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Internacional

FLEXIBILIZACION DEL TIPO DE CAMBIO

China: mucho ruido y pocas nueces

El banco central chino anunció durante el fin de semana una mayor flexibilización del sistema de tipo de cambio, lo que fue aplaudido por EE.UU., la UE y el FMI.

Juan Chingo

24 de junio 2010

China: mucho ruido y pocas nueces

El banco central chino anunció durante el fin de semana una mayor flexibilización del sistema de tipo de cambio, lo que fue aplaudido por EE.UU., la UE y el FMI. El gobierno norteamericano, que venía presionando por una suba del yuan, sobre todo después del amplio superávit comercial chino de mayo1, vio la medida como positiva, buscando evitar una confrontación con China. Esto, en momentos en que la Casa Blanca tiene numerosos frentes abiertos en el exterior además de un escenario interno complicado tras el desastre ambiental del Golfo de México y las dificultades de aprobar nuevas medidas de relanzamiento económico en el marco de una pálida recuperación de la economía de EE.UU.. Sin embargo, este primer anuncio fue matizado a posteriori por el órgano responsable de la política monetaria china planteando que la anunciada flexibilización de la divisa del gigante asiático será gradual y que el tipo cambiario

“se mantendrá a un nivel razonable y equilibrado”. “En la actualidad no existen motivos para permitir mayores fluctuaciones o cambios en el tipo cambiario del renminbi (yuan)”, afirmó el banco central en su último comunicado del domingo 20/6.

Estos movimientos de las autoridades chinas podrían estar ya acordados o reflejar la presión existente y no resuelta entre el banco central de China, que está por más flexibilidad, cuestión a la que se oponen los Ministerios de Comercio, además de los gobiernos de Guangdong y Jiangsu, que dan cuenta de la mayoría de las exportaciones chinas .
Por lo tanto, a pesar de tanta alharaca, no hay un gran giro de Pekín, ni una medida que ayude a reequilibrar la economía china ni mundial, como rápidamente salieron a corear algunos analistas.

Tomemos en cuenta que el superávit comercial que viene registrando China (como porcentaje del PBI mundial) es, de lejos, el más alto registrado en los últimos 100 años (aproximadamente 0,6-0,7% del PBI mundial). Esto es tanto más sorprendente si se considera que los dos records anteriores se registraron en economías mucho más grandes: Estados Unidos a finales de 1920 (con un superávit comercial que equivalía aproximadamente a 0,4% del PBI mundial) y Japón a finales de 1980 (0,5% del PBI mundial). Los EE.UU. representaban más del 30% del PBI mundial a finales de 1920, y Japón representó el 15% del PBI mundial a finales de 1980. Por el contrario, China representa sólo el 8% del PBI mundial en la actualidad. Esto significa que incluso si China se decidiera a salir de esta posición superavitaria -cuestión que no es el caso- , tendría que hacerlo poco a poco a riesgo de provocar un descalabro del comercio mundial. Efectivamente, en ausencia de una política cooperativa entre las grandes potencias imperialistas y un país en ascenso aunque aún dependiente como China, la solución (o mejor dicho la falta de solución) de este brutal desequilibrio existente en la economía mundial podría ser enormemente traumático.

Con este trasfondo, la decisión de Pekín parece ser un delicado compromiso político con miras a desactivar la creciente crítica internacional de su tipo de cambio, especialmente en los EE.UU., probablemente encaminada a evitar su catalogación por parte del Congreso norteamericano como manipulador de divisa a la vez que refleja la falta de apoyo interno para una moneda mucho más fuerte debido a los problemas en curso en Europa, que afectan negativamente el comercio entre ésta y China, el principal destino de sus exportaciones2.

En este marco, de profundización de la falta de salidas a la enorme sobreacumulación china, es difícil que veamos una importante revaluación del yuan como desea EE.UU., lo que a mediano plazo implica que las tensiones a enfrentamientos comerciales en la economía mundial no se disipan mientras sigan creciendo los superávits comerciales chinos.
En otras palabras, al hacer este anuncio, China se ha comprometido a hacer...absolutamente nada. Es por ahora solo una medida simbólica, que puede ser usada eventualmente para controlar las tensiones inflacionarias que asoman en el país (la inflación aumentó un 3,1% en mayo, superando el 3% fijado por el gobierno) y que han sido uno de los motivos que avivaron la reciente oleada de luchas obreras por aumentos de salarios, proceso que continúa luego del triunfo de la huelga en Honda (ver La Verdad Obrera N° 378).

Sin embargo, la medida que deja indefinida su dirección, duración y gravitación en relación con el billete verde podría también ser fácilmente utilizada para justificar un cambio de la flotación sucia3 de su moneda en contra del dólar (que ahora es relativamente fuerte y seguirá siendo así que mientras la zona del euro está en un curso de austeridad) un mayor peso al euro en su cesta4, lo que podría llevar a una devaluación frente al dólar… bajo el paraguas de esa mayor flexibilidad, con objeto de mantener la competitividad de sus exportaciones a la UE. Una acción, por ende, que agravaría los desequilibrios de la economía mundial.


Claves

 China representa el 8% de todo el PBI mundial. Tiene 1.300 millones de habitantes.

 El yuan o renminbi tiene un cambio fijo desde 2008. El cambio actual es 6,7 yuanes por cada dólar.

 El gobierno norteamericano sostiene que el yuan está “subvalorado” y que
China “especula” con un yuan bajo para abaratar sus exportaciones. Por
este motivo, EE.UU. y la UE vienen insistiendo en una revaluación del yuan.

 El 16,3% de las exportaciones chinas tienen como destino Europa, le sigue
Estados Unidos con el 13%.


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