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Mundo Obrero

Clasismo Gráfico

Si la lucha de clases es un laboratorio que sirve para sacar conclusiones, a veces los ataques patronales tienen el merito de permitirnos ver nítidamente cuestiones que ya estaban subyacentes pero que aún no se habían manifestado con tanta vitalidad.

Hernán Aragón

9 de junio 2011

El conflicto de Donnelley fue distinto a otras luchas obreras por las lecciones que dejó.

Si la lucha de clases es un laboratorio que sirve para sacar conclusiones, a veces los ataques patronales tienen el merito de permitirnos ver nítidamente cuestiones que ya estaban subyacentes pero que aún no se habían manifestado con tanta vitalidad.

Esta lucha nos permite verificar la existencia de un activismo obrero con un nivel de conciencia avanzado. En el marco de la conciliación obligatoria, los trabajadores dejaron de hacer horas extras un día sábado (se pagan al 100%) para asistir a un festival en puerta de fábrica por los despedidos. La unidad estaba sellada.

La militancia obrera constituyó un amplio comité de fondo de lucha. Se recorrieron las facultades pidiendo dinero pero también dando debates políticos con los estudiantes. También se formó una comisión de mujeres y se recurrió a la acción directa parando totalmente la producción, haciendo retención de tareas y cortando la Panamericana con el apoyo de numerosas delegaciones obreras de la zona. Esa solidaridad recibida no fue casual. La Comisión Interna y los compañeros de Donnelley son un ejemplo en cuanto a solidarizarse con otros conflictos. Pero además fueron un factor decisivo en la organización de la gráfica Worldcolor, e incluso de una fábrica del Parque Industrial de Pilar que no es del gremio, como Procter & Gamble. Ellos son impulsores de la Agrupación Gráfica Clasista y del periódico Nuestra Lucha.

La solidaridad alcanzada y la experiencia previa de organización fueron fogueando a una vanguardia en valores de clase y otorgaron las fuerzas morales que hicieron que las suculentas indemnizaciones fueran rechazadas por quienes quisieron seguir la lucha. La actitud adoptada tiene un carácter ofensivo porque al no haber crisis económica, ese trabajador indemnizado podría haber conseguido trabajo en otra empresa.
Es una declaración de enfrentamiento hacia la patronal porque implica quedarse para luchar junto a sus compañeros por los derechos obreros.

El caso Morelli (ver LVO 429) fue una muestra de que no todo es comprable. El de Donnelley parece ser un síntoma de un nuevo proletariado que está dejando definitivamente el peso de las derrotas pasadas y emerge adquiriendo elementos de una conciencia clasista (es una contra tendencia a luchas que se dieron en situaciones defensivas, y en la cuales – por complicidad de la burocracia – las patronales lograban, a través del chantaje de las indemnizaciones, o bien comprar a los activistas o bien desbaratar la lucha).

Pero la singularidad de Donnelley no pue de entenderse sin la existencia de los trotskistas y su trabajo metódico en forjar conciencia proletaria, es decir en crear organización con un programa que es producto de la apropiación de la experiencia revolucionaria del pasado y que supera la perspectiva de la reivindicación inmediata y de la lucha aislada.

El ejemplo de Donnelley puede compararse con el de Zanon. Allí el programa de los trotskistas – la toma de fábrica para ponerla a producir bajo administración obrera – al fusionarse con la vanguardia obrera, le aporta al conjunto de la clase obrera un eslabón de conciencia superior. La experiencia de Donnelley va en un mismo sentido.

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