El lunes, por medio de una conferencia de prensa encabezada por los ministros de Planificación, Trabajo, el presidente de la empresa, Mariano Recalde, y los secretarios de Turismo y Transporte; el gobierno anunció el lanzamiento de “una segunda etapa en Aerolíneas Argentinas”. El diario La Nación caracterizó que esta segunda etapa “apunta a morigerar demandas de gremios que vienen de resistir, con éxito, propuestas de ajuste en 2001”(22/11/11).

El martes, Cristina Kirchner fue ovacionada por los empresarios de la UIA.
Dos imágenes que adelantan el final de la película.

El objetivo principal de esta “segunda etapa” es el disciplinamiento de los trabajadores. Así como la militarización del control del tránsito aéreo es una decisión que apunta a prohibir por completo la organización sindical en las torres de control, la política de revisar las rutas internacionales a EE.UU., Europa y Oceanía es una reprimenda contra los pilotos, que en las últimas semanas acrecentaron las críticas hacia la gestión de Recalde. En realidad el gobierno, además de intentar poner a la defensiva a los gremios, anunció que implementará un sistema de interpretación flexibilizador de la normativa relativa a las horas de servicio, vencimiento y descanso de los pilotos y tripulantes de cabina. Luego del ataque a la organización de los trabajadores (como la solicitud de suspensión de la personería gremial de APTA) comienzan a atacar las condiciones laborales.

Hay que destacar que, además de ir contra los trabajadores, estas dos medidas atentan contra de la seguridad de los vuelos. Está demás explicar la relación entre el nivel de descanso del piloto y la seguridad del vuelo. Y acá pasó desapercibido que el gobierno pidió la suspensión de la personería de APTA luego de que los técnicos de Ezeiza decidieron no volar dos aviones que tenían los trenes de aterrizajes vencidos hacía más de 10.000 kms. El gobierno hizo de eso un escándalo nacional, lock out incluido.

A los aeronáuticos les quedó claro que el gobierno no quiere ningún desafío, ni siquiera si viene del cumplimiento de las normas y requisitos técnicos creados para mejorar la seguridad de los pasajeros y los trabajadores.
Todo indica que vendrán más ataques. Lamentablemente los gremios no han respondido de manera acorde a lo grave de la situación. A pesar de hacer declaraciones ante los medios, los dirigentes no han convocado a una sola asamblea para que los trabajadores puedan decidir democráticamente cómo responder. Es así que se viene imponiendo el relato del gobierno y no la voz de todos los trabajadores que no se ven representados por estos dirigentes.

Es así que no aparece en el debate sobre Aerolíneas la necesidad de terminar con el trabajo tercerizado. Los trabajadores de Aerolíneas que limpian los aviones están tercerizados, ganan menos de $3.000 y trabajan 12 horas diarias. Los trabajadores de control y asistencia (de la tercerizada HAS) vienen sufriendo todo tipo de persecuciones por haber conquistado una jornada de 8 horas y los mismos días de descanso que tenemos los efectivos. La “segunda etapa” del gobierno no contempla mejorar estas condiciones. Los compañeros de “rampa” sufren todo tipo de enfermedades profesionales y hasta es una rareza que lleguen vivos a la edad jubilatoria. Los trabajadores de “tráfico” y “plataforma” trabajan 9 horas, a pesar de que en ellos está concentrada la mayor parte de la productividad (ritmos de trabajo intensivos) de la empresa.

No está en el tapete la necesidad del control de los trabajadores y usuarios, ni la necesidad de que se abran los libros de contabilidad de la empresa para saber en qué invirtieron y cuánto ganan los funcionarios de La Cámpora.
Para revertir el rumbo tienen que tomar la palabra los trabajadores de base.
Haciendo asambleas conjuntas de todos los gremios, de efectivos y tercerizados y discutir en ese ámbito una salida que contemple nuestras necesidades y qué rol le queremos dar los trabajadores a Aerolíneas Argentinas.

por Carlos Platkowski, Delegado de LAN