Trabajé en Lear durante 27 años. La verdad, estoy muy dolida al escuchar declaraciones de nuestros dirigentes y la sarta de mentiras sobre nuestro desempeño en la empresa. Nos acusan de vagos, que fingimos enfermedades laborales que muchos padecemos, que somos “revoltosos”, etc.

Yo les contesto con toda la verdad. En 27 años no tuve faltas injustificadas, cuando me retiré antes del horario por cuestiones familiares devolví esas horas de permiso. Es más, he cambiado de turno y he ido hasta sin dormir para cumplir con mi trabajo. He trabajado hasta tres turnos, feriados, sábados y domingos. Cuando la empresa me necesitó siempre estuve ahí. En todos mis años llegué tarde solamente dos veces.

Como mujer trabajadora, único sostén de mi hogar, madre y esposa, siempre tuve la doble responsabilidad de criar a dos hijas, una de ella con una discapacidad, un esposo desempleado con problemas de hipertensión, diabetes y actualmente con depresión a causa de la circunstancias que estamos viviendo. Aún así siempre estuve al pie del cañón tanto en mi hogar como en la fábrica.

Creo que mis compañeros despedidos y yo no nos merecemos que nos difamen de ese modo. Guste a quien le guste seguiremos unidos hasta el final, porque nuestra única bandera es la lucha por la verdad. Que nos reconozcan que somos trabajadores. Agradecemos a todas las agrupaciones y a la sociedad, porque ellos nos dan fuerza para seguir peleando hasta que nos reincorporen a todos juntos con nuestros delegados.

Porque nadie nos puede arrebatar nuestra dignidad. Esa es la mejor enseñanza que le podemos dejar a nuestros hijos. ¡Familia en la calle nunca más!