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Ante la disparada de los precios: Luchar por un salario mínimo de $1800

28 de julio 2005

Golpeado por un inesperado 0,9% en el alza de los precios en junio y una suba proyectada que oscila entre el 1 y 1,5% para julio, el gobierno salió a responder.
Su primer objetivo fueron los encargados de edificio que con una suba en sus salarios de $ 60 en mayo y $ 30 en junio, fueron sindicados como los responsables de la suba inflacionaria. Partiendo de aquí el Ministro Lavagna dijo que “observaría” atentamente los nuevos convenios, y al otro día en reunión con Kirchner y Tomada (el Ministro de Trabajo) decidieron no otorgar ningún aumento a los jubilados que cobran la jubilación mínima. Sus “análisis” les indican que otorgarles un aumento a ancianos que ganan $ 350 también desataría la espiral inflacionaria. ¡Ni siquiera quieren darle a los jubilados 1$ por día! Para completarla se reunieron con el flamante jefe de la CGT, Hugo Moyano, y entre todos coincidieron en que hay que tener “prudencia”, en otras palabras no jorobar con una verdadera recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores. Toda estas afirmaciones no tienen otro fin que el de justificar que los empresarios trasladen a los precios los aumentos salariales.

Falsedades

El punto de partida del gobierno y los empresarios es que los aumentos salariales repercuten “objetivamente” en la economía tendiendo a un alza en los precios. Nada más alejado de la realidad. Según un informe del Banco Central comentado por Clarín del 26 de julio, desde el 2001, la productividad laboral se incrementó en un 20%, y el costo laboral bajó un 30%, a esto hay que sumarle el incremento de los precios de las exportaciones en el exterior, y los subsidios que reciben por parte del gobierno para las nuevas inversiones. En criollo, los empresarios están ganando por todos lados.
¿Cuál es el fondo de la discusión? Ya en la época de la I Internacional, Carlos Marx explicaba que el incremento de los salarios reales podía subir hasta un límite, este era el punto en que afectaba las ganancias de los empresarios hasta el punto en que a estos no les convenía producir, en el otro extremo había un límite mínimo del salario que era aquel en el cual el trabajador no podía concurrir a trabajar ya que no se garantizaba su subsistencia. La puja entre empresarios y obreros oscilaba entre estos límites y dependía, más allá de factores extraordinarios1, de la lucha de clases, es decir de la relación de fuerzas entre obreros y patrones.
Desde este punto de vista, las estadísticas demuestran que en las últimas décadas el costo laboral baja, la productividad sube, lo que redunda en una regresiva distribución del ingreso en favor de los capitalistas. La rentabilidad de los empresarios se encuentra un 60% por encima de los tiempos de la convertibilidad y las ganancias de las principales empresas han crecido en una proporción muy superior a la de la economía: para las diez primeras firmas el aumento ha sido de un 300%.
Estamos muy lejos de poder hablar de que las últimas subas salariales puedan perjudicar las ganancias de los empresarios a punto tal de no convenirles producir. Más aún si tenemos en cuenta que los aumentos salariales en muy pocos casos lograron recuperar lo perdido por la inflación.
La realidad es que los empresarios desde 1976 vienen inflingiendo derrotas a los trabajadores, en primer lugar mediante la dictadura militar, luego en los ’80 con los procesos hiperinflacionarios, en los ’90 mediante la desocupación que permitió flexibilizar las condiciones de trabajo incrementando la productividad de los trabajadores. Desde la devaluación hasta ahora, la ofensiva patronal pegó otro salto. Por este motivo, lo que defienden los capitalistas, con el aval del gobierno, son las conquistas logradas a expensas de la clase trabajadora, que redundaron en fabulosas ganancias. Esta es la razón por la cual trasladan directamente a los precios cualquier aumento salarial.
El verdadero temor que tienen es que los trabajadores avancen en la lucha, y comiencen a recuperar lo perdido en años anteriores, ante esto desatan el fantasma de la inflación.

