo, en 2007, el Estado gastó la “gran suma” de menos de 700.000 pesos para las bibliotecas populares. La Conabip -Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares-, otorgó ¡miserables 790 pesos! a cada una de las 850 bibliotecas, para que compren libros ¡esto sí que es “protección” del Estado!

La hipocresía de los políticos burgueses no tiene límites.

Prensa

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