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CHARLA DEBATE EN EL IPS

Los sindicatos y la burocracia sindical

Con la participación de más de 100 personas, el miércoles 1/12 se realizó en el IPS la charla debate Los sindicatos y la burocracia sindical. En el panel estuvieron Nicolás Iñigo Carrera, historiador y miembro del PIMSA; Hernán Camarero, historiador y miembro de la revista Nuevo Topo; Alejandro Belkin, historiador y miembro de Nuevo Topo, y Paula Varela, politóloga, miembro del IPS y la revista Lucha de Clases.

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9 de diciembre 2010

Los sindicatos y la burocracia sindical

por Diego Lotito, con la colaboración de Lindelen y Demián Paredes

Hernán Camarero (HC)

Comenzó señalando que “los sindicatos presentan intrínsecamente un carácter doble (…) al mismo tiempo que se oponen al régimen capitalista… son parte integrante del mismo”.

En este sentido “los sindicatos no impugnan la existencia de una sociedad basada en la división de clases (…) pueden negociar dentro del sistema, pero nunca abolirlo”. “Sin un sujeto político, sin un partido revolucionario marxista, los sindicatos son impotentes para cualquier perspectiva de transformación socialista”.

Dicho esto, HC analizó las tendencias históricas del capitalismo frente a los sindicatos, que pasó de tratar de impedir que agruparan a los trabajadores como fuerza colectiva, a aceptar su existencia y proponerse “condicionarlos con el fin de estabilizar al sistema”, un objetivo que logró. “De allí que la idea de los sindicatos como correa de transmisión de la burguesía (…) no puede despacharse de manera tan sencilla”.

Luego precisó que, “por más burocratizado que esté”, nunca un sindicato es exclusivamente una organización para traicionar a los trabajadores y defender el capitalismo. Si así fuera, no podría existir. Lo esencial es “mantener el criterio de que la burocracia sindical es una categoría social específica (…) representa una capa social dentro de la clase obrera (…) que reposa sobre una diferenciación social con marcadas desigualdades materiales con respecto a las bases”.

Esto lo relacionó con los niveles de consenso de la burocracia y sostuvo que “sería hacer una caricatura del marxismo sostener que se presenta a la burocracia dominando sólo a punta de pistola”. Lejos de ello, la burocracia se asienta tanto en la coerción como en el consenso y considerar que la burocracia tiene intereses propios, no significa que no representa en nada el de sus representados.

Ahora, “¿Cómo se transforma la conciencia de los trabajadores (…) en un contenido de lucha, combativo… incluso socialista? Obviamente en un proceso de lucha de clases, que implica un ejercicio de autoorganización, de autodominio, de independencia de los trabajadores.” Pero “el proletariado no sólo debe luchar contra la burguesía y contra la burocracia, sino también en un sentido, debe luchar contra sí mismo.

Tiene que librar una lucha de la conciencia, una lucha de la subjetividad por la solidaridad (…) una lucha contra el desaliento, contra las mistificaciones que están presentes en la clase obrera. Una lucha contra el individualismo…”

Al mismo tiempo, “desmerecer o menospreciar el carácter fundante de la lucha antiburocrática del movimiento obrero, en función de esperar que algún día la conciencia obrera se modifique (…) en realidad es renunciar a la potencialidad revolucionaria de la clase obrera”.

Al finalizar, diferenció los procesos de burocratización del burocratismo e hizo un recorrido por la historia argentina, en la cual destacó el salto en calidad que significó el peronismo en la burocratización de las organizaciones obreras y la emergencia de la burocracia sindical como capa consolidada, en la cual identificó, parafraseando a Weber, una “afinidad electiva” con la ideología peronista.

Alejandro Belkin (AB)

Comenzó replanteando el concepto de “burocracia sindical” por considerarlo “insatisfactorio”, aunque sin tener “una respuesta alternativa completa al problema”. Consideró que es un término que fue más utilizado que pensado, quizás porque “se supone que se trata de un término que se explica por sí mismo (…) Por eso muchas veces en lugar de una explicación en sí misma se utilizan imágenes (…) como loza burocrática, correa de trasmisión, agentes del capital…”

Agrupó a las distintas visiones que en su opinión hay sobre el problema en dos perspectivas: una visión tradicional u ortodoxa, donde aparecerían tomando a James- “dos abstracciones metafísicas”: por un lado, una clase obrera ontológicamente revolucionaria, que siempre lucha e intenta organizarse de manera independiente, y por otro lado, una cúpula sindical que siempre traiciona y reprime.

“Dentro de esta mirada hay un divorcio total y absoluto entre bases y direcciones. La burocracia sindical es entendida como un problema exclusivamente dirigencial, con lo cual cambiando el elenco dirigente, se termina el problema.” AB planteó no obstante que “esta visión hoy en día, por lo menos de un punto de vista formal, no es defendida por nadie”, aunque al momento hacer un análisis concreto, “se vuelve a caer sobre ella”.

