La huelga de 37 días de los trabajadores subcontratistas (terciarizados) de Codelco (Corporación del Cobre) fue dura. La patronal intentó hacer arrodillar a los trabajadores y debilitar su naciente organización sindical, la Confederación de Trabajadores del Cobre. La intransigencia de los empresarios se explica porque esta huelga estaba llamada a convertirse en un ejemplo para el resto de los trabajadores de Chile. Es por esto que la clase patronal exigía a la gerencia y al directorio que derrotara la huelga, y hacia el final del conflicto pedía “mano dura” y declaraba inútil el diálogo. Y aunque no lo lograron, los resultados totales son mixtos, lo que obliga al trabajador a reflexionar y sacar las enseñanzas.

Esta gran lucha de los trabajadores del cobre puso sobre la mesa el debate político a nivel nacional cómo negociar los justos derechos e intereses de los trabajadores. Es importante recordar que la dictadura de Pinochet prohibió la negociación colectiva por industria, algo que aún sigue vigente y esta lucha cuestiona.

Desde Clase contra Clase, planteamos la necesidad de luchar por un Tarifado Nacional por Oficio (salario igual por oficio), que igualara las condiciones entre trabajadores de planta y subcontratistas, y así avanzar al pase a planta permanente de todos los trabajadores subcontratistas.

Para fortalecer la unidad de los trabajadores, exigimos a la CUT (Central Única de Trabajadores) que llamara a un Paro Nacional en Solidaridad, y adelantara la convocatoria de la movilización llamada para el 29/8 (¡dos meses después de declarada la huelga!).

La huelga fue un hecho político porque puso en la discusión nacional la discriminación entre trabajadores de primera y de segunda. Y además, porque implicó la relación de fuerzas más general entre las clases: porque la negociación de los trabajadores subcontratistas con la empresa mandante, manteniendo vivo el debate sobre los alcances de la negociación colectiva, trata sobre los términos de la negociación de los derechos de la clase trabajadora, y los intereses mezquinos de las multimillonarias ganancias de la clase patronal, abriendo una nueva dinámica sindical, nueva desde el fin de la dictadura.

Si en 2006 el movimiento estudiantil secundario puso en cuestión -objetivamente- el neoliberalismo en la educación, en 2007 los obreros subcontratistas de Codelco pusieron en cuestión –objetivamente- el neoliberalismo en la relación de trabajo.

Pero los resultados fueron mixtos. Se obtuvieron demandas importantes, aunque estos avances tuvieron costos altos: la dirección del PC y la Concertación (oficialismo) en los acuerdos, firmaron la aceptación de la ley de subcontratación.

Es por eso que debemos sacar todas las enseñanzas de esta huelga, y avanzar en la lucha por la construcción de un partido de trabajadores revolucionario, alternativo a la política de colaboración de clases del PC, que luche con una política de clase independiente de toda variante patronal, por los derechos actuales y los intereses históricos de la clase trabajadora.