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Internacionales

Democracia burguesa, castrismo y revolución política

10 de agosto 2006

Los festejos de los gusanos y de la administración Bush por el supuesto fin cercano de la “tiranía” muestran el culto a la muerte que expelen los imperialistas y quienes atan su suerte a ellos.
¿De dónde proviene tanto odio y revanchismo? De que en Cuba una revolución social terminó con el poder colonial del imperio y expropió a la burguesía y los terratenientes. Fidel Castro es para ellos el símbolo de esa revolución que terminó con su dominio. Hipócritamente levantan la libertad y la democracia burguesa como bandera política de la restauración capitalista.
Mientras tanto, los amigos y aliados internacionales del castrismo rinden culto a la grandeza de Castro y de sus sucesores interinos. Identifican la revolución cubana con la cabeza del Estado. Rechazan la crítica de falta de democracia y justifican el régimen dictatorial y de partido único en nombre de las conquistas sociales que implicó la revolución.
Aun más, algunos sostienen que Cuba vive con Fidel su “transición al socialismo”1. Para los marxistas esto significaría que la revolución se extiende internacionalmente, que los vestigios de capitalismo van desapareciendo y que el Estado tiende a disolver sus funciones en el seno de la sociedad. Pero la burocracia castrista ha sido colaboradora en desviar la revolución en América Latina (Chile, Nicaragua, El Salvador) y en los ’90 mediante las reformas de mercado permitió el desarrollo de fuerzas internas hostiles, con la corrupción en los grupos dirigentes y el aumento de la brecha social en la sociedad.
La sucesión de Castro, decidida a espaldas del pueblo cubano y en secreto, muestra a un régimen burocrático que bloquea la transición al socialismo, que es una construcción conciente y autodeterminada de las masas. Claro que la burocracia recurre a las masas cuando intuye el peligro externo o es necesario exigirles sacrificios. Cuando Pérez Roque denuncia que los EE.UU. buscan “quitarles las tierras, las casas y las escuelas a los cubanos para devolverlas a sus viejos dueños de la época de Batista”, apela a la conciencia de obreros y campesinos cubanos que por haber logrado estas conquistas son quienes realmente tienen interés en defender –y han defendido en estos 47 años– el Estado obrero. Y si hasta ahora han tolerado a la burocracia es porque la consideran guardiana de sus conquistas. Pero esa apelación es para que las masas cierren filas con la burocracia y no para que se expresen y organicen libremente, asumiendo ellas mismas las funciones del Estado. Por todo esto Cuba constituye un Estado obrero deformado2.
La revolución cubana constituyó una enorme conquista histórica para obreros y campesinos cubanos y para las masas latinoamericanas porque creó el primer Estado obrero de nuestro continente. Defendemos incondicionalmente a Cuba frente a cualquier agresión imperialista. Rechazamos las pretensiones colonizadoras que esconde la bandera de la democracia burguesa en Cuba. Pero a esta trampa no hay que oponerle la dictadura del partido único, sino la lucha por la democracia de los obreros y campesinos, por las más amplias libertades políticas y de organización, brindando libertad de acción y legalidad a todos los partidos obreros y campesinos defensores de la revolución (particularmente los trotskistas). Así como imponiendo el control obrero y campesino sobre todas las áreas de la economía para combatir la corrupción y el enriquecimiento.
La mejor defensa de las conquistas de la revolución cubana pasa por la movilización de obreros y campesinos en América Latina contra el imperialismo y las burguesías cipayas y en Cuba por una revolución política que imponga un verdadero poder revolucionario de los consejos de obreros, campesinos y soldados donde actúen libremente todos los partidos obreros y campesinos que defiendan la revolución.
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1 Atilio Boron. Es la transición ¡estúpido! www.rebelion.org.
2 Decimos que Cuba es un Estado obrero deformado por el hecho de que por medio de la conquista del poder político en la revolución del ‘59 se expropió a la burguesía y los terratenientes, se nacionalizó la propiedad, se impuso el monopolio del comercio exterior y se instauró la planificación como medio de la política económica. El carácter deformado del Estado obrero cubano está determinado porque al frente del mismo se encuentra una burocracia que impide el ejercicio directo del poder por parte de obreros y campesinos, obteniendo sus privilegios de la dirección de este Estado, y que actúa como un factor conservador del orden social, en el terreno de la lucha de clases continental e internacional.

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