El 20 de octubre se realizaron dos actos, uno a la mañana en los tribunales y otro a la tarde en la plaza de la estación, para pedir juicio y castigo a los policías responsables de la Masacre de Quilmes ocurrida hace dos años en la Comisaría 1° en la que murieron Diego de 16 años, Elías de 15 y Manuel y Miguel de 17.
La masacre tuvo lugar el 20 de octubre del 2004 cuando se incendió uno de los calabozos. Según surge del expediente judicial, los jóvenes fueron torturados y golpeados antes y después del fuego. Asimismo el siniestro no fue consecuencia de un motín como en primera instancia quisieron hacer creer los uniformados. Los menores sobrevivientes declararon con detalles lo sucedido y en rueda de reconocimiento fueron señalados los policías golpeadores. Sin embargo el fiscal Nievas Woodgate desestimó las declaraciones y entonces todos los policías fueron sobreseídos. Incluso el Comisario Soria, uno de los responsables, fue premiado con un ascenso en la Diracción Departamental de Investigaciones de San Miguel que finalmente quedó en la nada.
Hace quince días, tras casi dos años de lucha incansable y poco después del escrache a la justicia quilmeña, se logró el procesamiento de cinco policías. Al comisario Soria se lo responsabiliza de no prever adecuadamente el lugar para siniestros como éstos. Al resto de los policías se los involucra en apremios ilegales y en algún caso, tormento. Pero el fiscal se encarga especialmente de aclarar y remarcar que los golpes pueden haberse ocasionado entre los chicos detenidos en su posible intento de fuga, y que la acción de los policías en el socorro fue la “posible” debido a la difícil situación. Una vez más, la justicia al servicio de los uniformados
Al acto que se realizó por la tarde asistieron las madres, amigos y vecinos de los chicos muertos: Eugenia Vázquez (hermana de Andrea Viera), Liliana Cerviño, el MEDH, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el CeProDH, la Mesa de Escrache Popular, Repique, la lista Bordó de ferroviarios, el PO y el PTS.
Los oradores destacaron que las prácticas de la dictadura continúan con las torturas en las comisarías y el gatillo fácil y que el aparato represivo sigue intacto como lo demuestra la desaparición de Julio López. Por último, se remarcó que cada conquista lograda fue producto de la lucha unitaria y no la concesión de ningún poder estatal.