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Informaciones Obreras

Cicatrices de productividad

15 de noviembre 2007

Junto con la inflación, el trabajo en negro y la precarización laboral, lo que también sigue creciendo sin parar son los ritmos de trabajo, la productividad y los niveles de producción. Con ello se extienden los daños físicos, mutilaciones, el desgaste y las muertes obreras. Desde 2003 a 2006, sólo en los trabajadores en blanco, se pasó de 400.000 “accidentes de trabajo y enfermedades laborales” a 640.000; según datos del último registro de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. En cuanto a las muertes laborales, se pasó de 700 obreros fallecidos por causas laborales en 2003 a 900 en 2006. Es decir que un promedio de tres obreros por día dejan su vida sobre una línea de producción o puesto de trabajo, por causa de la explotación capitalista; y otros miles sufren serios daños físicos por la productividad impuesta para beneficio y ganancias patronales.

La “línea de la muerte”

Los casos abundan. En éste se trata de trabajadoras de una importante fábrica alimenticia, que así llaman (“línea de la muerte”) al lugar donde realizan la tarea de llenar cajas con las bolsas de galletas cada 30 segundos. En este lugar tienen que trabajar mujeres flacas, ya que están una pegada a la otra en un espacio muy chico. Las chicas que trabajan allí son en su mayoría de agencia, jóvenes trabajadoras precarizadas, que sufren ritmos tan bestiales que sólo la necesidad de quedar efectivas y el miedo a ser despedidas, es capaz de lograr que la patronal alcance la producción a esos ritmos y condiciones terribles. Y pensar que sólo con la venta de 35 cajas de este producto, la empresa le paga la quincena a una obrera: ¡15 minutos de trabajo! ¡Toda la producción restante es robo liso y llano de su labor!
Las manos de estas compañeras se van lastimando, se van “rayando”, como ellas dicen, por el rozar constante con el borde de las cajas de cartón, que son como cuchillos, que hacen saltar lágrimas y dolor. ¿Porque no usan guantes...? -pregunta inocente e ingenuo el corresponsal-: “no seas gil -contestan-, tardamos el doble en envasar”. Y sí, sólo hay chicas de agencia; durante seis meses deberán soportar sin decir palabra que sus manos se lastimen arrancando dolorosas lágrimas.

“¿Condiciones de trabajo...? Mirá mi cara: ¿qué te parece?”

“¿Querés que te cuente estos años de malas condiciones de trabajo? No. Mirá mi cara y poné lo que te parece”. Dura respuesta. Bronca y verdad. Basta y sobra observar detenidamente para sentir la expresión de las compañeras con mayor antigüedad: pálidas, ojos caídos; casi sin brillo; bolsas que fueron ojeras de cansancio; pómulos y surcos; manos finas con uñas rotas y cicatrices de productividad. Con todo, tantos años de soportar la explotación capitalista y el machismo de sus propios compañeros, más el de los líderes, jefes y gerentes; tantos años de trabajo diario, hicieron del carácter de estas compañeras un verdadero espíritu de acero. Mantener una charla con ellas significa entrar en un terreno que pocos se animan. Miran fijo, hablan claro y sin titubear. Saben muy bien por qué; y resisten peleando la vida: “mis hijos, están en primer lugar. Luego: la cobardía, la corrupción y la traición de los que se dicen nuestros dirigentes, es lo que nos mantiene así...” “Al menos por el momento...” nos dice al pasar otra compañera; que llega, sonríe y se va.

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