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"CUENTO CHINO" Y DECADENCIA NACIONAL

¿A donde va la Argentina de Kirchner?

12 de noviembre 2004

El próximo 16, en el primer día de visita al país del presidente chino Hu Jintao sabremos los alcances del “cuento chino” que tanto ruido hizo en los últimos días. El gobierno presentó el acuerdo comercial con China como un “logro estratégico”, de la misma magnitud que la renegociación de la deuda externa con los bonistas privados si es que el canje resulta medianamente exitoso.
Lo cierto es que ambas cuestiones muestran la consolidación de la economía “reprimarizada” heredada de los ‘90. Un país especializado en la producción de materias primas (combustibles, productos agropecuarios y minería) y que por décadas dedicara gran parte de sus recursos al pago de los servicios de la deuda, cuyo nivel en relación al Producto Bruto Interno es, aún con los pronósticos más favorables respecto a la “quita”, el más alto de la historia. Un país cuyos recursos estratégicos –incluído los no renovables como petróleo y gas- están en manos de empresas imperialistas. Es una muestra que, más allá de las recuperaciones cíclicas de la economía, bajo el control compartido entre el capital imperialista y la burguesía “nacional” como socia menor, no hay otro destino que una decadencia sin límite. 

China y América Latina

Como parte de una política para asegurarse el acceso a recursos energéticos, minerales y alimentos, China incrementó sus relaciones comerciales e influencia política con nuestro país y una serie de países de la región, con Brasil –en donde Hu permanecerá más días- y Chile –donde se aseguró la provisión de cobre por varios años- a la cabeza.
Un artículo publicado en el sitio web del oficial “Diario del Pueblo” reproduce las declaraciones a la agencia Xinhua de Jiang Shixue, subdirector del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias Sociales de China: “Durante las últimas décadas, las visitas de alto nivel entre China y los países latinoamericanos han sido frecuentes, lo que ha profundizado el entendimiento y la confianza mutuos y ha aumentado la cooperación amistosa bilateral en los diversos terrenos”. En el mismo artículo se plantea que “los vínculos comerciales entre China y América Latina también han registrado un aumento estable y acelerado en los últimos años, con lo que China se ha convertido en el tercer mayor importador y el cuarto mayor mercado de exportación de la región latinoamericana, indicó Jiang. De acuerdo con las estadísticas oficiales, el volumen de comercio entre China y América Latina alcanzó en 2003 una cifra récord de 26.806 millones de dólares, un 50,4 por ciento más que el año anterior. Esta favorable situación comercial se atribuye al rápido y sostenido crecimiento de las exportaciones de China a América Latina y al notable aumento de las importaciones chinas desde países latinoamericanos, especialmente las de soja, mineral de hierro y cobre, explicó Jiang”.
Hu Jintao buscará en su viaje asegurar para China recursos primarios que le son imprescindibles. En el marco de un proceso de restauración capitalista que generaó profundas contradicciones políticas, económicas y sociales de las que la mayoría de los analistas prefiere no hablar bajo la obnubilación de los índices de crecimiento económico –empezando por los brutales niveles de explotación de la fuerza de trabajo-, la economía china está en un “segundo nivel” en la actual división internacional del trabajo, separada por una enorme brecha tecnológica de las potencias imperialistas, pero en un lugar momentáneamente superior al haberse transformado en un centro manufacturero mundial respecto de las naciones semicoloniales. Juan Chingo señalaba recientemente en nuestra revista Estrategia Internacional que “la nueva ubicación alcanzada por China en la división mundial del trabajo como centro manufacturero mundial, o en otras palabras, su ascenso relativo con respecto a los países semicoloniales dependientes de la producción de materias primas o commodities para el mercado mundial, le permite imponer sus preferencias y poder de negociación sobre estos, convirtiéndose en el último tiempo en el principal mercado, o en el mercado de mayor crecimiento de muchos de estos productos primarios o bienes intermedios que estos países exportan. A su vez para los países semicoloniales que venían soportando una abrupta caída de los términos de intercambio de sus mercancías -que fue una de las bases de la recuperación de los países imperialistas, en particular los Estados Unidos, después de la crisis de los ’70, durante la ofensiva neoliberal– y que encuentran fuertemente cerrados o protegidos los mercados de las metrópolis para muchos de sus productos (...) encuentran en China una salida alternativa, lo que le da a esta última no sólo una ventaja comercial sino cierta influencia política en regiones tan distantes como América Latina, con implicancias geopolíticas que afecta a determinados países imperialistas”1. Y ponía como ejemplo el entusiasmo provocado por el viaje de Lula a China en la comunidad de negocios brasileña, mayor aún que lo ocurrido con los empresarios locales durante el viaje de Kirchner.

