Luego de 25 días de dura lucha, los 2.052 mineros de La Escondida, la minera privada más grande del mundo, consiguieron parte de sus reivindicaciones económicas. Obtuvieron 5% de aumento salarial y un bono de 16.500 dólares. Aunque las demandas iniciales eran muy superiores, 13% de aumento y un bono por 30.000 dólares, la huelga golpeó a la patronal por varias razones. La lucha en sí era muy difícil, enfrentando a un gigante del cobre que acapara el 8% de la producción mundial y a la antiobrera legislación laboral chilena heredada de la dictadura. En este marco, los obreros paralizaron el 60% de la producción ocasionándole pérdidas a la patronal por 16 millones de dólares diarios, bloquearon los accesos a la empresa, realizaron trabajos solidarios en la comunidad, impidieron que se los reemplace con carneros y consiguieron una gran solidaridad de otros sectores obreros y populares. La patronal, por su parte, fracasó en su intento de utilizar los “descuelgues” (modalidad que permite que los trabajadores negocien individualmente con la empresa), ya que apenas una veintena de trabajadores lo aceptaron.
La huelga se transformó en un hecho de repercusión nacional y en un caso testigo para las futuras paritarias del resto del gremio. La minera estatal Codelco, con decenas de miles de obreros, comenzará sus negociaciones próximamente y el gobierno de la “socialista” Bachellet, ya salió a pedir que no se la compare con La Escondida.
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