Frente a esto, existe otra visión que denominó revisionista y sostiene que “las direcciones sindicales sustentan su poder en el apoyo activo o pasivo de los afiliados”, perspectiva que en su “visión extrema”, plantea que “las direcciones gremiales, son una expresión directa de sus bases sociales”.
Dijo que la visión revisionista representa un avance, porque “restablece el vínculo entre las direcciones y las bases, aunque alertó que puede terminar legitimando y justificando a todas las direcciones sindicales, más allá de los intereses de quienes la formulen”.

Para finalizar, sostuvo que ambas visiones “operan como si los intereses de las bases fueran algo dado y preexistente”, a lo cual se le suma en algunos casos “un determinismo mecanicista”, por el cual “el antagonismo estructural en que se encuentra la clase obrera, basta para identificar las demandas colectivas inmediatas y las formas de acción.”

En su perspectiva, “los intereses colectivos (…) no están dados de antemano ni son preexistentes. En el proceso de construcción de estos intereses sociales inmediatos, juegan un papel central la organización (…) los liderazgos, ya sean formales o informales, los procesos de toma de decisiones, las direcciones sindicales, el marco normativo vigente...” Y concluyó: ”En muchos casos el término burocracia sindical está más cercano al orden del insulto que se infieren unas corrientes a otras, que a un concepto científico útil para comprender la realidad.”

Nicolás Iñigo Carrera (NIC)

Partió de reafirmar que “existen intereses objetivos en la realidad, que si bien toman distintas formas en los procesos históricos, hacen a la condición de las distintas clases sociales”, agregando que “la burocracia es una forma de organización inherente al capitalismo” y que “no puede haber lucha por otra sociedad si no hay lucha contra la burocracia”. Sin embargo, “la burocracia sindical, como capa que existe y que tiene sus intereses propios, no ajenos en su totalidad -y a veces ni siquiera en su mayoría- a la de sus representados, además es una capa dirigente”.
Esto tiene que ver con la lucha de los trabajadores en Argentina desde su constitución como clase, en que se plantearon permanentemente dos estrategias: “una estrategia mayoritaria, que es tratar de formar parte del sistema institucional”, y otra, “por la transformación de raíz de la forma de organización social”, aunque ambas no se contrapongan.

El desarrollo de estas estrategias tuvo un ciclo en que la política era impedirles a los trabajadores entrar al sistema institucional, ciclo que culmina en los años ’20; luego siguió otro en que la clase obrera se fortalece y gana cada vez más espacios en el sistema institucional, comenzando un proceso de burocratización. Finalmente, vino el peronismo, que representa “el triunfo de esta estrategia por formar parte del sistema (…) un enorme proceso de ciudadanización y la consolidación de una organización sindical enormemente fortalecida, totalmente vertical y burocratizada. Allí se iniciaría un proceso que comienza en el ’55, en el cual hay según NIC un pasaje del “desarrollo del capitalismo en extensión, al desarrollo del capitalismo en profundidad” y culmina en los ‘70 en “un proceso de guerra civil” entre una fuerza “acaudillada por la oligarquía financiera y con base en la pequeña burguesía y la burguesía agraria; otra llevada por el interés de la burguesía industrial (…) y que tiene su base en la parte mayoritaria del movimiento obrero organizado; y una tercera fuerza que tiene como meta la construcción de otra sociedad, el socialismo (…) El resultado de esta confrontación es el aniquilamiento de esta última fuerza y la subordinación de la segunda.”

Esta transformación social repercutió en el desarrollo de la organización sindical y dio lugar a lo que hoy llamamos el “sindicalismo empresario”, que ya son “dirigentes sindicales que también tienen empresas… sino sindicatos que son propietarios de empresas”.

Sin embargo, para NIC esta trayectoria “ha sido acompañada casi siempre salvo en los ‘70- por la mayoría de los trabajadores”, porque “hay algo que constituye un elemento en el que confluye el interés de los trabajadores y el interés de esta capa burocrática, que es la existencia del sindicato.”

Esto plantea el problema de “cómo se supera a la burocracia y al capitalismo… si es en procesos de atomización de la organización sindical, o en procesos de centralización de esa fuerza, una cuestión que el peronismo resuelve a favor de la centralización burocrática del movimiento obrero.

NIC culminó su intervención planteando que el problema es cómo se hace para construir otra sociedad, sin debilitar la fuerza del movimiento obrero, por lo cual “la cuestión pasa no por tener sindicatos combativos, no por tener sindicatos honestos, esto está bien (…) el problema está en cómo se construye poder de los trabajadores”.

Paula Varela (PV)

PV inició su alocución planteando que en el panel estaban presentes “los que en los ´90 defendimos la existencia de la clase obrera y combatimos la tesis de su pérdida de centralidad”, y que en el caso del PTS, “ese combate fue teórico y también práctico, mediante una política de estructuración en el movimiento obrero”.

