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CONFERENCIA DE ANNAPOLIS
Una reunión para debilitar a Hamas y aislar a Irán
Por: Juan Chingo

29 Nov 2007 |

Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se comprometieron a reanudar las conversaciones congeladas desde hace siete años y llegar a un acuerdo de paz antes del fin de 2008, al inaugurar la conferencia internacional sobre Medio Oriente a la que asistieron más de 50 países y organizaciones, incluidos significativamente Arabia Saudita y Siria, en la ciudad de Annapolis, este de Washington.
Al inaugurar la conferencia, Bush subrayó que es el momento propicio para poner fin a 60 años de conflictos entre israelíes y palestinos.“Deberían todos los estados árabes mostrar su fuerte respaldo al gobierno del presidente Mahmoud Abbas”, dijo Bush a los delegados, a quienes instó a “trabajar hacia” una normalización de vínculos con Israel tanto en los “hechos como en las palabras”. Por su parte, el presidente palestino afirmó que el eventual tratado “debería básicamente conducir al fin de la ocupación de todos los territorios ocupados en 1967, incluido Jerusalén oriental, el Golán sirio y lo que queda ocupado del territorio libanés”. Pero ya en una enorme concesión al estado sionista, Abbas no se refirió a la demanda histórica del pueblo palestino de que retornen los entre 7 y 8 millones de refugiados (y sus descendientes) expulsados de sus hogares al crearse en 1948 el Estado de Israel, que actualmente se encuentran tanto en los territorios palestinos reocupados como en Jordania, Siria y Líbano, entre otras naciones.
Es altamente improbable que esta reunión resuelva los temas más conflictivos para alcanzar un acuerdo, como el rediseño de las fronteras, una garantia de seguridad para el estado sionista con respecto a toda una serie de grupos armados palestinos o el status de Jerusalén este como capital de una eventual entidad pseudo-estatal palestina, como ya en el pasado mostró el fracaso de la Cumbre de Camp David llamada por Clinton en 2000. Entonces ¿cuál es el propósito de semejante Conferencia?
Por parte de Israel el objetivo es ceder tanto como pueda, tanto territorialmente como económicamente, para intensificar la división de la comunidad Palestina y fortalecer la mano del sector abiertamente colaboracionista con el estado sionista. Israel quiere sacar provecho de la división entre Al Fatah y Hamas en entidades territoriales distintas para debilitar cualitativamente al movimiento nacional palestino. Pero para que el primer ministro israelí, Olmert, muy debilitado en el frente interno, pueda hacer la clase de concesiones que le permitan sacar ventaja de esa situación, necesita una cosa: garantías y controles sobre la evolución de Hamas. En este sentido la presencia de Arabia Saudita, sostén histórico de Hamas, es un fuerte golpe al gobierno de Gaza. Simplemente participando en la Conferencia de Annapolis los saudíes están señalándole a Hamas que esperan un cambio de su actual curso. La monarquía saudita, altamente conservadora y llena de riquezas por los altos precios del petróleo, no quiere seguir arriesgando su suerte a grupos suníes radicalizados que luego no pueden controlar, que generan una fuerte desestabilización en la región al debilitar a los gobiernos reaccionarios y creando vacíos que luego son llenados por sus enemigos, como es el caso del ascenso de Irán. En otras palabras, Arabia Saudita quiere un enfriamiento de la situación en esta volátil región del planeta.
Por su parte, para Washington todo este gran montaje tiene un propósito más amplio. Al permitir que Bush sea visto como intentando algún tipo de solución del conflicto palestino-israelí, ayuda a los regímenes a justificar su aquiescencia a la presencia a largo plazo de las tropas imperialistas en Irak -incluso de bases militares permanentes como las que estaría negociando bilateralmente con el principal partido shiita de Irak- a la vez que busca aislar a Irán de sus vecinos, en especial de Siria, que sirva para una política más agresiva contra el régimen de Teherán o a fortalecer la posición de la Casa Blanca frente a la futura ronda de negociaciones entre EE.UU. e Irán sobre el futuro de Irak. En síntesis, una conferencia altamente reaccionaria y de la que nada bueno pueden esperar los pueblos de la región, en particular las sufridas masas palestinas.

 

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