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A 70 años de la fundación de la IV° Internacional

La “Comisión Dewey”

La “Comisión de Investigación de los cargos hechos contra León Trotsky en los Juicios de Moscú” fue conocida como El Contraproceso o Comisión Dewey, por el nombre de su presidente, uno de los veteranos del liberalismo norteamericano, el filósofo y pedagogo John Dewey acompañado por la escritora, Suzanne La Follete y viejos dirigentes del movimiento obrero, los diputados alemanes, el compañero de Liebknecht, Otto Rüle y el comunista Vendelin Thomas, el anarcosindicalista italiano Carlo Tresca, entre otros, así como intelectuales progresistas, como el notable sociólogo Edward Alworth Ross.

Andrea Robles

25 de septiembre 2008

La “Comisión de Investigación de los cargos hechos contra León Trotsky en los Juicios de Moscú” fue conocida como El Contraproceso o Comisión Dewey, por el nombre de su presidente, uno de los veteranos del liberalismo norteamericano, el filósofo y pedagogo John Dewey acompañado por la escritora, Suzanne La Follete y viejos dirigentes del movimiento obrero, los diputados alemanes, el compañero de Liebknecht, Otto Rüle y el comunista Vendelin Thomas, el anarcosindicalista italiano Carlo Tresca, entre otros, así como intelectuales progresistas, como el notable sociólogo Edward Alworth Ross. El consejero jurídico era el antiguo defensor de Toin Mooney y posteriormente de Sacco y Vanzetti, el abogado John F. Finerty. El abogado trotskista americano Albert Goldman se encargó de la defensa de Trotsky. La comisión francesa, que recibía sus directivas de la norteamericana, estuvo presidida por hombres como M. Modigliani, abogado italiano, miembro del Ejecutivo de la II Internacional, M. Delepine, miembro del partido de León Blum, entre otros. Ninguno de los miembros de la Comisión Dewey había tenido relaciones con el trotskismo y en algunos casos eran directamente adversarios políticos.

La comisión Dewey trató de lograr la participación de la II Internacional y la III Internacional pero la respuesta de los “Amigos de la URSS” fueron gritos e insultos. Una subcomisión arribó a México, en abril de 1937, para tomar las declaraciones del inculpado y reunir pruebas en base a la voluminosa documentación que presentaron Trotsky y sus colaboradores. La misma volvió a invitar al Partido Comunista, a los sindicatos del país a participar en la indagación, con pleno derecho a formular preguntas y exigir la verificación de todos los testimonios pero la respuesta fue la misma, acusando a la Comisión de intervenir en los asuntos de la URSS. Como diría Trotsky, “La IC continúa repitiendo que la ‘URSS es la patria de todos los trabajadores’. Curiosa patria en cuyos destinos está prohibido interesarse”1.

El Contraproceso constituyó a los ojos del mundo y de aquellos que veían con horror los actos de la camarilla estalinista un poderoso instrumento para llegar a la verdad. A pesar de sus crímenes, la persecución y el oro de Moscú, como afirmó Trotsky: “no todos los hombres están en venta; de lo contrario la humanidad estaría ya podrida hace tiempo. La Comisión Investigadora Internacional es un precioso elemento de incorruptible conciencia social. Todos los que aspiran a una renovación del aire se vuelven hacia ella”2.

Finalmente, luego de meses de exhaustivos trabajos, la comisión expidió su veredicto en septiembre de 1937. El informe de la Comisión publicado con el nombre de Not Guilty (Inocente), que reunió en sus más de 400 páginas las actas y testimonios que permitieron probar la falsedad de las acusaciones, concluyó: “(22) Por lo tanto decidimos que los Juicios de Moscú son un fraude. (23) Por lo tanto decidimos que Trotsky y Sedov son inocentes”3.

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