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Círculos marxistas

Para la discusión en los círculos

Conciencia de clase

29 de octubre 2004

Hay muchos compañeros que en las reuniones de los círculos marxistas preguntan qué entendemos por conciencia de clase.
Para responder, tomaremos una división esquemática pero útil que formuló el dirigente comunista italiano Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de la Cárcel.
El primer y más elemental estadío de la conciencia de clase es “el económico-corporativo”. Gramsci se refería a los viejos sindicatos de oficio, forma de organización del movimiento obrero hasta bien entrado el siglo XX, donde la lucha se restringía al enfrentamiento con los patrones. En nuestro país, aún subsisten gremios por oficio en casos como La Fraternidad, donde los maquinistas están agrupados en un gremio aparte del resto de los trabajadores ferroviarios.
El segundo momento “es aquel en el cual se conquista la conciencia de la solidaridad de intereses de todos los miembros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del Estado, pero sólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico-política con los grupos dominantes, pues lo que se reivindica es el derecho a participar en la legislación y en la administración, y acaso el de modificarlas y reformarlas, pero en los marcos fundamentales existentes”. Gramsci se refiere aquí a los sindicatos y centrales obreras, como las conocemos hoy, que en teoría (porque en la práctica están burocratizadas) defienden los intereses de sus afiliados (salarios, convenios, leyes laborales, etc.). Podríamos decir que los trabajadores tienen este nivel de conciencia de clase un poco más elaborada cuando se reconocen miembros de un mismo sindicato o participan de una huelga general como miembros de la clase trabajadora, es decir, con intereses comunes con todos los asalariados. Podríamos decir, por extensión, que los partidos obreros que luchan por reformas en el capitalismo, como fue el PT de Lula en sus comienzos o el Partido Socialista a principios del siglo pasado en nuestro país, también son expresión de este según nivel de conciencia de los trabajadores.
El tercer y último momento “es aquel en el cual se llega a la conciencia de que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la fase en la cual las ideologías antes germinadas se hacen “partido”, chocan y entran en lucha, hasta que una sola de ellas, o, por lo menos, una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no ya en un plano corporativo, sino en un plano “universal”, y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados”. Analicemos esta cita algo compleja.
Gramsci aborda aquí la máxima expresión de la conciencia de clase, cuando los obreros comprenden que luchan no sólo por sus intereses inmediatos o los de su clase dentro del orden social existente, sino creen que la clase obrera puede representar, mediante un programa y un partido, los intereses del conjunto de los sectores explotados y oprimidos de la sociedad (como los campesinos pobres o sin tierra, los pequeños comerciantes que no explotan trabajo ajeno, los cuentapropistas y en general todos los pobres que se aglomeran en las grandes ciudades) en una perspectiva revolucionaria. Gramsci considera a este nivel “estrictamente político” como conciencia de clase hegemónica. Habla de “crear hegemonía” para referirse a la conquista de la dirección. La clase trabajadora llega a este nivel de conciencia en su mayor parte sólo en momentos de agudos enfrentamientos entre las clases, en las situaciones revolucionarias.
Nuestra clase se encuentra aún lejos de este último momento, aunque ha destacado en el período reciente nuevos sectores de vanguardia, que han encabezado luchas y han reconquistado sindicatos, comisiones internas y cuerpos de delegados, o se han organizado en listas antiburocráticas para expulsar a la burocracia, o los sectores combativos del movimiento piquetero. Pero en general no han superado la fase de reclamar “el derecho a participar en la legislación y en la administración, y acaso el de modificarlas y reformarlas, pero en los marcos fundamentales existentes”, es decir, el segundo nivel al que nos hemos referido.
Sin embargo, en situaciones como la actual que no es revolucionaria, hay obreros, en especial los que participaron en los procesos avanzados como los que hemos nombrado, que, discutiendo y compartiendo la lucha común con los militantes marxistas como hacemos en los círculos, comprenden la fuerza potencial de la clase obrera, capaz no sólo de emanciparse a si misma sino de liberar a toda la sociedad, encabezando una revolución socialista como “clase hegemónica”.
Ampliar los círculos participando en la lucha de clases e incorporando nuevos trabajadores y estudiantes, es una forma de prepararse para construir un partido revolucionario de la clase trabajadora para que, cuando esta haga su experiencia con la demagogia de Kirchner y rompa con el peronismo, evite que se impongan nuevas trampas de conciliación de clases y luche por una verdadera transformación revolucionaria de la sociedad.
 

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