Argentina dentro de la actual división internacional del trabajo

La composición del intercambio comercial entre China y Argentina muestra a nuestro país como mero proveedor de materias primas. Independientemente de su magnitud, todas las previsiones sobre los acuerdos que firmarán Kirchner y Hu Jintao –se mencionan inversiones chinas en transporte ferroviario, explotación petrolera y minería- apuntan a profundizar esa situación en tal forma que obligó a decir a Página 12 que “Su enumeración hace que no resulte difícil recordar el tradicional esquema centro-periferia. En especial el que unió a la Argentina y al Reino Unido desde el surgimiento del Estado nacional hasta la segunda guerra mundial”2, con la diferencia que en ese entonces Gran Bretaña era la principal potencia imperialista (aunque en proceso de decadencia) y China, como señalamos, es un “capitalismo en construcción”3 que, en cuanto a su desarrollo tecnológico, una economía de “segundo nivel”. Incluso si se comparan el PBI per cápita (el producto bruto dividido por el número de habitantes) China, aunque multiplicó su PBI de U$S 106 millones en 1970 a U$S 1,4 billones hoy, ronda sólo los U$S 1000 por habitante, mientras que el de Argentina en el 2003, luego de la devaluación, era de U$S 3760.
Hoy el intercambio comercial entre ambos países llega a los U$S 3155 millones; importante crecimiento si lo comparamos con los poco más de 250 millones registrados en 1990, pero con un muy bajo nivel de inversiones de empresas chinas y argentinas en cada país respectivamente. China ocupa actualmente el 4° lugar en el ranking del comercio exterior de nuestro país, después del Brasil, Estados Unidos y Chile. En materia de importaciones, el 2003 registró 712 millones de dólares, un 93% superior al de 2002 (329,1 millones), que fue la cifra más baja de los últimos 11 años debido a la crisis del país. En el primer semestre de 2004 el comercio bilateral se incrementó en un 24 %. Pero si analizamos la composición de dicho intercambio vemos que el 92% de las exportaciones argentinas se concentraron durante 2003 fundamentalmente productos primarios: 50% de semillas y frutos oleaginosos, 33% de grasas y aceites animales y vegetales; 4,8% de pieles y cueros y 2,5% de fundición de hierro y acero. Mientras las principales importaciones de China son productos manufacturados.
Parece claro que las áreas donde se concentrarán sus inversiones (energía y transportes) son aquellas que al “gigante asiático” le permiten asegurarar el mejor transporte y comercialización de las materias primas que obtiene en el país, así como complementar y articular los lazos comerciales que mantiene con Brasil y Chile.

La burguesía "nacional” perpetúa la decadencia

El gobierno se ha limitado a aprovechar un “viento de cola”, favorecido por el rebote económico posterior a la crisis, el alza de los precios de las materias primas en el mercado mundial4 y la enorme baja salarial por la devaluación. En ese contexto se encargó de garantizar altas ganancias para las fracciones capitalistas e hipotecar la economía nacional por décadas en el pago de la fraudulenta deuda externa. Las inversiones chinas no son un paso para modificar el “modelo de país” heredado de los "90, el que volvió atrás incluso de la “pseudindustralización” (como la denominó Milcíades Peña) del período de la “sustitución de importaciones”, sino una más de las medidas tendientes a perpetuarlo.
La burguesía “nacional” demostró con creces durante el siglo XX su incapacidad para superar el atraso y la dependencia. Para ello se necesita que los principales recursos de la economía estén bajo otras manos, la de la clase que con su actividad genera la riqueza social, la clase trabajadora. Ella cuenta con la capacidad de dirigir la economía bajo una lógica distinta, a través de la planificación democrática de los recursos económicos. Así, los flagelos que agobian a la clase trabajadora y al conjunto de los oprimidos, como la desocupación o la pobreza, en un país que genera alimentos para más de 300 millones de personas (casi diez veces el total de la población del país), podrían ser cosas del pasado, a la vez que el impulso al desarrollo de la revolución socialista en el plano internacional y la cooperación con la clase trabajadora de los países imperialistas sería la forma para acceder a los principales avances de la ciencia y de la técnica.
Pero para avanzar por este camino, los trabajadores deben superar las ilusiones actuales en el gobierno de Kirchner y en cualquier otra salida patronal, quebrar la resistencia de los capitalistas y su Estado, y postular una salida propia, rompiendo con la dominación imperialista y “expropiando a los expropiadores”. No es una salida fácil, pero sí es la única realista si de lo que se trata es de superar la postración a que nos han llevado las clases dominantes.

1 Juan Chingo, Mitos y realidades de la China actual, en Estrategia Internacional N° 21, septiembre 2004
2 Claudio Scaletta, “El misterio no se devela, pero la discusion por el modelo recien empieza”, en Página 12, 8-11-04.
3 Juan Chingo, op. cit.
4 Situación que ha empezado a cambiar en el caso de la soja, que ha tenido una importante baja en los últimos meses.

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