Los cortes de fichas en el sector agrario del Ingenio Ledesma ya perjudican directamente a 600 obreros (entre temporarios, eventuales y tercerizados). La empresa esgrime que los despedidos se dan por “las condiciones climáticas locales” y por el avance en la “la plantación mecanizada”. Lo cierto es que estos despidos en masa significan un nuevo ataque a los trabajadores y su organización sindical. Con esta medida el directorio, apoyándose en la ley 22.248 promulgada por el dictador Videla, está violando no solo los derechos obreros, sino que también están negando el convenio colectivo firmado luego de la huelga del 2011. Este establecía que “cuando a causa de las condiciones climáticas el trabajador no pueda realizar sus tareas, la Empresa asegurará en la quincena que ello suceda, un pago mínimo de 12 jornales”.

La dirección del SOEAIL ante semejante ataque organizó dos plenarios de alrededor de 200 compañeros. Estos votaron una declaración de conflicto frente a los despidos, que se presentó al Ingenio y a la Secretaria de Trabajo, una comisión negociadora compuesta por delegados, y la preparación de una movilización en caso de que la empresa no acepte abrir una negociación.

Una ofensiva patronal

Los despidos son parte del constante ataque que viene sufriendo el SOEAIL por parte de la empresa y la burocracia sindical y financiada por los Blaquier. Luego de la huelga que le paralizó los trapiche y obligó a la administración a sentarse a negociar un aumento salarial por encima del que estaban dispuestos a dar, la patronal se propuso una batería de medidas ofensivas contra la dirección de Vargas, el cuerpo de delegados y los obreros. Primero amedrentó a los principales delegados y activistas a través de cartas documentos. Al poco tiempo les negó al SOEAIL las hectáreas no inundables para la construcción de viviendas. Financiaron la campaña de delegados afines a sus intereses, y después impulsaron a esos delegados y al sector de dirigentes burocráticos que administran la obra social a que organicen el golpe institucional al SOEAIL, que con la toma del sindicato y una asamblea trucha expulsaba a Vargas. Por último, pese a recuperación de la sede gremial por los obreros y a las multitudinarias asambleas que votaron la continuidad del dirigente del SOEAIL, la revisión de cuentas de OSPAIL y la expulsión de los dirigentes y delegados traidores, la patronal influyó para que el Ministerio de Trabajo declara nulas las asambleas y dirigió a los burócratas para que estos le quitaran a Vargas la presidencia de la obra social y la posibilidad de acceder a las cuentas bancarias del SOEAIL.

Fuera las manos de Blaquier

Este acoso de la patronal genocida plantea la necesidad de hacer votar en el cuerpo de delegados y en asamblea una campaña democrática que levante como principal bandera la defensa del sindicato y la reincorporación inmediata de los 600 despedidos. Para poner en movimiento a los más de mil compañeros que hicieron los tres paros, que recuperaron el gremio cuando fue ocupado y coparon las asambleas para echar a los burócratas. Son la base para organizar la defensa del gremio y a los despedidos, para luego pasar a la ofensiva exigiendo la efectividad y el salario igual a la canasta familiar. A la par de impulsar la organización, la deliberación y la lucha desde las bases, es urgente que los delegados y activistas le exijan a la directiva del SOEAIL la puesta en pie de una Comisión de Solidaridad, conformada por organizaciones sindicales-empezando por el SOEA-ILE, SEOM y ATE-, estudiantiles, políticas y de DDHH, para construir un muro infranqueable que evite que el genocida Blaquier, el mismo que con represión derroto al sindicato en los 70’, hoy se juegue a recuperar el sindicato corrompiendo a dirigentes, persiguiendo a luchadores, y despidiendo en masa.

Tenemos que organizarnos y movilizarnos planteando a viva voz “fuera la manos de Blaquier del sindicato”.