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Reflexiones sobre el alegato del genocida Videla

El alegato del genocida Jorge Rafael Videla en el juicio que se le sigue en Córdoba provocó la colérica reacción de Ernesto Sanz quien salió en defensa del “Chino” Balbín y la honorabilidad democrática de la Unión Cívica Radical. Cierto que lo que dijo Videla sobre Balbín (que le pidió en febrero del 76 a él mismo que diera un golpe ) no sorprende más allá del dato anecdótico.

Facundo Aguirre

23 de diciembre 2010

Reflexiones sobre el alegato del genocida Videla

(Versión corregida para LVO. Publicado originalmente en: http://facundoaguirre.wordpress.com/2010/12/21/reflexiones-sobre-el-alegato-de-videla-o-los-boludos-son-seres-siniestros/)


El alegato del genocida Jorge Rafael Videla en el juicio que se le sigue en Córdoba provocó la colérica reacción de Ernesto Sanz quien salió en defensa del “Chino” Balbín y la honorabilidad democrática de la Unión Cívica Radical. Cierto que lo que dijo Videla sobre Balbín (que le pidió en febrero del 76 a él mismo que diera un golpe [1]) no sorprende más allá del dato anecdótico. El que fuera llamado como “el boludo del cuartel” (importante lección humana: cuidado con los boludos, no existe el boludo bueno, son los personajes más oscuros y siniestros puestos al frente del poder) sinceró lo que era de público conocimiento: que la UCR y el viejo líder radical propugnaron la liquidación de la “guerrilla fabril”, y que abogaron por el golpe militar con el que después colaboraron abiertamente prestándole cientos de intendentes, embajadores y funcionarios a la dictadura genocida [2]. Videla descargó de esa forma su queja contra los grupos políticos civiles que promovieron la salida militar y que frente al derrumbe dictatorial hicieron de la fe democrática una falsa doctrina política. Desagradecido el genocida, porque hay que reconocer que si hay dos fuerzas políticas que impulsaron la impunidad de los crímenes de la dictadura fueron la UCR y el PJ, votando las leyes del perdón los primeros y otorgando el indulto a los genocidas los peronistas.
Pero Videla dijo más aun: afirmó que la guerra civil contra el “comunismo” comenzó en octubre de 1975, fecha en que el gobierno de Isabel, bajo la presidencia interina de Ítalo Luder (candidato presidencial del peronismo en 1983), se firmaron los decretos que ordenaban la aniquilación física de la guerrilla por parte de las FFAA. Es decir que “el boludo del cuartel” establece la legitimidad jurídica del genocidio en los decretos de un gobierno democrático burgués, en la salvaguarda de la Constitución frente a la amenaza subversiva. Para decirlo en las palabras de Carl Schmitt, una dictadura conservadora que suspende el orden constitucional para preservarlo, o, como lo plantearía Giorgio Agamben, una fuerza de no ley para preservar la ley. Es decir que los militares tomaron en sus manos la tarea que los partidos burgueses -en particular el peronismo- no pudieron resolver: liquidar la persistente insurgencia que la clase obrera y la juventud protagonizaron en Argentina a partir de mayo de 1969, que ponía en cuestión la dominación burguesa. En ese objetivo -con más o menos responsabilidades en el golpe de estado de marzo del 76- estaban coaligados los diferentes agrupamientos políticos, económicos y militares de la burguesía argentina. El golpe genocida no apuntó contra el modelo de país, como sostienen los kirchneristas: el modelo de Krieger Vasena (impulsado por los liberales y el partido militar) que volteó el Cordobazo, fue el modelo de Celestino Rodrigo (del gobierno peronista de Isabel) que volteó la huelga general de junio y julio del 75, que fue a su vez el modelo de Martínez de Hoz, que terminó de llevar adelante el tándem Menem-Cavallo. El genocidio fue un operativo de clase dirigido contra la insurgencia proletaria que hacía imposible a la burguesía argentina el manejo de las fábricas y lograr una salida social regresiva a la crisis capitalista.

Por último, Videla afirma que los alumnos de Gramsci están en el poder [3]. A reírse un poco. A lo sumo un ala del kirchnerismo puede reconocerse en el gramscismo desfigurado de don Palmiro Togliatti y su idea de que la batalla cultural es impedir la revolución obrera y administrar el estado capitalista; en otra parte son ex setentistas que buscan reconstruir la llamada burguesía nacional subsidiando a los capitalistas con los dineros públicos, y en su mayoría son tránsfugas del PJ neoliberal que se han reconvertido al credo nacional y popular, y burócratas sindicales con los vicios de matonaje de ADN setentista cuando integraban los grupos parapoliciales de la derecha peronista . El “boludo del cuartel” solo busca apoyarse en la polarización que la retrógrada derecha argentina monta contra el gobierno K para mejorar sus performances en el 2011.

Lo cierto es que Videla deja una lección sobre el pasado y el futuro: orden democrático y orden a palos, son formas del orden capitalista contra la clase trabajadora y el pueblo pobre. Cierto, no son lo mismo, y la defensa de las libertades democráticas, amenazadas por el discurso mano dura de la derecha xenofóbica y la política de orden “mano blanda” del kirchnerismo, es una cuestión fundamental para los trabajadores y el pueblo.

Celebramos la condena a cadena perpetua de Videla y Menéndez como una conquista de la movilización popular y democrática contra la impunidad. Exigimos el juicio y castigo de todos los genocidas y sus cómplices civiles.

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