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Red Internacional

“Si le competís a la derecha con Scioli, Berni, Casal, Granados… Adiviná quién se fortalece?”, decía mi primera y sencilla reflexión en las redes sociales el domingo a la madrugada y rápidamente se multiplicó por decenas.

Casi nadie nos pregunta por qué no llamamos a votar a Mauricio Macri. Es evidente que quien se diga de izquierda no puede votarlo. Por su pasado. Porque fue parte del clan Macri que logró pasar de 7 a 47 empresas en la dictadura, que le traspasó al Estado su deuda privada en 1982 y hoy todos la seguimos pagando, porque solo una Corte Suprema amiga como la menemista pudo hacerlo zafar de la causa por evasión fiscal. Pero también por su presente. Sus represiones en el Hospital Borda, Parque Indoamericano, Barrio Papa Francisco, frente a la Sala Alberdi; porque hoy mismo está procesado por espionaje contra opositores y familiares, así como debería estarlo por montar una patota paraestatal como la UCEP para golpear y desalojar a personas en situación de calle. Porque hace apenas unos días se abstuvo de votar en el Congreso por una comisión que investigue los crímenes de los empresarios en la dictadura.

Es claro. La izquierda está en las antípodas de ese empresario multimillonario que vive de paseo en Europa y usa el Estado para multiplicar los negocios de sus amigos.

Pero nos preguntan ¿y Scioli? ¿No hay que votarlo para frenar a la derecha macrista? Entonces debemos recordar que fuimos muy explícitos en toda la campaña con mi compañero Nicolás del Caño: no vemos diferencias sustanciales entre los candidatos y seguimos siendo consecuentes con esa idea, ya que más allá de los matices obvios, nadie puede afirmar que haya diferencias muy notorias.

A Daniel Scioli lo conozco personalmente. Apenas asumió su primera gobernación con mis compañeros de Justicia Ya La Plata le pedimos una audiencia porque ya hacía meses que nuestro compañero Julio López estaba desaparecido. Nos recibió el 19 de febrero de 2008. Entre otros reclamos -ya que nuestra hipótesis era (y es) que en el caso estuvo involucrada la Bonaerense- le exigimos la exoneración de los policías responsables de graves irregularidades en la investigación de la desaparición, pedimos que sean separados los (por entonces) superintendentes Roberto Silva, Hugo Matzkin y Oscar Farinelli.

“La lucha de ustedes es nuestra lucha, estamos por la memoria, la verdad y la justicia” fue la frase que devolvió el gobernador y se comprometió a dar una respuesta en breve, “en 48 horas los llamo…” dijo. Todavía lo estamos esperando.

La investigación no avanzó y Hugo Matzkin fue ascendido hasta la máxima jerarquía de la Bonaerense.

Los obreros de KRAFT lo conocen. Él les mandó la policía bonaerense para reprimirlos y desalojar la fábrica en un conflicto del año 2009 cuando reclamaban por medidas contra la gripe A. Eso sí, la policía fue acompañada por la Secretaría de Derechos Humanos provincial, como si así los palos dolieran menos.

Los obreros de LEAR y quiénes se solidarizaron con ellos también lo conocen. Más frescas en la memoria están esas imágenes de la Panamericana militarizada por Berni, quién no solo reprimió ferozmente sino que infiltró a un militar del Ejército, Roberto Galeano.

Berni, Casal y Granados son las caras del gabinete de Scioli. ¿Alguien puede pensar que con ellos frenamos a la derecha? No somos cómplices de sus políticas.

Es decirle a los obreros de LEAR que fueron reprimidos que ahora voten juntos al burócrata Pignanelli, fiel seguidor de Scioli. Que olviden los gases lacrimógenos y las lesiones que les produjo la Gendarmería comandada por Berni y que son “menos malos”.

Implica decirles a los obreros de la UOCRA sometidos a las peores condiciones laborales y al trabajo en negro que hay que apoyar al candidato del burócrata Gerardo Martínez, a quién denunciamos además por ser ex agente del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército.

A su vez, los otros candidatos a integrar el gabinete de Scioli, Ricardo Casal y Alejandro Granados tienen una particularidad muy importante, que es que las denuncias más severas las han recibido de kirchneristas, aquellos que ahora dicen que votan a Scioli a pesar de las contradicciones, eufemismo que oculta que hasta hace unos días denunciaban con fervor que en la provincia de Buenos Aires creció exponencialmente el número de presos en cárceles y comisarías.

Por todo esto, por muchos ejemplos más, nosotros no llamamos a votar ni a Daniel Scioli ni a Mauricio Macri. Llamamos a votar en blanco como un fuerte mensaje político de todo un sector que se niega a elegir entre dos candidatos que no representan los derechos del pueblo trabajador y que niegan los derechos de las mujeres.


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