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Derechos Humanos

Encuentro de desocupados en Campo de Mayo

D’Elía se reconcilia con las Fuerzas Armadas

28 de julio 2005

Pasó prácticamente desapercibido, pero Luis D’ Elía, encabezando a 600 integrantes de la Federación Tierra y Vivienda se instaló el 11 y 12 de junio en Campo de Mayo para realizar un encuentro de su organización. La única reacción que hubo fue una editorial de La Nación. Enfurecida, a la rancia oligarquía de los herederos de Mitre se le paran los pelos y denuncia que “resulta inaceptable que se haya franqueado el ingreso a una unidad militar a quienes han hecho de la desobediencia a la ley y de la burla al principio de autoridad sus permanentes banderas de lucha”.1
Sin embargo, deberían agradecerle al ex piquetero el enorme favor que le hace a “la” institución. Por primera vez desde la caída de la dictadura, una organización que se dice popular confraterniza con el Ejército y desarrolla actividades ahí mismo donde fueron torturados y asesinados luchadores, entre ellos obreros de Mercedes Benz y es vox populi que allí –donde funcionaba el “Museo contra la Subversión”- está enterrado el cuerpo de Mario Roberto Santucho; donde nacieron muchos de los hijos de desaparecidos apropiados por los militares y donde para realizar los partos, la misma Mercedes Benz donó un aparato de neonatología.
Por esos días en que D’ Elía estaba rodeado de militares, eran identificados los cadáveres de las tres Madres de Plaza de Mayo en el cementerio de Gral. Lavalle y se constituían en prueba irrefutable de las aberraciones cometidas por los militares. Existen las casualidades pero algunas son de muy mal gusto, por cierto.
A D´Elía le sienta bien el papel de perro faldero del gobierno, ya lo demostró cuando ofició de policía en la cruzada antipiquetera que se inició a poco de asumir Kirchner, declarando que los cortes de ruta eran una “provocación”.
Su estancia en Campo de Mayo constituye un salto, porque es la cara brutal de la política de Kirchner de, a través de concesiones al movimiento de masas que se sigue movilizando por encarcelar a los genocidas (nulidad de leyes de impunidad, Museo de la Esma, destitución de las cúpulas), recomponer una de las instituciones más odiadas como son las FFAA, para que vuelvan a ser a ojos de millones una institución prestigiada. D’ Elía es en los hechos la reconciliación y el perdón y no se ruboriza cuando dice que “esto es el símbolo de una apertura de las Fuerzas Armadas, de que hay una nueva Argentina2“, y ni menciona que sus nuevos amigos están oficiando de fuerzas de ocupación en Haití ni que hasta el momento, salvo una pequeña porción, los genocidas y sus cómplices siguen libres. Realmente repudiable y merece la ratificación de que no cesaremos en la lucha por encarcelar a los genocidas de ayer ni a los represores de hoy, continuidad y prueba de que las FFAA, son los guardianes de los poderosos y sus gobiernos.

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