De eso no se habla

Sin embargo, no es la presión salarial lo que hace incrementar los precios. La realidad es que sectores dominantes de la burguesía de nuestro país se han volcado -gracias a la devaluación- a la exportación, por lo cual estos ambiciosos empresarios quieren trasladar los precios en dólares o euros que ganan en el exterior a los precios locales. Es decir, cobrar como argentinos pero pagar como europeos, un mal negocio para la mayoría de los que vivimos de un salario. Esta situación es uno de los principales causantes de la inflación.
Por otro lado, el control oligopólico de varias ramas de la economía los lleva a tener una relativa autonomía para fijar los precios y asegurarse mayores ganancias, el escandaloso caso del cártel del cemento que el gobierno sacó a luz en estos días es solo una muestra de esta situación.
Otro motivo de inflación es la suba de los servicios públicos, algo que el gobierno no quiere mencionar, pero la realidad es que el aumento entre un 25 y 30% en la luz y el gas para comercios e industrias es trasladado directamente a los precios. Y además hay que afirmar que las multas a aquellos domicilios particulares por consumir más energía durante el invierno es un incremento encubierto, y así esta reconocido por las mismas estadísticas oficiales.
Por último, también la poca oferta incide en los precios, es que durante todos estos años los empresarios han invertido poco y nada. Y por lo tanto ante un incremento de la demanda producida por la mayor actividad económica, es respondida por los empresarios en forma de aumento en los precios.
El gobierno conciente de todos estos problemas trata de reunir a los empresarios para que estos no aumenten, más, los precios, sin embargo la realidad es que los capitalistas se niegan a bajarlos como lo demuestran las últimas declaraciones de los voceros de la UIA. La única medida efectiva es que los salarios no suben.

CGT y CTA: los que miran para otro lado

Es sabido que pocos días antes de que el gobierno saliera acusar a las subas salariales como causantes de la inflación, el recientemente entronizado Secretario General de la CGT, Hugo Moyano, reivindicó al santacruceño diciendo que “Kirchner no le sacó nada a los trabajadores”2, y se tiró contra Lavagna cuidándose de diferenciarlo del presidente. Pero en los últimos días, lo llamativo ha sido el silencio. Mientras los precios suben y el salario sigue cayendo, la CGT mira para otro lado dejando aislados los conflictos y favoreciendo al gobierno. Mucho peor cuando el Ministro de Salud acaba de acusar a los trabajadores del Garrahan que hacen paro de “terroristas”. No es de extrañar esta actitud de quienes pactaron –junto a los “Gordos” más de 140 convenios muy por detrás de lo perdido por la inflación. La posición de la CGT está clara. El mismo Moyano se encargó de echar luz apenas asumió como Secretario General “Queremos evitar cualquier tipo de desbordes (…) debemos tener en cuenta que la sociedad está un poco agotada de los desbordes, y a lo mejor insistir con eso sería ir en contra de los objetivos que perseguimos”3.
Los dirigentes de la CTA no se han quedado atrás. Teniendo en cuenta que los estatales (un gremio clave de esta Central) son los que menos aumentos han conseguido, peor incluso que los precarizados, tampoco llaman a ninguna medida de lucha.
Hay que rodear todos los conflictos que existen de solidaridad impulsando la coordinación e imponerles a los dirigentes de la CGT y la CTA un plan de lucha y que rompan su subordinación al gobierno.
Los trabajadores debemos evitar caer en las mentiras ideológicas que pregonan Lavagna y Kirchner, avaladas por la burocracia sindical y luchar por un salario mínimo equivalente al costo de la canasta familiar, valuada hoy en $ 1.800, indexado según inflación. Un subsidio de 800$ para todos los trabajadores desocupados y el 82% móvil para los jubilados. Pero también hay que luchar contra el aumento de los precios y la carestía de la vida. La medida más efectiva es el control obrero y popular de los grandes grupos económicos del campo, la producción, servicios y comercio. Son los trabajadores y el pueblo pobre los que pueden impedir que los precios sigan subiendo conformando comisiones de control de precios y abastecimiento. A los grandes empresarios hay que imponerles –con la lucha- impuestos progresivos. Hay que eliminar el IVA, subir el mínimo no imponible de ganancias. Que paguen más los que más tienen.

1 A modo de ejemplos: desastres naturales, las oscilaciones cíclicas de la economía como las depresiones o el boom de la postguerra.
2 La Nación, 19/7
3 El Cronista Comercial. Entrevista a Hugo Moyano. 19/7

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