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NACIONAL

EL FESTEJO DE ALAK EN LA EX ESMA

¿Quién aplaude al asador?

El festejo de fin de año organizado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en el ex campo de concentración de la ESMA, con asado y brindis para dos mil personas, fue una provocación.
Un verdadero insulto a nuestros 30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos.

Daniel Satur

10 de enero 2013

¿Quién aplaude al asador?

El festejo de fin de año organizado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en el ex campo de concentración de la ESMA, con asado y brindis para dos mil personas, fue una provocación. No sólo porque se obligó a participar del “festejo”, bajo amenaza de sanciones, a las trabajadoras y trabajadores del Ministerio, que así lo denunciaron a través de la Junta Interna de ATE Justicia, sino porque la actividad tuvo como atractivo convocante un “asado” para toda la concurrencia.
Un verdadero insulto a nuestros 30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos.
Apenas se conoció el hecho, el repudio se extendió entre muchos ex detenidos-desaparecidos, madres y abuelas de Plaza de Mayo, hijos y hermanos de desaparecidos, organismos de derechos humanos, organizaciones gremiales y la izquierda. Así, el martes 8 decenas de organizaciones nos hicimos presentes frente al Ministerio para denunciar a Julio Alak y al gobierno nacional que justificó su accionar y anunció, en palabras de la propia Cristina Fernández, que en la ex ESMA “se van a seguir haciendo asados”.
Del acto participaron la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Herman@s, Madres de Plaza de Mayo como Elia Espen y Mirta Baravalle, organismos de derechos humanos nucleados en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, la Junta Interna de ATE Justicia, dirigentes gremiales y de la izquierda. Por el PTS estuvieron presentes José Montes y Claudio Dellecarbonara y el abogado Rubén Tripi, miembro del CeProDH. Horas antes del acto, Dellecarbonara afirmó: “Denunciamos al Gobierno, pero no nos creemos el verso de la oposición de Bullrich, el FAP de Binner o el radicalismo, que se rasgan las vestiduras mientras defienden sin sonrojarse los intereses de la Sociedad Rural, los empresarios y la Iglesia, todos defensores de la dictadura. Ni el Gobierno ni la oposición sojera quieren enfrentar la impunidad”.
Por si fuera poco el gobierno montó una nueva provocación durante el acto, encerrando a la manifestación con vallas y poniendo decenas de policías pertrechados como “custodia”.

Los “asados”
En la ESMA, cuando los detenidos llegaban sin vida (asesinados al momento de su detención) o morían por las torturas, los genocidas tenían dos variantes: si era miércoles, los cargaban en aviones y los tiraban al Río de la Plata en los “vuelos de la muerte”; si era otro día de la semana, los quemaban en el campo de deportes con neumáticos en los llamados “asaditos”.
La metodología fue relatada hasta el cansancio por los propios sobrevivientes, y hasta se llegó a comprobar, por relatos de vecinos, que el olor a carne quemada era característico en la zona durante la Dictadura.
La bronca e indignación se multiplican al comprobar que el “festejo” lo encabezó el ministro Alak, un personaje nefasto que defendió los indultos de Menem a los genocidas y es totalmente ajeno a la lucha por los derechos humanos. Alak fue menemista, cavallista y duhaldista, y como intendente de La Plata fue un gran aliado del ex gobernador Carlos “meta bala” Ruckauf, quien como ministro del Interior de Isabel Péron en 1975 firmó el decreto que ordenaba el “aniquilamiento” de la “subversión”. En esos años junto a lo más granado de la derecha peronista puede rastrearse el espíritu “festivo” de Alak.

Los restos
El kirchnerismo desde el año 2003, para contrarrestar su debilidad de origen, cooptó a importantes organismos de derechos humanos y movimientos sociales, sacándolos de las calles e integrándolos como un apéndice del Estado, corrompiéndolos con los fondos millonarios de la obra pública y los subsidios. Sobre esa base y un acuerdo con todos los bloques parlamentarios (incluidos los derechistas del PRO) el gobierno impulsó una política de Estado basada en el enjuiciamiento a cuentagotas de unos cuantos genocidas emblemáticos con el objetivo de relegitimar a las Fuerzas Armadas asesinas en la perspectiva estratégica de restituir el poder de fuego del Estado en función de las necesidades de los grandes capitalistas. En última instancia, el asado de Alak y La Cámpora (el secretario de Justicia Julián ˜álvarez integra esa agrupación) expresa la banalización del movimiento de derechos humanos, pasivizando a los principales organismos y asimilándolos a esta democracia para ricos.
Así, por ejemplo, mientras convirtió a la ex ESMA en un predio de usos múltiples regenteado por organismos que aceptaron la cooptación estatal, decenas de ex centros clandestinos de detención siguen albergando a las fuerzas represivas y están prácticamente intactos desde la Dictadura. Incluso hay sitios paradigmáticos del genocidio, como Campo de Mayo, desde donde se sigue persiguiendo a los que luchan. El espionaje del Proyecto X y el operativo encabezado por el secretario de Seguridad Berni en la Panamericana el año pasado (con cientos de detenidos en Campo de Mayo) son una evidencia irrefutable.
En este sentido, en la ex ESMA se da una terrible particularidad. Desde 2004 gran parte del predio está en manos de algunos organismos como Madres, Abuelas e HIJOS. Sin embargo, hace años que los querellantes en los juicios contra los genocidas denuncian que allí todavía hay pruebas importantes. ¿Qué pruebas? Restos oseos. ¿Dónde? En el campo de deportes. ¿Qué se hacía ahí? Los “asaditos”.
Esta “convivencia” de actividades por “la memoria” con evidencias latentes que aguardan enterradas hace décadas, explica en gran medida la falacia montada por el kirchnerismo alrededor de los “derechos humanos”.
Mientras el gobierno sigue recubriendo con una “memoria” embalsamada su objetivo de recomponer el poder represivo del Estado, desde el PTS seguimos denunciando la impunidad de miles de genocidas, el aparato represivo y de inteligencia que siguen intactos y el mantenimiento en secreto de los archivos de la Dictadura que podrían echar luz sobre el destino de los desaparecidos y de los cientos de niños apropiados. Así lo haremos, una vez más, el próximo 24 de marzo en nuevo aniversario del golpe genocida.

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