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El desmonte y la destrucción de los suelos

PTS

22 de mayo 2008

En Santiago del Estero, pude ver cómo estaban desmontando miles de hectáreas. Eso trae consecuencias como la gran inundación que hubo en Santa Fe. Si no se hace algo para detener el desmonte en el norte del país, son millones de hectáreas las que se están perdiendo.

Las malezas poco a poco se han vuelto resistentes al glifosfato, entonces necesitas 3 o 4 veces más de herbicida. Y al final no sirve más, y terminan usando otros más poderosos. En 4 o 5 años, los suelos están muertos.

“Hay una ley del silencio”

En Entre Ríos estuve en un pueblito cerca de Paraná. Ese es, yo diría, el corazón de este imperio transgénico. Allí se está fumigando cerca de las casas, en las carreteras. Y un médico me contó historias sobre casos de cáncer, de mujeres que hacen abortos espontáneos, malformaciones de niños. Porque el glifosfato no solamente es un cancerígeno muy poderoso, también ataca el sistema de reproducción de las mujeres y los hombres. Y esto está en todos lados, en las aguas, en las casas. Un día fumigaron junto a una escuela y los niños se pusieron a vomitar, tenían dolor de cabeza. Pero hay una ley de silencio frente a esto muy fuerte en Argentina, porque la soja trae muchas divisas al país y no se quiere tocar este tema porque se perjudican las exportaciones. Pero es muy grave.

Y los pobres trabajadores que hacen las fumigaciones, es terrible. Tendría que usarse una máscara, un uniforme, tener en cuenta el viento, la lluvia, que no haya nada a 500 metros. Yo filmé a esos pobres obreros, que además no les pagan nada, en las máquinas que fumigan, sin nada. El glifosfato pegaba en sus caras, se lo sacaban con las manos. No lo podía creer, es criminal…

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