Luego sostuvo que el debate se da en un momento en que se combina la reaparición de la clase obrera basada en su recomposición social con el “protagonismo de las cúpulas sindicales y la burocracia sindical, en particular de Hugo Moyano”, que ha generado tanto ataques de la burguesía “por derecha”, como también una crítica del sindicalismo de base, un fenómeno más extendido que los casos más visibles como Kraft, el Subte, los FFCC, etc. A esto se suma “el intento de Pacto Social”, como una respuesta del gobierno tanto a la burguesía (para limitar a Moyano sin atacarlo), como al sindicalismo de base.

PV acordó con AB en que nadie sostiene lo que él llama las posiciones ortodoxa y revisionista”, porque son “caricaturas de posiciones y, por ende, difícil que sean el eje de la discusión”. Lo que sí es un eje de debate es “si la burocracia sindical se puede explicar exclusivamente a partir de la relación entre las dirigencias y las bases o si sólo puede explicarse por su relación con la lucha de clases, con el resto de las clases de la sociedad (…) y particularmente con el Estado burgués”.

Luego de reivindicar que el fenómeno de la burocracia ha sido analizado en profundidad en la tradición marxista y trotskista, planteó algunos elementos para pensar el problema hoy:

Por un lado, que “la reasunción de protagonismo político de las organizaciones sindicales” así como no puede pensarse sin la “recomposición social de la clase trabajadora”, tampoco se puede hacerlo sin mencionar que Moyano entra en este período como “aliado de la fracción devaluacionista de la burguesía” y no como representante de los intereses obreros.

Por otro lado, que la “fragmentación de la clase obrera argentina (sobre la cual se explayó en estadísticas como el 40% de trabajo en negro, el 58% de trabajo precario o el 12,5% de lugares de trabajo con delegados sindicales), debe comprenderse como parte de “la política de Estado de la burguesía durante los ´90”, la cual se mantiene por la existencia de la burocracia sindical que, lejos de representar los intereses del conjunto de la clase obrera, sólo representa a una minoría de los asalariados”. Por este motivo, la propia burocracia sindical “es un impedimento para el fortalecimiento de la organización sindical”. Así, PV sostuvo que la imagen de la burocracia como “correa de transmisión de los intereses de la burguesía no es sólo una representación, sino una caracterización. ¿Por qué Moyano no lucha contra la tercerización o contra la precarización?” porque implicaría enfrentar no sólo a la burguesía sino romper con el Estado. Desde allí destacó la posición de los marxistas respecto de “la independencia política de la clase obrera respecto del Estado burgués”.
Finalmente, PV cuestionó la crítica del método asambleario como una especie de ”fetichismo”, defendiendo la asamblea como un instrumento de unificación de la clase obrera, de ejercicio y educación en la democracia sindical y como mecanismo de control sobre los dirigentes.

Luego de la primera ronda hubo varias intervenciones del público, desde delegados sindicales hablando desde su experiencia con la burocracia sindical de Pedraza y el elemento de la coerción como clave para su funcionamiento, hasta compañeros que sostuvieron que en cada enfrentamiento agudo de la lucha de clases, la burocracia peronista actuó aliada a la burguesía contra la clase trabajadora, o que la dirección de la burocracia no es lo mismo en el marco de un crecimiento económico al 9%, que en una situación de crisis y ataque de la burguesía, entre otras intervenciones.

Posteriormente siguió una nueva ronda del panel. Sintetizando, HC hizo una reivindicación de los análisis marxistas sobre la burocracia, en particular de Trotsky, y planteó que la burocracia empresaria es un fenómeno nuevo que había que estudiar, pero con el acervo teórico del marxismo, como cuando Rosa Luxemburgo y Lenin debieron estudiar el fenómeno de la aristocracia obrera.

NIC profundizó su definición planteando que Moyano dirige una parte de la clase, pero “la parte fundamental” y que había que cuidarse al hablar desde los otros sectores de la clase obrera (precarizados, desocupados), a riesgo de caer en teorías de nuevos sujetos.

PV retomó planteando que la clase obrera no es ni ontológicamente revolucionaria ni ontológicamente reformista, reivindicando la política de unidad de la clase obrera concebida como clase con capacidad hegemónica, planteando como ejemplo a Zanon y la perspectiva del frente único de masas (los soviets) en un contexto de crisis económica mundial.

En una breve intervención final, AB planteó que no se dijo cómo se lucha contra la burocracia concretamente. En respuesta, Claudio Dellecarbonara del Subte intervino desde el público planteando que contra la burocracia se lucha todos los días, no sólo en los conflictos, sino también educando a los trabajadores en reconocer a sus enemigos –como el Estado y el Ministerio de Trabajo–, porque la vanguardia sabe que el Ministerio es un enemigo, pero la mayoría de los trabajadores no, reivindicando así el rol de los revolucionarios en los sindicatos.

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