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Lucha de Clases N° 5

El Partido Comunista: del sindicalismo combativo a la política del “frente popular”

La grandiosa lucha que por más de 90 días desarrollaron los obreros de la construcción y su coronación en enero de 1936 con la huelga general que estalló en la ciudad de Buenos Aires se convirtió en el punto más alto en la irrupción de una nueva clase obrera que a diferencia de las décadas anteriores ahora se encontraba centralmente concentrada en las nuevas industrias manufactureras y en grandes empresas constructoras.

4 de septiembre 2008

La grandiosa lucha que por más de 90 días desarrollaron los obreros de la construcción y su coronación en enero de 1936 con la huelga general que estalló en la ciudad de Buenos Aires se convirtió en el punto más alto en la irrupción de una nueva clase obrera que a diferencia de las décadas anteriores ahora se encontraba centralmente concentrada en las nuevas industrias manufactureras y en grandes empresas constructoras. Este nuevo proletariado industrial venía desde el año anterior protagonizando un importante ascenso de lucha por sus demandas económicas e impulsando la formación de nuevos sindicatos por industria o por rama en lugar de los viejos sindicatos por oficio.
Fue precisamente en 1935 cuando el PCA, como parte de su mayor inserción y del desarrollo que desde los años anteriores había alcanzado en importante sectores de aquella nueva clase obrera, se había consolidado en la dirección del Sindicato De Obreros Albañiles, Cemento Armado y Afines. Será este sindicato dirigido por militantes comunistas el que convocará a la huelga de la construcción iniciada el 23 de octubre de ese mismo año.

Pero a la par de esta ubicación ganada entre los obreros de la construcción, el PCA, siguiendo una vez más las órdenes de la Internacional Comunista (IC) estalinizada daba un brusco giro en su política. El PCA dejaba atrás su vieja orientación sectaria enmarcada en lo que se conoce como el “Tercer Periodo”1 para adherir a la política de Frentes Populares resuelta por el VII Congreso de la IC realizado en Moscú en 1935. Siguiendo este camino la Tercera Conferencia Nacional del PCA se propuso impulsar el Frente Popular contra el imperialismo; según reza en su principal resolución: “el camino argentino para llegar a este frente nacional antimperialista es llegar ya ahora a un acuerdo entre todos los partidos de oposición”, es decir, el PCA pasaba a impulsar un frente de colaboración de clases con la UCR, el PS y la Democracia Progresista.

Esta orientación impulsada por el PCA chocaba abiertamente con las tendencias surgidas de la Huelga General de enero del 36. Mientras aquella gloriosa gesta no sólo mostraba la irrupción de una fuerte y renovada clase obrera, sino que también abría la posibilidad de que esta emergiera en forma independiente aprovechando las brechas abiertas en las clases dominantes respecto al alineamiento internacional y la profunda ilegitimidad del propio régimen de la “Década Infame”; el PCA utilizaba su importante inserción en sectores de la clase obrera para subordinarla a los partidos burgueses de “oposición” que se postulaban como válvulas de escape a la crisis abierta en la burguesía. La política de Frente Popular y el especial seguidismo al radicalismo bloqueó la perspectiva de que los acontecimientos de 1936 se conviertieran en el inicio de un giro histórico hacia la independencia política de la clase obrera.

Fue con este claro objetivo que el PCA utilizó su ubicación y su peso político para presentar aquella acción independiente donde la clase obrera impuso su peso y arrastró detrás de sí a distintos sectores populares como un ejemplo del Frente Popular contra los monopolios. Como parte de esta política cuatro meses después, el 1° de mayo de 1936, impulsó, ahora como parte de la CGT Independencia, un acto junto a los partidos burgueses de “oposición” y donde los principales oradores fueron Arturo Frondizi por la UCR y Lisandro de la Torre por los Demócratas Progresistas.

En los años posteriores y ante las tensiones que provocaron el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el PCA profundizará su triste derrotero en su política de conciliación de clases subordinándose al ala de las clases dominantes aliadas a EE. UU. Producto de esta subordinación a los sectores pro-norteamericanos el PCA se pronunciará por no realizar huelgas en aquellas empresas que abastecieran al frente aliado (a los que los comunistas llamaba “luchadores de la libertad y de la independencia de los pueblos”) y de esta forma terminó traicionando la huelga metalúrgica de 1942 y en 1943, la gran huelga de la carne. La política de conciliación de clases del Partido Comunista, terminará favoreciendo el ascenso del peronismo.

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