La historia de Alejandrina Barry recorre, desde hace algunas semanas, los programas de radio y televisión: sus padres fueron asesinados por las fuerzas represivas conjuntas del Plan Cóndor, de Argentina y Uruguay en 1977 y ella, con sólo tres años, fue utilizada por las revistas Gente, Para Ti y Somos, en una campaña mediática que justificaba y legitimaba ideológicamente el terrorismo de Estado y la dictadura militar genocida.
Hoy, la querella que Alejandrina Barry presentó contra la Editorial Atlántida, pone en evidencia que la mayoría de los medios en manos de los capitalistas fueron un instrumento de
propaganda esencial del cual se valía la dictadura para llevar adelante los crímenes más atroces. Sin embargo, esta relación entre empresarios y dictadura no termina aquí: el genocidio fue ideado, planificado y financiado por el gran empresariado nacional junto al Departamento de Estado norteamericano, para derrotar a la clase trabajadora y los sectores populares que habían conquistado un nivel de organización y conciencia que cuestionaba sus ganancias y su “libertad de explotación” y discutía las perspectivas revolucionarias de cómo derrotar a la burguesía. Las FF.AA. fueron el instrumento del que se valió la clase capitalista
para llevar adelante un golpe antiobrero como se demuestra en que el 60% de los desaparecidos pertenecía a la clase trabajadora. Estos empresarios son los que aún hoy siguen teniendo el poder real en Argentina y siguen ganando millones.

EN CLAVE ROJA