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MOVIMIENTO OBRERO

Los obreros vencieron a la patronal yanqui Seabord Corporation

La lucha de El Tabacal marca el camino

Luego de hacer retroceder a la represión policial con métodos de autodefensa desplegados junto al pueblo de San Martín e Yrigoyen, la lucha de los trabajadores de El Tabacal ganó más fuerza.

Gabriel Brizuela

6 de septiembre 2012

Luego de hacer retroceder a la represión policial con métodos de autodefensa desplegados junto al pueblo de San Martín e Yrigoyen, la lucha de los trabajadores de El Tabacal ganó más fuerza. Su acción conquistó apoyo popular, y la patronal yanqui Seabord Corporation y el gobierno de Salta fueron repudiados a lo largo y ancho del país por haber atacado a los obreros que exigían la reincorporación de 57 compañeros temporarios, la estabilidad laboral, el pago de los días de huelga y que el salario de bolsillo se eleve de $3.800 a $5.000 para la categoría 1. El traspié de la política represiva de la Seabord y el gobierno de Urtubey fue utilizado por los trabajadores para ir por más y exigir que la patronal cumpla con todas las reivindicaciones.

De la represión a la negociación

Una vez desatada y derrotada la estrategia represiva Urtubey apareció por San Martín de El Tabacal. Tanto él, como el directorio de la Seabord, daban por descontado que su policía iba a sacar a los obreros de su puesto de lucha: el corte de la ruta 50. Algo que no sucedió, pero de todas maneras, fiel a la clase capitalista, lo primero que hizo fue reunirse con el directorio de la Seabord para elaborar un nuevo plan de negociación, beneficioso a la patronal yanqui. Así fue que la reunión entre el gobierno y el sindicato se dilató hasta el lunes.

Durante la semana que va del sábado 25 al viernes 31/8, el régimen político salteño tuvo que modificar sus consideraciones sobre la huelga. Urtubey pasó de ordenar la represión abierta a oficiar de “mediador” entre el directorio de la Seabord Corporation y el Sindicato de Trabajadores Azucareros de El Tabacal. Cinco fueron los jueces recusados, ligados de una manera u otra a la patronal. La legislatura salteña por primera vez tuvo que poner en discusión la problemática obrera, y del completo silencio pasó a pronunciarse a favor de la reincorporación de los despedidos.
El martes, mientras continuaba cortada la ruta 50, en una reunión la Seabord ofreció la reincorporación provisoria de los 57 despedidos. Los trabajadores se negaron a firmar porque no les garantizaba la estabilidad laboral y exigieron que la empresa contemple la reincorporación, la estabilidad, el pago de los días caídos, y que no se descuenten los premios. Además de exigir que eleven la propuesta salarial, ya que la patronal estaba dispuesta a dar $4.936 y los obreros exigían $5.006, una suma salarial que ya se le arrancó con huelgas escalonadas a la patronal del Ingenio Río Grande-La Mendieta.

Los obreros imponen su voluntad

El viernes, luego de tensas negociaciones y de la continuidad del corte de ruta realizado por la base obrera y los delegados de sector, llegó la directiva de Olivera y Colque para organizar una asamblea, para que la base delibere y vote la última propuesta que se le había arrancado a la patronal. Ésta consistía en la reincorporación de todos, la estabilidad y el pago de los días caídos, y en continuar negociando la tabla salarial y los premios, desde el martes en Buenos Aires. Se votó a mano alzada a favor. La algarabía reinaba sobre el piquete. Los obreros lograban imponerles su voluntad a la patronal yanqui y al gobierno lacayo de Urtubey. Si la guerra es “un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad”, tal como la definiera el general prusiano Karl von Clausewitz, podemos decir que los azucareros de El Tabacal y el pueblo de San Martín e Yrigoyen lograron vencer.

El valor del triunfo obrero

Nunca antes una lucha en los ingenios había logrado reincorporar tal cantidad de compañeros. El comienzo de este proceso de recomposición sindical en este sector está marcado por despidos, que las patronales ejecutan como ataques preventivos a la incipiente organización obrera. Sin ir más lejos, en 2008, cuando los compañeros de El Tabacal dieron su primera lucha por mejoras salariales y de condiciones laborales, y tuvieron que enfrentarse a la patronal y a la burocracia de Del Castaño, la Seabord despidió a los 5 delegados combativos que dirigían la huelga. Lejos en el tiempo se puede citar, como antecedente de esta conquista, la reincorporación del dirigente combativo Melitón “Chaqueño” Vázquez, conquistada por la gran movilización y huelga de las bases del Ingenio Ledesma en 1974.

Lograr una estabilidad laboral provisoria- por la zafra 2012 y 2013-, para obreros que son contratados por 6 o 7 meses, para quienes la tarea de organizarse sindicalmente significa arriesgarse a perder lo poco que tienen, es un triunfo importante. El año pasado pese a la importante conquista salarial, muchos compañeros trabajaron solo 5 meses. Esta fue la represalia que el directorio de la Seabord tomó contra los temporarios del campo y la fábrica que participaron de la huelga.

Por último, que se paguen los días caídos también es una gran conquista porque, de un modo u otro, significa el reconocimiento del derecho a la huelga. La maniobra de negarse a pagar los días de huelga, que despliegan en cada negociación las patronales y el gobierno, está naturalizada por la mayoría de las direcciones sindicales. Ninguna de las huelgas de este “despertar obrero” en los ingenios del Norte había logrado revertir esto, pese a las importantes conquistas arrancadas en este proceso de lucha abierto en 2009.

Por un plenario de delegados de base y activistas de los ingenios azucareros

Esta victoria debe servir para fortalecer la organización, lucha y coordinación, para arrancarle todas las reivindicaciones a la Seabord Corporation, como el salario de $5.006 para la categoría 1 y ningún descuento en los premios de asistencia, producción y de zafra. También para frenar los ataques de Roggio en La Esperanza, que intervino el sindicato a los compañeros del SOEA y avanza en la tercerización, o de Blaquier en Ledesma, que impugnó la elección de delegados del SOEAIL y aplicó el turno rotativo en el campo. Pero toda conquista, por importante que sea, es un armisticio, ya que las patronales, obligadas por la lucha, lo que dan con una mano lo quitan luego con la otra. Es preciso que desde las bases surja una exigencia a la direcciones sindicales de la Federación Azucarera Regional (FAR/FEIA), para que convoquen a un plenario de delegados de base y activistas de los sindicatos azucareros de Jujuy y Salta. Esto es imprescindible para consolidar la victoria de El Tabacal y frenar todo tipo de ataque a los sindicatos, por parte de las patronales y las instituciones de conciliación y represión del gobierno K, Ministerio de Trabajo, poder judicial, policía y gendarmería.

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