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Hacia una Constituyente de "concertación"

Bolivia: balance de las elecciones del 2 de julio

13 de julio 2006

El MAS recogió el 51% de los votos y unos 137 constituyentes de los 255 en disputa. Ganó en 7 departamentos, incluidos Santa Cruz y Tarija, consolidándose como la primera fuerza política nacional por mucha diferencia.
El gobierno puede presentar los resultados como un “plebiscito” favorable a su política de reformas. Sin embargo, no le alcanza para consolidar sus planes de cara a la Constituyente por la “cláusula cerrojo” que exige dos tercios (170 constituyentes) para aprobar una nueva constitución. El MAS deberá negociar con las fuerzas de centro y de derecha y con las oligarquías regionales.

Derrota de la derecha política y referéndum
Los partidos de derecha sufrieron una dura derrota, mostrando su dispersión y debilidad. PODEMOS, que apuntó al reagrupamiento neoliberal con un discurso “contra la injerencia de Chávez” abiertamente proimperialista, cayó de 821.745 votos en diciembre pasado a apenas 400.000 ahora, con sólo 15% de los sufragios a nivel nacional y ganando sólo en Beni y Pando.
Los intentos de llenar un espacio de centro para terciar entre el MAS y la derecha no trascendieron, aunque los votos de fuerzas menores (MNR, UN, MBL, etc.) serán importantes en la mecánica de la Constituyente.
En el referéndum autonómico, el NO se impuso a nivel nacional con un 57,5% de los votos válidos contra un 42,4%. Sin embargo, el triunfo del SÍ en Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni legitima relativamente el reaccionario proyecto de la burguesía cruceña y sus aliados.

Alta votación en blanco
Lo que la mayoría de los análisis omiten es la elevada cantidad de votos en blanco: 417.000 (16%); más que los votos de PODEMOS por lo que podrían considerarse la “segunda fuerza”. Especialmente alto parece haber sido en Potosí, Oruro y en distritos combativos de El Alto.
Esto puede ser un síntoma de disconformidad entre sectores populares con las propuestas conciliadoras del MAS, ante las restricciones antidemocráticas que impidieron que los movimientos sociales y los pueblos originarios se presentaran directamente. Si bien predominan las ilusiones y expectativas, puede reflejar desencanto anticipado con la Constituyente.
Una “fiesta democrática” que no resuelve las contradicciones
Por todo ello, a pesar de las alabanzas a la “fiesta democrática”, y los llamados a hacer de la Asamblea en Sucre un “espacio de diálogo y reencuentro”, esto no será fácil. Como dice el vicepresidente García Linera, los resultados electorales obligan a buscar “pactos y consensos”. Sería, según el diario La Razón “un mandato para buscar acuerdos” ante “un país de opinión dividida pero urgido de reencuentros, tolerancia y respeto a las diferencias”.
En realidad, queda abierto un escenario complejo, tensionado entre las tendencias al “consenso” que piden todos, y la realidad de la profunda polarización social y política del país. Estas contradicciones seguirán marcando la disputa entre el proyecto reformista del MAS y la resistencia de la derecha burguesa a aceptar mayores cambios. Esto se ve, por ejemplo, en los nuevos contratos de venta de gas a Argentina cuyos ingresos irían directamente al Tesoro General de la Nación, contra las aspiraciones cruceñas, lo que ya provocó su protesta.
La “clave” la tendrá el movimiento de masas, hoy a la expectativa, que espera respuesta a sus demandas, y cuya poderosa presencia no podrá ser ignorada ya que podría irrumpir aprovechando las disputas en la Constituyente.

Entre choques y forcejeos, buscando la “concertación”
Evo Morales afirma que “con este apoyo (electoral) se consolida la nacionalización y el camino antineoliberal expresado en nuestra revolución democrática y cultural”, pero el MAS sólo buscará conciliar con los empresarios, los terratenientes y el imperialismo desde una mejor relación de fuerzas. Por eso, García Linera reivindicó que la “Ley de Convocatoria fue diseñada para impedir que uno solo obtenga los dos tercios, para dar paso a la diversidad”, es decir, para cubrir de garantías a la derecha.
El MAS se aseguró el “monopolio de la representación popular” y está negociando alianzas con fuerzas políticas de centro y de derecha, por lo que es probable que sus propuestas se vuelvan aún más “tibias”.
Entre fricciones y choques diversos tratarán de negociar un “nuevo pacto social y político” que incorpore a las distintas fracciones burguesas y limite las demandas populares. Es la tarea que comenzarán el 6 de agosto en Sucre.
De estas negociaciones no saldrá ninguna “refundación del país” favorable a los trabajadores, campesinos, pueblos originarios y clases medias empobrecidas. Esta Constituyente no será libre ni soberana, ni democrática. La efectiva nacionalización, la plena autodeterminación de los pueblos originarios, el trabajo y el salario, el no pago de la deuda externa y la ruptura con el imperialismo, son tareas que quedan por completo en manos de las masas, y sólo podrán ser obtenidas mediante la movilización revolucionaria.

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