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Nacional

Un giro abrupto en el escenario político

En una semana se produjo un giro abrupto del escenario político nacional. Las muestras de adhesión popular en los funerales de Kirchner fueron utilizadas por el aparato de Estado para relanzar a un gobierno que venía en desbandada.

Manolo Romano

4 de noviembre 2010

Un giro abrupto en el escenario político

En una semana se produjo un giro abrupto del escenario político nacional. Las muestras de adhesión popular en los funerales de Kirchner fueron utilizadas por el aparato de Estado para relanzar a un gobierno que venía en desbandada. Una gran franja de esos manifestantes, con un importante componente de jóvenes que fueron a apoyar al gobierno, se había conmovido, y una parte se había movilizado, apenas siete días atrás, contra el brutal asesinato de Mariano Ferreyra a manos de la patota de matones del gremio de Pedraza, poniendo en cuestión la alianza de los Kirchner con la desprestigiada cúpula sindical. ¿Ha sido cerrada esa crisis de fondo de millones con “la columna vertebral” del gobierno, como llaman los K a la burocracia sindical de la CGT? Los voceros del oficialismo repiten y repiten que los opositores que no sepan leer el significado de esas manifestaciones y esa juventud, están perdidos en la situación política. Cierto. Pero lo mismo vale para los kirchneristas que creen tener en esos manifestantes un cheque en blanco y apuestan a asimilarlos sin contradicciones a la alianza con burócratas sindicales, intendentes derechistas y gobernadores “feudales”, todos juntos detrás de Cristina 2011.

Para el establishment de empresarios sojeros y grandes industriales que, apenas muerto Kirchner, reclamó desde La Nación la capitulación de Cristina ante la oposición patronal del Grupo A, la expresión de masas ante la “capilla ardiente” fue un alerta. Los que allí fueron a expresar congoja y dar “gracias a Néstor” pueden ser mañana los que pongan el cuerpo para defender lo conquistado, en las calles, ante futuros ataques. El plan de las grandes corporaciones que ideaban un gobierno de coalición surgido de una segunda vuelta electoral en las presidenciales, que uniera a radicales de Alfonsín y socialistas republicanos de Binner, reforzados con la “gobernabilidad” de ministros aportados por el peronismo federal comandado por Duhalde, ha quedado paralizado. Por el contrario, la diáspora que empezaba a mostrar el peronismo oficial en el que los gobernadores trataban de separar el calendario electoral de las provincias de la elección general, para asegurar sus territorios ante la fórmula “piantavotos” de los K, ahora vuelven al redil de un “peronismo unido” que suponen ganador con Cristina Kirchner. El peronismo sojero de Felipe Solá, y hasta Reutemann, amagan con volver luego de ser convenientemente admitidos, a diferencia de Duhalde y Cobos, en el velatorio. Hugo Moyano que venía jaqueado por la embestida patronal logró sellar, en medio del luto oficial, un pacto de no agresión con el jefe de la Unión Industrial Argentina. Después que los jefes del conurbano le sacaron el cuerpo a la reunión del PJ bonaerense bajo la conducción de la CGT, tras las exequias de Kirchner, Scioli congregó 90 intendentes para sostener a la presidenta, declarar su lealtad “al modelo” y, en su mayoría, alentar su candidatura por la reelección. El Congreso de mayoría opositora que le había votado el 82% y amenazaba jaquearle el Presupuesto Nacional, le acaba de rendir tributo al ex -presidente. Hasta Yasky que fue ‘el caballo del comisario’ derrotado en las escandalosas elecciones de la CTA, se vio ahora favorecido por el fortalecimiento gubernamental con la intervención del ministro Tomada en el intento de cerrar crisis de la central a la que niega la personería.

En este nuevo panorama político, a juzgar por los análisis de algunos oficialistas, el kirchnerismo parece estar a punto de sacar la paradójica conclusión de que sin Kirchner están mejor. Y, en muchos sentidos, la situación política dio un vuelco reforzando al gobierno de CFK. Pero, como dijimos en el número anterior, la “continuidad del proyecto” tendrá un peso cualitativamente mayor del viejo aparato pejotista. El primer acto público de la presidenta en esta nueva situación, en la Renault de Córdoba, mostró la contradicción entre un discurso “nacional y popular” con la presencia, clave para recuperarse electoralmente en esa provincia, del gobernador Schiaretti y del mismísimo De La Sota, referentes del peronismo sojero y derechista que fueron estruendosamente silbados en el propio acto por el mismo arco de agrupaciones juveniles K que habían sido un componente esencial días antes en Plaza de Mayo y desfilaron frente al féretro en la Casa Rosada (ver página 5).

Aunque el súbito fortalecimiento del gobierno de Cristina, hoy erigida en nuevo árbitro de la inestable alianza de gobierno, enlentezca la decadencia del ciclo kirchnerista, esas contradicciones se agravarán en el futuro. La actual estabilidad de la economía nacional es contradictoria a las tendencias de la economía mundial, que ya no son las del “viento de cola” de los primeros años del ciclo K que le permitieron márgenes económicos para conceder ante las aspiraciones de masas luego de la crisis del neoliberalismo. Eso es lo que viene a recordar la dura derrota electoral del gobierno norteamericano de Barack Obama, uno de los sostenes políticos más importantes de los Kirchner, a causa del descontento de masas, capitalizado por la derecha yanqui, con la crisis y el desempleo en el centro del poder imperialista (ver páginas centrales).
En última instancia este ‘kirchnerismo recargado’ esta usufructuando, todavía, las aspiraciones de igualitarismo de amplias franjas de la generación que nació a la vida política en el 2001 y que se ha ido politizando en los últimos años al calor de los enfrentamientos entre los de arriba (ver contratapa). Nada menos que Kirchner quien, en Río Gallegos, luego de esas jornadas que echaron a De la Rúa, enviaba sus grupos de choque para dispersar a los “caceroleros” y docentes que amagaron organizar las primeras asambleas populares contra su gobernación “noventista” bajo la que se privatizó el petróleo y se prohibieron las paritarias.

Para la perspectiva de una nueva crisis hay que desarrollar hoy un programa para llevar hasta el final las aspiraciones de los millones de trabajadores tercerizados, precarizados y en negro que tienen en la lucha de los del ferrocarril Roca un ejemplo a multiplicar para conquistar la igualdad salarial y de condiciones de trabajo que les niega “el modelo”.
Para extender la elección de nuevos delegados de base que expulsen a la burocracia sindical y a sus patotas de asesinos a sueldo, hasta recuperar las organizaciones obreras para la lucha. Para masificar los reclamos que se empiezan a manifestar en los lugares de trabajo por un doble aguinaldo que compense los salarios que se come la inflación, y las demandas de estudiantes secundarios y universitarios que ya se expresaron en las tomas de colegios y facultades por aumentar el presupuesto educativo, donde hay que fortalecer una juventud anticapitalista y un partido de los trabajadores revolucionarios.

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