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El ejército "nacional y popular"

15 de junio 2006

La situación entre los militares por el inicio de los juicios por los crímenes de la dictadura y la inminente reforma militar reabrieron un debate sobre las FF.AA.
Desde el kirchnerismo se plantea que la nueva generación militar retome la “tradición” de San Martín, Savio o Mosconi en oposición a los genocidas. Para lograr este fin buscan recrear la ideología, cara al peronismo, de unas FF.AA. consustanciadas con el pueblo. En sintonía con esta línea, el kirchnerista Julio Bárbaro explica en la revista Debate la necesidad de recuperar la valoración del militar como el “guerrero” que entrega “la vida en defensa de la sociedad”, explicando que su problema radicó en que “nacidos para ejercer la defensa del conjunto, se fueron asumiendo la vanguardia de un sistema de prebendas”. Establece entonces una diferenciación entre el ejército que “fue expresión del pueblo en el ’45, para terminar siendo su verdugo en el ‘55”. Para Bárbaro hay que restablecer el respeto por las FF.AA. comprendiendo que “las instituciones no son buenas ni malas, dependen de los hombres que las integran (…) Respetar al guerrero implica terminar con el verdugo” (Debate N°169 8/6/6). Es decir, romper con el pasado genocida para restablecer la legitimidad de los militares frente a la sociedad.
 
¿Ejército del pueblo y ejército de la oligarquía?
El peronismo siempre buscó la identificación de los trabajadores con las FF.AA. No sólo porque Perón era un militar sino por la necesidad de fortalecer al estado y las instituciones como representantes del bien común de patrones y obreros. De ahí, la idea peronista de que es necesario un ejército nacionalista y popular, que incluso los Montoneros sostuvieron con entusiasmo en tiempos del Operativo Dorrego, donde participaba entre otros el genocida Albano Harguindeguy.
Pero más allá de algún acto aislado de nacionalismo como los que encarnaron Savio o Moscóni, las FF.AA. argentinas desde sus orígenes en tiempos de Roca –cuando protagonizaron el genocidio de los pueblos originarios y la usurpación violenta de sus tierras- siempre fueron el instrumento de la oligarquía y las elites dominantes, cuando no de los planes imperialistas.
El nacionalismo militar, fue un macaneo del nacionalismo burgués que mientras por un lado utilizaba a las masas como medio de presión en la puja con el imperialismo, por el otro se apoyó en las FF.AA. como institución fuerte del estado. El supuesto “ejército del pueblo” de 1945 que se figura Bárbaro fue el mismo que encarceló a Perón en Martín García y provocó la reacción popular del 17 de octubre. Fue el alto mando de la Marina, tolerado por Perón, el que bombardeó Plaza de Mayo en junio de 1955, y fue el “ejército leal” a Perón el que hizo posible su derrocamiento en septiembre del mismo año, por las huestes unidas del nacionalismo católico y el liberalismo militar.
 
¿Guerreros y verdugos?
Para los socialistas las Fuerzas Armadas son la institución clave del estado burgués. ¿Y qué es el estado? La violencia organizada y opresiva de una clase que posee la propiedad privada de los medios de producción y cambio y con ella acumula privilegios, sobre la mayoría trabajadora y desposeída de la sociedad. En última instancia, como decía Federico Engels el estado no es más que “una banda de hombres armados”. Las FF.AA., al igual que la policía, la gendarmería, los servicios de inteligencia, son la “banda de hombres armados” que sostienen la explotación capitalista.
Las FF.AA. argentinas durante el siglo XX tuvieron una historia de represión contra los explotados. La Semana Trágica en 1919, la Patagonia en 1921, el golpe de Uriburu que proscribió la organización obrera, el golpe gorila de 1955 y los fusilamientos de obreros en 1956, la represión del Cordobazo en 1969, son solo algunos hitos. Por último, el golpe de 1976 fue dado contra la incontrolable insurgencia obrera que amenazaba el control de la propiedad de los patrones y la continuidad del orden político y social capitalista.
La “idílica” división que nos propone Bárbaro entre el guerrero que defiende al “conjunto” y el “verdugo” del “sistema de prebendas” es una auténtica falsificación del papel de los militares. No es un problema de hombres o políticas, sino de instituciones. El guerrero y el verdugo son dos caras de una misma institución cuyo papel siempre fue y es defender el “sistema de prebendas” de la sociedad capitalista.
 
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La fusiladora
 
En estos días el gobierno homenajea a los 25 fusilados del levantamiento peronista de junio de 1956. Encabezado por el general Juan José Valle, fue un intento del nacionalismo militar peronista por retomar el poder. Concebido como un putch, sin participación de las masas, más allá de algunos comandos civiles, su objetivo era provocar una reacción de los militares favorable a Perón. Abandonado por el propio Perón y los burócratas peronistas, Valle y sus seguidores fueron asesinados por orden directa de Aramburu e Isaac Rojas. A ellos Valle les escribió “Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo”. La clase obrera rebautizó a aquel gobierno como la revolución fusiladora. Kirchner homenajea a los fusilados para reconstruir las FF.AA. herederas de los fusiladores.
 
 

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